Marilyn Monroe fue una de las mujeres más elegantes y sexys del mundo. Durante todo el siglo XX fue considerada una gran actriz, modelo y, sobre todo, un icono para muchas personas. Su muerte estuvo rodeada de una infinidad de incógnitas, así como su funeral y su autopsia. Esta última fue guardada durante mucho tiempo en completo secreto.

Los últimos años de vida de la icónica rubia fueron un desastre: tuvo una vida solitaria, rodeada de excesos y con una salud mental muy inestable. Tuvo que pedir ayuda profesional y contó con los servicios de un psiquiatra, quien más tarde contaría todas las intimidades de la actriz. Por el aspecto en el que se la encontró muerta podíamos pensar que la joven tenía casi 60 años, pero lo cierto es que falleció con 36.

Su cuerpo fue encontrado sin esa melena rubia tan características, a la que le había invadido de las canas, y sin dientes, ya que a pesar de su juventud utilizaba dentadura postiza. Además, su cuello estaba amoratado e hinchado. Su cuerpo y su cara estaban tan distorsionadas que a la Policía le costó identificar que pertenecía a Norma Jane Mortenson.

Marilyn fue encontrada inconsciente por su ama de llaves el 4 de agosto de 1962 y fue llevada al hospital más cercano, donde acabó falleciendo. Desde un primer momento, todas las informaciones fueron contradictorias y realmente nunca se supo cómo falleció. Se apunta que pudo ser una sobredosis de fármacos, por lo que la actriz habría acabado con su vida.

El funeral fue celebrado en la capilla del Pierce Brothers Westwood Village Memorial Park Cemetery de Westwood, en Los Ángeles. Se celebró el 8 de agoto de 1962 y fue organizado por Joe DiMaggio, con quien se había casado en enero de 1954. Eso sí, su relación había estado llena de idas y venidas y acabaron divorciándose. A pesar de todo, la vida les volvió a unir unos años antes de la muerte de Monroe.

Cuando DiMaggio se enteró de la muerte de su esposa se quedó devastado y decidió reclamar su cuerpo. Tras esto, organizó un funeral de manera muy íntima, prohibiendo la presencia de los rostros más conocidos de Hollywood y a la familia Kennedy. Además, la actriz fue enterrada con un ramo de rosas rojas entre las manos y durante veinte años hizo colocar media docena de rosas cada semana en su tumba. Desde ese momento, DiMaggio no volvió a hablar de ella y su relación y tampoco volvió a contraer matrimonio.