Las cifras del barrio 'El Príncipe Alfonso', la puerta europea del hachís marroquí, describen cómo palpita este microcosmos. El paro, que supera el 38% de Ceuta (el mayor del país, según el Ministerio de Empleo), ha noqueado a la mayoría de sus 15.000 habitantes censados. Solo tres vecinos de las cerca de 3.000 viviendas y chabolas poseen escrituras. Ninguna calle tiene placa. Apenas hay cincuenta farolas. Las ambulancias y los bomberos no entran sin escolta policial y la única farmacia nunca está de guardia por las noches. ¿La guinda? El fracaso escolar supera el cincuenta por ciento y la integración religiosa es especialmente complicada (hay quince mezquitas y una iglesia), comparada con la propia ciudad de Ceuta en la que ya es un tema sensible.
[[QUOTE1:Coronado: Para ser allí un buen policía hay que ser un negociador]]
Esta olla a presión social lleva décadas en un tenso equilibrio de fuerzas. Coronado lo ha podido comprobar en primera persona. Hace meses que estudia el lugar y pudo conocerlo con el resto del equipo durante el rodaje: "Fuimos con gente de allí, porque si no vas con alguien conocido… mal. El recibimiento fue bueno, todo el mundo nos pedía que contásemos lo que pasa de verdad en el barrio y la primera impresión es que es un sitio precioso. Con el sol de Ceuta, los colores… pero claro, cuando se hace de noche ya no es conveniente andar solo", explica el actor mientras sus compañeros se maquillan para la sesión de fotos con Divinity.es.
Su personaje en esta serie en la que "nada es lo que parece" es Fran, un agente que no duda en utilizar métodos poco ortodoxos para mantener en orden su comisaría. "Estuve con policías sobre el terreno y me enseñaron en la frontera cómo se buscan la vida los chavalines que se cuelan en los huecos de los camiones. Entendí mejor a mi personaje después de conocerlos: para ser allí un buen policía es fundamental ser un buen negociador. Muchas veces hay que permitir ciertas licencias para evitar males mayores, es decir, para evitar sangre", nos cuenta el ganador de un Goya por 'No habrá paz para los malvados', que a sus 56 está en el mejor momento de su carrera.
"¿Un ejemplo? Muchos. Si eres policía y coges a según quién tienes muchas posibilidades de que haya una guerra entre bandas, que va a suponer una ristra de asesinatos… Lo piensas y dices '¿pero cómo se va a permitir?' Bueno, pues se 'tiene' que permitir para que no sucedan muchas cosas peores”, añade Coronado. Eso sí, insiste, "quiero dejar claro que en ningún momento nuestra intención es estigmatizar a un barrio que nos ha dado mucho y nos ha tratado con cariño".
El siguiente en llegar es Álex González, el jefe de Coronado en la ficción, quien interpreta a Morey, un espía del CNI que se hace pasar por inspector para investigar una supuesta célula yihadista. El maquillaje le acentúa la mandíbula angulosa y los ojos verdes. Hace días que no coincide en el rodaje con 'Jose', como él le llama, y se saludan con un abrazo cariñoso. Pueden oírse las palmadas en la espalda. "Para mi personaje el fin justifica los medios y no duda en poner en peligro a sus hombres, algo que no haría Fran, el personaje de Jose, y además nunca se ha permitido amar. Por eso le acaba impactando tanto la historia de amor imposible con Fátima (Hiba Abouk), a lo Romeo y Julieta pero con un matiz de moros y cristianos", explica el nominado a un Goya por 'Segundo Asalto'.
[[QUOTE1: Álex: Para mí el amor es lo más importante y salta barreras]]
Ese es precisamente uno de los ejes principales del argumento. El corazón como esperanza en un universo… cuanto menos hostil. "El amor es para mí lo más importante y salta cualquier barrera. Si tenías un plan en la vida y entra el amor, el plan se te va al carajo. Pero es bonito, hay que vivirlo aunque luego salga mal. A todos nos han roto el corazón mínimo dos veces con la edad que tenemos. Bueno, y lo hemos roto otras dos", explica Álex González sonriendo poco antes de que aparezca Hiba Abouk, la chica del grupo.
El papel de Fátima le viene perfecto a esta madrileña de origen tunecino y libio. Aboukha vivido en su propia biografía los conflictos identitarios que conlleva tener una doble raíz y la impotencia que en muchas ocasiones sienten las mujeres en el mundo musulmán. Domina cinco idiomas y ha estudiado interpretación y filología árabe, poniendo mucha atención a las obras de escritoras francófonas sobre el tema, con lo que tiene una perspectiva profunda. Además tuvo que irse de casa con 18 años "con una mano delante y otra detrás", según ella relata, para cumplir su sueño de ser actriz, algo que a su familia no acaba de gustarle demasiado.
[[QUOTE1: Hiba: Hay mujeres que hacen lo que pueden, pero habría que cambiar la estructura de raíz]]
"En el barrio conocí a muchas chicas que me ayudaron a preparar la sensación de espacio claustrofóbico: si sales de allí, ten por cuenta que no vas a volver. Eso significa romper con tu familia, con tu entorno… y no siempre se tienen fuerzas. Es uno de los conflictos que tiene Fátima marcados en la piel: siente ese ansia de cambiar las cosas, pero en el fondo no podrá hasta que no lo haga ella. Es una profesora en un centro cívico que enseña a los chavales a no meterse en drogas, pero sigue viviendo en la misma casa que su hermano narco", explica Hiba. Al poco, insiste en "la importancia del respeto y la tolerancia".
Pero, ¿qué habría que cambiar para mejorar la situación de las mujeres en 'El Príncipe'? Abouk se queda callada unos segundos. Se mira las manos, que tiene pintadas de henna. Luego clava los ojos azules en la periodista y comienza a hablar con mucha seguridad: "Es muy difícil. Allí y en otros lugares viven algunas 'peazo' de mujeres que hacen lo que pueden, pero habría que cambiar la estructura desde la raíz, porque ese barrio le conviene a mucha gente, empezando por el gobierno, ya que canaliza mucho tráfico. También hacen falta referentes que digan que sí que se puede, que no te van a repudiar y dar ochenta latigazos por luchar por tu sueño", sentencia.
[[QUOTE1:Cortada: No es igual un narco colombiano que uno ceutí]]
En el otro lado de la balanza social en la ficción está Faruq Ben Barek, el antagonista potente que todo buen relato necesita. Este narcotraficante, que gestiona el barrio como un monarca a veces cruel y otras magnánimo está interpretado por Rubén Cortada, el actor y modelo de origen cubano que ha desfilado con Jon Kortajarena y Andrés Velencoso y está llamado a convertirse, gracias un físico imponente y a su talento, en un fenómeno de masas.
Cortada viajó a Ceuta poco antes de incluso hacer el casting para, según dice, "intentar dominar la energía del lugar (…) No es igual un narco colombiano o mexicano que otro de Ceuta. Tenía el pelo largo y me lo rapé. También me dejé barba, que me da más autoridad. Y me preparé para ser una especie de asesino en potencia: trabajé la sensación de reaccionar violentamente ante un detalle pequeño. Eso sí, sin ser un loco. Tenía que lidiar con un barrio, que es una mini sociedad. No quería que fuese demasiado impulsivo, pero sí dejar claro que podría hacer cualquier cosa si tocan a su familia, lo único que le mueve. No está en el narcotráfico por éxito, mujeres o dinero… sino por cuidar de los suyos", explica.
Es el momento de hacer las fotos de grupo y los cuatro se saludan con el humor y la complicidad que dan varios meses de rodaje. "¿Cómo nos ponemos? Álex, tú con Hiba, que si no te la quito y me pongo yo con esta belleza", bromea Coronado. Morey y Fátima se colocan en el centro de la foto, mientras Faruq y Fran se vigilan en los extremos con gesto desafiante. Juntos son una fuente de trasmisión de emociones. En ellos palpita la tensión, el deseo y la pasión del que tiene una buena historia que contar.
-LAS MEJORES FOTOS DE LA SESIÓN, EN GRANDE
-Cuestionario Divinity a Álex González: "Me encanta cantar en la ducha"
-Cuestionerio Divinity a Hiba Abouk: "Mi amante divinity es Camarón de la Isla"
-Rubén Cortada: "El mejor piropo que me han dedicado es una canción sobre unos ojos"
-Coronado o la anticrisis de los 50: "No me he comprado ropa en treinta años"