Famosos y privacidad: por qué muchos se arrepienten después de haberse expuesto
divinity.es
11/11/201810:15 h.· Compartir es casi inevitable
No hace falta que nos lo juren. ¿A cuántos famosos (y amigos de toda la vida) vemos compartiendo casi compulsivamente su día a día? La llegada de los Stories abrió la veda y ahora asistimos a auténticos 'realities' 2.0. Como explica Guillermo Fouce, "las redes sociales han conseguido que las fronteras entre vida privada y pública se difuminen, hay una idea de que lo que me pasa tengo que compartirlo y contarlo inmediatamente, de que la red es una extensión de mi vida”. Y cuando esto es así… pues se acaba compartiendo de más. ¿Quién no ha visto a Tamara Gorro ya metida en cama contando cosas con Ezequiel Garay al lado? Aunque es un ejemplo extremo, lo hay de todo tipo y, en mayor o menor grado, acaban por contar. Así les ocurrió a Cepeda y Aitana, que una vez confirmado el romance, allá que fueron a compartir dedicatorias de cumpleaños, viaje y arrumacos.
· Donde dije digo... ahora quiero privacidad
Los comunicados vía Twitter están a la orden del día. Si ayer contaba al mundo lo enamorado que estoy, hoy pido por favor que no se hable de mi vida. Con todo el derecho del mundo a pedirlo, claro está. El juego de ahora doy una pildorita contando esto, ahora no, tiene que ver, según Fouce, con que las redes son "una versión moderna de la búsqueda de aceptación social por parte de los otros y una forma de sentirse integrado y querido. Una extensión de mi propia vida, existe lo que cuento en ella y es importante en función de que otros lo valoren y a lo que le den 'like", explica.
· ¿De verdad es factible recuperar esa privacidad en el mundo 'celebrities'?
Ya no hacen falta paparazzis para velar por la 'no privacidad' de los famosos. Aunque cierto es que necesitaríamos más escenas pantojiles de Amaia montándose en un coche mientras cámara y reportera la persiguen para hacer actualización de su estado sentimental mientras ella responde aleccionada “si queréis una entrevista, hablad con Universal”. Ahora cualquiera con un móvil (o sea, cualquiera) puede dar esa información. En ocasiones, los propios famosos aunque no quieran. Alguien que se cuela en un Stories (véase Miguel Ángel Muñoz con Ana Guerra) o la foto que subo de viaje sin sacar a mi acompañante que él repite clavada y acaba dando pistas (un Corberó-Velencoso). Todo deja huella: "El problema es que una vez que se cuelga algo, se pierde el control sobre ello y no sabemos su uso. No somos conscientes de ello ni de sus riesgos. Cuando se intenta rectificar y volver atrás ya no se puede porque no se controla lo que se hizo. Si además eres un personaje público, esta vuelta a la privacidad resulta del todo imposible", sentencia Fouce.
· Estar en el punto de mira es inevitable: el odio y el acoso en las redes sí lo son
'Shippeos' y obsesiones varias con las parejas pueden llevar a caer en un error: como el famoso expone, yo tengo derecho a comentar lo que me venga en gana. Que por un momento algunos fans vivan las historias de sus artistas favoritos con intensidad, puede ser bonito. Lo idílico sería que cuando estos toman decisiones que no gustan (a.k.a. rupturas), los comentarios de odio o enfado no proliferaran.