Tras el primer intercambio, la anónima, lejos de arredrarse, continuó con su pique: "pensaba que era un poquito más educado", escribió. Así que el calentón territorial del cántabro también avanzó. Así fue la sucesión de improperios:
Paula estaba en Cannes trabajando y trató de apagar el fuego: "No hay niña más atendida y más feliz que la mía, te lo aseguro. Porque ya nos encargamos sus padres de que así sea".