Nacido en Ayamonte en 1980 con el nombre de Antonio Manuel Álvarez Vélez, Pitingo es una de las figuras del flamenco más importantes de este siglo. Ha sido el inventor de la 'soulería', una mezcla de flamenco y soul que ha convertido en una de sus señas de identidad. Su nombre artístico, que él lleva con tanto orgullo, le viene le viene de su padre, abuelo y bisabuelo y significa presumido.
El arte le corre por las venas y desde muy niño demostró sus inquietudes artísticas. Proviene de dos de las sagas de tradición cantaora más conocidas, los 'Valencia' y los 'Carpio', y fueron ellos, su familia materna, de origen gitano, quiénes le introdujeron en el mundo del flamenco desde que era un niño. Su abuelo y su tío se dedicaban al mundo de la música y eso hizo que el pequeño Antonio Manuel se interesara por el cante. No fue fácil, pero su tía cambió su destino llevándole a una reunión de Los Magos en la que pudo coincidir con Carmen Linares o Pepe Habichuela (padre de Antonio Carmona). Pero no solo su familia materna ha estado a su lado, Pitingo siempre ha estado arropado por todos los suyos, con los que siempre que puede se reencuentra en su Huelva natal. Una gran familia que se ha convertido en su pilar.
Aunque sus padres siempre se han mantenido en un discreto segundo plano, Pitingo ha hablado de ellos en numerosas ocasiones. Su madre es gitana y su padre, payo y Guardia Civil. Vivió su infancia en un cuartel, una situación complicada para él y que le llevó a negar la profesión de su padre, del que decía que era fontanero. Fueron años complicados que aún recuerda con cierto miedo debido al auge de ETA en aquellos años. "Te decían: 'No se puede salir'. Con miedo siempre, una cajita en cualquier lado... Ya eran explosivos", dijo hace varios años sobre su infancia.
Otra de las personas fundamentales en su vida es su abuela Paca. Una mujer a la que no ha dudado en declarar su amor incondicional a través de las redes sociales. "Mi abuela paca, la gitana que más quiero en este mundo. Que Dios me la cuide muchos años con salud. La amo con todo mi corazón", escribía el cantaor hace algún tiempo tras pasar unos días en Ayamonte con toda su familia. "Qué gente más buena", decía.
Con apenas 16 años y en los coches de choque de la Alameda de Osuna, Pitingo conoció a Verónica Fernández Prieto. Él se enamoró a primera vista, pero ella, que tenía 15 años no se lo puso nada fácil y le pidió que "la dejara en paz". Él no se dio por vencido. Intentó acercarse a ella y contactó con su madre, sus amigas... Su insistencia valió la pena. Verónica se convirtió en su novia.
Desde entonces no se han separado. Pitingo valora especialmente que empezó con él cuando no era nadie y que siempre ha estado a su lado. De hecho, ella se ha convertido en una persona clave en su vida y le dio el empujón que necesitaba para dejar su trabajo (Pitingo trabajó en Barajas cargando maletas) y que intentará hacerse un hueco en el mundo de la música. "Es la mujer de mi vida", dice Pitingo sobre su mujer, con la que tras doce años de noviazgo se casó en una ceremonia civil en 2008 rodeado de rostros muy conocidos como Loles León, Imanol Arias o Juan Ramón Lucas.
Ella se ha convertido en la mejor compañera de vida y de trabajo. Verónica se ha convertido en su representante y lleva la exitosa carrera de su marido, que siente una profunda admiración por ella. "El amor de mi vida, mi mujer, mi amante, mi amiga, mi compañera, mi representante y mi todo. Os juro que sin ella no sabría hacer nada. Ella es de esas personas tan buenas que hacen que el mundo sea un lugar mejor para vivir y que mi vida tenga sentido, es una persona tan buena que quien la conoce no se aparta de su vera nunca, es un alma pura y llena luz", ha dicho sobre ella.
En 2012 la pareja dio la bienvenida a Manuel, su único hijo. El pequeño colmó de felicidad al matrimonio, que vio como todo se venía abajo cuando Manuel tenía tan solo 7 años y fue diagnosticado de cáncer. "Cuando mi hijo enfermó, me quedaba dormido, rezando y llorando", recuerda el cantante.
Fue una etapa dura. Manuel estuvo ingresado en la planta de oncología de un hospital durante un mes, pero después de ser visto por varios oncólogos, la familia recibió la mejor de las noticias. Manuel no tenía cáncer sino mononucleosis, una enfermedad cuya sintomatología era similar a la leucemia.
Pitingo recuerda aquella semanas como las peores de su vida. De hecho aprendió muchísimo de aquella dura experiencia, especialmente a relativizar cualquier situación adversa que se le presenta. "Ese diagnóstico lo tengo guardado y cuando tengo un mal momento lo miro y pienso que esto sí que era un problema", ha dicho el artista sobre aquel momento.
Aunque siempre ha protegido su intimidad, a través de sus redes sociales, el artista ha compartido algunas imágenes de su hijo, que ya tiene 12 años. Manuel, junto a su madre, se ha convertido en el motor de su vida. Quiere ser futbolista y el arte le corre por las venas. Sin embargo, su padre preferiría que se dedicara a otra cosa. "El mundo del arte es sacrificado y tienes que ser muy bueno para mantenerte. Me sentiría muy orgulloso si tuviera una carrera. Yo dejé de estudiar a los 12 años", ha dicho el cantante.
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