A sus 51 años, Jorge Sanz ha experimentado la paternidad en tres ocasiones y cada una con una situación muy diversa. Su primera hija es Marta, que tiene actualmente 30 años, y la conoció cuando cumplió la mayoría de edad, algo que achaca a su juventud y a los fallos que cometió entonces: “No hay un día que no me arrepienta de no haber reaccionado a tiempo”, confesaba hace unos meses. En una de sus últimas apariciones públicas, el actor no tuvo problema en hablar de cómo está siendo su vida tras dejar atrás algunas adicciones:
Después llegó Merlín, al que considera su “ojito derecho”, que cumplió la mayoría de edad el pasado mes de septiembre. Con él ha tenido una fuerte conexión porque nació con fibrosis quística, una enfermedad genética que afecta principalmente a los pulmones y al sistema digestivo. Además, en el año 2019 fallecía Paloma Gómez a causa de un cáncer, madre de Merlín y expareja del actor, lo que les ha llevado a estar aún más unidos.
Y por último, hace seis años nació Lope, fruto de su relación con Aurelie Domínguez, a quién considera “la mujer de mi vida”. “Gracias a mis hijos y a Aurelie, que me han salvado la vida. Intenté casarme con ella dos veces, pero al final no pudo ser. Ahora estoy en ello”, dijo en una entrevista a la revista ¡Hola!
El actor ha concedido una entrevista al medio citado anteriormente y la ha hecho acompañado de su hijo Merlín, que quiere seguir los pasos profesionales de su padre y de Resines, íntimo del actor, pero más enfocado a ser especialista de cine, algo en lo que lleva años preparándose. “Llega a prenderse fuego sentado, que es una de las cosas más difíciles. También se tira de veintidós metros de altura. Se ha ganado el respeto de los compañeros y de los especialistas veteranos” asegura orgulloso su padre.
El hijo mediano del actor siempre le ha acompañado en los rodajes y las giras de teatro, pero ahora que ha cumplido la mayoría de edad quiere que empiece a dar “sus primeros pasos dentro de la farádula”. “Desde pequeño hago mucho deporte y se me da bien. Me gusta mucho el mundo del espectáculo en el que trabaja mi padre, pero no lo quería ser actor porque me da un poco de vergüenza”, ha contado el propio Merlín.
Su padre lo tiene claro: quiere que sea feliz y se dedique a algo que le guste. Parece que Merlín ha encontrado su camino profesional, pero la actividad física que requiere ser especialista de cine no es fácil de llevar con la fibrosis quísitica que padece desde que es pequeño. “Tiene doble trabajo y doble concienciación. La verdad es que es un chaval admirable, por su nivel de superación y de no tener vergüenza de dar a conocer la enfermedad”, ha reconocido Jorge Sanz, que admira a su hijo y sabe que está “aprendiendo a levantarse”.