Roger Federer se retira. Así lo ha anunciado él mismo a través de un comunicado en el que reconoce que "es el momento de poner fin" a su carrera deportiva. Con 41 años recién cumplidos y después de varios meses poniendo a prueba sus "límites" físicos, el suizo ha decidido cerrar un capítulo vital después de 24 años siendo historia del tenis. A partir de ahora, una vez se despida oficialmente de las pistas la semana que viene en la Laver Cup, sus energías estarán centradas al cien por cien en su familia, para la que también ha querido tener unas palabras en este adiós.
A Mirka Vavrinec, su mujer, la conoció en el año 2000, cuando él disputaba los Juegos Olímpicos de Sidney. Desde entonces, esta eslovaca criada en Suiza que también dedicó su vida a la raqueta se convirtió en su mayor apoyo. Como reivindica en esta carta a sus fans, ella es la que siempre ha estado dándole "calor" antes de cada final que ha disputado, animándole desde la grada en "innumerables partidos", incluso "estando embarazada de ocho meses", y también aguantando su "lado bobo en la carretera".
Pasaron nueve años de su primer beso hasta que contrajeron matrimonio. Y a los pocos meses, el proyecto que tenían de formar una familia se hizo realidad. Con las gemelas Myla y Charlene se estrenaron en la paternidad. Más adelante, un 6 de mayo de 2014, volvieron a ser padres de dos, esta vez de los mellizos Leo y Lenny. Y así, en dos embarazos, el suyo se convirtió en un clan hipernumeroso. De ellos también se ha acordado en este sentido comunicado por el que está recibiendo el cariño masivo de su público.
"También quiero dar las gracias a mis cuatro maravillosos hijos por apoyarme, siempre deseosos de explorar nuevos lugares y de crear maravillosos recuerdos por el camino. Ver a mi familia animándome desde las gradas es un sentimiento que apreciaré siempre", les ha dedicado en esta carta. Quienes hayan seguido la carrera de Roger Federer habrán podido comprobar que son pocos los partidos del tenista a los que sus hijos han faltado, haciendo de las suyas entre la audiencia y emocionándose cada vez que su padre (e ídolo) ganaba un punto.
Aunque aún son pequeños (las mayores tienen trece años y los pequeños, ocho), el suizo ha hablado en alguna ocasión de la posibilidad de que alguno quisiese seguir sus pasos. Para él, su opción de be ser la que a ellos les guste. Y si en eso entra el tenis, perfecto. De hecho, mientras Myla y Charlene se han centrado en formarse en la música, concretamente en el piano, Leo y Lenny sí están bastante dispuestos a dedicarse al deporte. "Ya están en un buen nivel para jugar al tenis", declaró su padre hace un tiempo.