Puede que Jacobo, Alejandra y Manuel Martos no te suenen mucho si te los nombramos de manera independiente, pero si te decimos que son los tres hijos del cantante Raphael y Natalia Figueroa, la cosa cambia. El músico siempre ha intentado mantener su vida privada alejada del ojo público y, por consiguiente, son contadas las ocasiones que hemos podido ver a la familia posando al completo en algún acto público.
La segunda hija del artista es la más desconocida del clan. Ya ha confesado, en más de una intervención pública, que es bastante discreta y que únicamente asiste a eventos donde los protagonistas sean miembros de su familia.
Obediente y responsable desde pequeña, Alejandra trabaja como restauradora de cuadros en el Museo Thyssen de Madrid, uno de sus favoritos, desde 2014. Martos empezó a interesarse por esta profesión el día que sus padres enviaron a restaurar parte de su colección de iconos rusos. No obstante, pidió una excedencia en el año 2016 para mudarse a México, debido al trabajo del que era su marido, Álvaro de Arenzana, hijo de los Condes de Fuente Nueva, de quien se separó hace tres años.
Esta pareja se dio el ‘sí, quiero’ en 2001 en una finca familiar de Boadilla del Monte (Madrid). El romántico enlace congregó a numerosos rostros conocidos de la farándula como Rocío Jurado y Ortega Cano, Lina Morgan, Alaska y Mario Vaquerizo y del mundo de la política, Ana botella, José Álvarez del Manzano o José Bono, cuya hija, Amelia, estaba casada por aquel entonces con Manuel Martos, hijo pequeño de Raphael.
Dos años después de su gran día, concretamente el 11 de agosto de 2003, el matrimonio se estrenaba en la paternidad con su hija, a quien nos acaba de presentar en la revista ¡Hola! tras cumplir 18 años. “Manuela se quiere comer el mundo. Eso me encanta. Es una niña con muchas ganas de conocer y probar cosas. Estudia psicología en la universidad, pero dibuja divinamente y tiene mucha sensibilidad para el arte”, posaba con ella por primera vez en público.
La primera nieta de Raphael y Natalia fue un poco “más guerrera” en su adolescencia, pero no ha dejado de ser “una chica disciplinada” en sus estudios. “Es muy ordenada en algunas cosas, más caótica en otras. Es muy distinta a mí”, reconoce Alejandra, que suele hacer todo tipo de planes con ella: van de compras, salen a comer, visitan museos. Incluso, a veces, la joven sube a taller de restauración y le enseña en lo que está trabajando. “Tenemos una relación muy bonita”, presume.
La hija de Raphael, además, admite en esta charla que en la infancia de sus hijos era mucho más “protectora” con ellos, pero que siempre ha pretendido que crecieran aprendiendo de sus propios errores. “He intentado darles seguridad, pero nunca les he impedido hacer nada. Y ahora son mayores y tenemos una relación muy buena. No somos amigos, porque no creo en la amistad entre padre e hijos, pero tenemos una excelente relación”, apunta.