Su padre dijo de Mafalda Carbonell que era una niña que “nació sabía”. Y no solo por ese desparpajo que la ha convertido en una de las artistas infantiles más reclamadas del cine español. También por la lección de vida que les dio tanto a él como a María Arellano, su mujer desde el año 2003, cuando, poco después de nacer, le diagnosticaron una artrogriposis múltiple congénita que podría haber sido un obstáculo a la hora de verbalizar tiempo después ese “papá, quiero ser artista” que ya se ha hecho realidad después de dar mucho la lata.
“El médico nunca había escuchado una reacción tan optimista” cuando sentó a esta atípica familia de humoristas para contarles que su niña padecía una enfermedad rara que afecta a una de cada 3.000 personas. Los problemas que esto provocaría en la flexión y la extensión de sus extremidades, esos que la han hecho pasar por unas cuantas operaciones, les forzaron a darle la vuelta a la tortilla. “Será una buena pianista”, le contestaron. Pero no, lo de Mafalda era la interpretación, seguir la estela de sus padres.
“Todo está dentro de tu cabeza, ser feliz depende solamente de ti”, le inculcaron a una edad en la que cualquier otro crío se habría pasado por alto el subtexto. Y se lo tomó al pie de la letra. “Todas las veces que se ha caído al suelo se ha levantado ella”, nos contaba con orgullo Pablo Carbonell hace un par de años. Así que, una vez que les había demostrado que este reto vital lo había sabido afrontar, tocaba hacerle caso a la niña en esa (no tan) loca idea de dedicarse al cine.
Problemas morales aparte, por ese comprensible vértigo de introducirla en el ruedo de la farándula que los Carbonell Arellano se conocen tan bien, ella siempre les repitió que quería ir “en esa dirección”. En su caso no se cumplió esa frase de ‘en casa del herrero, cuchillo de palo’. Y en 2018, después de adentrarse en el mundo Disney participando en una serie adolescente, le llegó su primer papel protagonista en una peli.
Fue de la mano de María Ripoll en ‘Vivir dos veces’, donde compartió cast con Inma Cuesta. No era baladí. Su padre le advirtió, una vez cumplió su sueño, que no se olvidase de pisar tierra, que en este oficio en el que lleva varias décadas volcado “si subes un peldaño, tu humildad debe bajar dos, porque en este país nos encanta crear ídolos para ver cómo se desploman”. Mafalda lo asimiló, rompiendo una vez más con ese cliché de que los adolescentes nunca hacen caso de los consejos de sus padres. El resto fue rodado.
Trabajó para Juanma Bajo Ulloa en ‘Baby’, cinta internacional nominada al Goya a Mejor guion original. Poco después, en plena pandemia, la fichó Álex de la Iglesia para sus ‘30 monedas’ de HBO. A los meses grabó ‘Pequeñas coincidencias’ y ‘Capitán Carver’. Y ahora acaba de estrenar la versión en forma de serie de la comedia palomitera ‘Señor, dame paciencia’.
Basta con echar un vistazo a su Instagram, donde @mafaldaca_ demuestra ser mucho más mayor de lo que es en realidad, para comprobar lo bien que ha entrado en la industria. Ya ha hecho sus primeras publis como influencer, nos ha colado en rodajes y hasta se ha mojado en causas como el feminismo o la protección animal.
Pero si hay una publicación que da fe de la proyección de la hija de Carbonell es la última, donde aparece dándose un afectuoso abrazo con Óscar Martínez (a.k.a. 'Ogkitar'), una leyenda de la interpretación e inesperado amigo de Mafalda desde que trabajaron en su debut en el cine, durante la première de ‘Competencia oficial’. Ha sido en esta alfombra roja, donde ha posado acompañada de su padre, donde hemos visto que ya no es una niña. Pero eso ya nos lo advirtió Pablo mucho antes de que el resto nos diésemos cuenta.