Cristina Pedroche celebra hoy un día muy especial. La presentadora sopla las velas de su 32 aniversario en medio de una de las etapas personales y profesionales más complicadas. No cabe duda que no está siendo un año fácil para nadie y ella ha definido el suyo como “atípico, raro y malo”. Pero sabe que para remontar siempre contará con la ayuda de Domi y Paco, sus padres. Desde que apareciera por primera vez en la pequeña pantalla –hace ya más de una década-, nunca ha ocultado cuáles eran sus orígenes, mostrando su orgullo por el barrio que la vio crecer. La niña que acudía al estadio de Vallecas para animar a su Rayo Vallecano no imaginaba que años después se convertiría en uno de los rostros más populares de su país. Un éxito que ha gestionado con cabeza y sin despegar nunca los pies del suelo. Posiblemente porque sus progenitores le inculcaron los valores del sacrificio y la humildad desde que era una cría.

“Desde los 16 años llevo trabajando, porque vengo de una familia que no estamos mal pero tirando a humilde”, rememoraba a qué edad empezó a ganar dinero para poder pagarse sus caprichos en una entrevista para Risto Mejide. “Si a mí me apetecía comprarme 3 pares de vaqueros, pues quería todos y si mi madre solo me podía comprar unos, pues yo quería los otros dos también”, argumentaba sus razones. “Aunque mis padres siempre se han matado para darme lo mejor, tenía que trabajar si quería ciertas cosas”. Una lección sobre el esfuerzo que cuesta conseguir las cosas que se desean que le hizo madurar de un plumazo en aquel piso de las afueras de Madrid.

A pesar de haber cosechado una gran fama que le ha llevado a trabajar y ganar dinero como imagen de grandes firmas y proyectos televisivos, Pedroche siempre ha explicado que esto no ha beneficiado a lo que ocurría en su entorno más cercano. Su padre se quedó en paro y su madre ha trabajado como limpiadora en un colegio ganando 800 euros -en la actualidad desconocemos si sigue allí-. “Mis padres siempre han sido hormiguitas y han guardado dinero por lo que pudiera pasar”, reconocía el pasado año en una charla para la revista ¡Hola!

Este acto de prevención por lo que pudiera acontecer en un futuro que también habrían transmitido con éxito en la educación de su hija. “Yo todo lo que he ganado en estos años lo he guardado muy bien, para poder tener un soporte y ayudar a mis padres”, admitía tras asegurar ser consciente de que su popularidad puede acabar en cualquier momento y tras vivir en sus propias carnes cómo sus padres tenían que hacer frente a los gastos con un solo sueldo. “Para mí comprarme ropa cara es un insulto hacia mi familia”.

Una independencia económica tras ganarse un hueco en los medios que no ha logrado desprender ese vínculo tan fuerte que une a su familia, a la que está dispuesta a echar una mano ante cualquier apuro –“todo el dinero que gano es para ellos- y que sigue cuidando de ella como si todavía fuera esa adolescente que iba a las tiendas a doblar camisetas para ganarse sus antojos. “Mi madre es la persona que me hace la compra y casi nunca me pide dinero, siempre me lo compra ella y me lo paga”, dejaba sorprendido a Risto en su conversación. “No es normal, pero cómo yo lo le he dicho a ella. ‘Mi dinero es tu dinero’, y de hecho mi madre tiene un poder conmigo que lo que quiera menos casarnos”, bromeaba. De la misma forma, su padre ha echado una mano a Cristina como “chico de los recados”. “Mi padre es el que me lleva a todos sitios. Paco Pedroche es mi chofer”.