"Todo irá bien", le dijo Tito Vilanova a sus hijos y su esposa antes de entrar a quirófano para tratarse su enfermedad, un tumor en la glándula parótida. La frase se hizo famosa, y cuando regresó al banquillo del FC Barcelona como entrenador, los medios se hicieron eco de esta frase como su lema. Un mensaje de optimismo y tranquilidad que su hijo heredó y que repetía para animar a Vilanova. Lo escribió en su cuenta de Twitter para todos los seguidores azulgranas del mundo. "Muchas gracias a todos por los animos , sois muy grandes , todo saldra bien", escribía.
El ejemplo de Tito, que fue él quien desdramatizó su estado para que sus familiares estuvieran tranquilos, cundió en su familia, su máximo apoyo. Una familia unida como una piña que ha luchado duro contra el cáncer de Tito y que ahora conocemos un poco más.
Tito conoció a su mujer, la diseñadora gráfica Montse Chaure, cuando era jugador del filial del FC Barcelona, hace veinte años. Desde entonces nunca se han separado. Se casaron en 1992, tras seis años de relación. Cuando Tito tuvo a tiro el banquillo azulgrana su mujer no quiso ni apremiarle, por ambición, para que lo aceptara, ni persuadirle, por evitar el huracán mediático, para que lo rechazara. Le dijo un sencillo "haz lo que quieras" y él se retiró a meditar, sabiendo que dependía de él y que le apoyarían decidiera lo que decidiera.
Cuando Tito tuvo que abandonar la disciplina azulgrana se fue con él a Figueres. Siempre juntos: también permanecieron inseparables cuando él pasó por el Celta de Vigo, Badajoz, Lleida, Elche y Mallorca. Tito consideraba a Monste "un regalo" que le hizo la vida.
Juntos han tenido dos hijos, Carlota y Adrià. La mayor, nacida en 1994, estudia en la Universidad y escuela de negocios ESADE de Barcelona. Tito intenta mantener a su familia en un segundo plano, pero ellos no pueden evitar a las grandes citas. Cuando fueron a Madrid a verle disputar la final de la Copa del Rey frente al Athletic estuvieron todos, y la prensa dijo de ellos, consciente de su deseo de intimidad, "recibieron más flashes que de costumbre".
Adriá ha heredado la pasión por el fútbol de su padre (y alguna cosa más) y ya juega en el Barça. Tiene 17 años y juega en el Juvenil B, aunque Tata Martino (actual entrenador del Barça) lo probó en un entrenamiento con los 'mayores' que el joven nunca olvidará. "Todo un sueño hecho realidad", escribía en su activa cuenta de Twitter (@AdriaVilanova)
La familia solía comer junta los domingos. Solían ir al mismo sitio a comer lo mismo, arroz caldoso con bogavante, en la Barceloneta. Siempre unidos como una piña. Incluso iban a menudo con otra pareja amiga, la de Pep Guardiola y Cristina Serra, a los que les unía una estrecha amistad, más allá de la relación profesional. Tenían mucho en común, Cristina también siguió a Pep por el mundo cuando su carrera de futbolista, tuvo que ir a Brescia, Roma, Qatar y México.