Belen Écija, hija de Belén Rueda y del director Daniel Écija, despedirá uno de sus mejores años en el ámbito profesional. Acostumbrada a vivir entre las claquetas, guiones y focos en los que triunfan sus padres, siempre tuvo muy claro que quería dedicarse al mundo de la interpretación. Aunque durante un tiempo optó por mantener su vocación en un segundo plano y salvaguardar su añorada privacidad. Su padre le otorgó una oportunidad que ha sabido gestionar y aprovechar con creces, demostrando que el talento es algo que corre por sus venas. Pero si hay algo que no ha transformado su incipiente popularidad es la relación que conserva con su entorno, compartiendo todos sus éxitos junto a su pareja –Jaime Sánchez- y junto a su familia, donde se encuentra su adorada hermana Inés, con la que muere de amor.
La intérprete ha dejado ver, a través de su cuenta oficial de Instagram, una tierna imagen junto a esta niña de tres años –fruto de la relación del productor y su segunda esposa, Veronik Mendes-. En esta añorable escena en blanco y negro, que parece estar recuperada del verano, ambas aparecen jugando en la playa con sus trajes de baño. “Creces muy rápido tú”, aseguraba sorprendida la actriz de su hermana pequeña, que soplará las velas de su cuarto aniversario el próximo día de Reyes. Sus seguidores también han querido comentar este bonito momento familiar, alabando y aplaudiendo la buena conexión existente entre ambas.
La joven, que guarda un increíble parecido con su progenitora, es la mayor de las dos hijas que la protagonista de ‘El orfanato’ tuvo con este productor de televisión, de quien se separó tras 15 años juntos. Cabe destacar que el matrimonio vio nacer a una tercera hija, María, que perdía la vida a los 11 meses a causa de una cardiopatía. A pesar de la fama internacional de sus padres, tanto Belén como sus hermanas han crecido en la sombra. Un segundo plano que se ha visto roto en algunas apariciones especiales como en los Goya de 2018, donde desfilaron y posaron juntas por la alfombra roja.
Para ella, interpretar equivale a sentir “una adrenalina por el cuerpo”. Algo que le hace estar viva y que le resulta complicado de definir. Écija daba una entrevista a Vanitatis y explicaba la pasión con la que vive su profesión: “para mí ser una actriz es como una cura, es un ejercicio de imaginación y autoaceptación”. Un sueño por el que tuvo que luchar y que pilló de imprevisto a sus progenitores, que preferían verla trabajando en algo que “fuera menos montaña rusa”. Quizá porque saben de lo que hablan y lo dureza de los rodajes. Pese a todo, la animaron a formarse siempre que cumpliera una única condición: finalizar los estudios universitarios en Comunicación Audiovisual que ya había comenzado previamente.