La madre de Diana de Gales la abandonó cuando era niña: la difícil historia de Frances Roche
Diana de Gales vivió una vida complicada también durante su infancia. Su madre, Frances Roche, la abandonó cuando tenía seis años.
Durante su juventud y madurez, madre e hija vivieron situaciones complicadas, en las que dejaron de hablarse y mantuvieron tensos encuentros.
Diana de Gales vivió una vida complicada. A sus difíciles últimos años hay que unirle su dura infancia. Diana nació en una familia acomodada, acudió a los mejores colegios de la ciudad de Londres y se rodeó de la jet set británica, pero su vida se vio condicionada por un acontecimiento que sucedió cuando tenía seis años. En 1967, su madre, Frances Roche, decidió abandonar el hogar familiar.
Unos años antes, en 1954, había pasado por el altar de la mano del vizconde Althorp, John Spencer. Una boda que se convirtió en uno de los eventos sociales del año y que unía, más por obligación que por amor, a dos dinastías muy importantes cercanas a la Corona británica. En aquel entonces, Frances tenía 18 años.
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No es de extrañar la imagen de la madre de la princesa de Gales llorando desconsolada mientras su hija contrae matrimonio, en unas condiciones muy parecidas a cómo lo hizo ella, con el príncipe Carlos. Probablemente pensaba que su hija había cometido el mismo error que ella unos años atrás y por el que tuvo que dar un nuevo rumbo a su vida.
Frances se enamoró de un empresario australiano y se marchó con él
Fue trece años más tarde de pasar por el altar cuando Frances se enamoró de otro hombre, Peter Shand Kydd. La madre de Diana dejó su, aparentemente, vida perfecta para irse junto a este empresario australiano, del que se enamoró perdidamente. Esto decepcionó tanto a su familia, que hasta la madre de Frances testificó en el juicio de divorcio a favor de John Spencer. Así, el vizconde se quedó con la custodia de los hijos del matrimonio, mientras que Frances se marchó con Peter Shand. Dos años más tarde, contrajeron matrimonio.
Así, durante su infancia, Diana fue criada por distintas nannys y recibía la visita de su madre con poca frecuencia. Durante muchos años tuvieron una tensa relación que se extendió en el tiempo hasta la boda con el príncipe Carlos. “Mi madre me decepcionó terriblemente con la boda (...). No paraba de llorar y decía que no podía con la presión”, explicó Diana en una entrevista. Después de este acontecimiento estuvieron unos tres o cuatro años sin hablarse, y aunque tuvieron varias idas y venidas, nunca llegaron a recuperar la relación, ya que la princesa de Gales falleció en 1997 en un accidente de coche.
Durante su madurez, Diana y su madre vivieron varios acercamientos
Sí que es cierto que, cuando nacieron Harry y William, Diana y su madre vivieron un acercamiento. Pero, aún así, las rencillas del pasado pesaban más en su relación y, poco después volvieron a tomar caminos por separado. Eso sí, durante su época dorada disfrutaron juntas de unas bonitas vacaciones en la isla del millonario Richard Branson. En aquel momento, Shand había dejado a Frances por una mujer más joven, aunque la versión oficial sobre el fin de su relación era que había llegado tras la boda de Diana y Carlos por la presión que sintieron.
No supieron superar sus indiferencias
Fue a finales de los 80 cuando se produjo una de las reconciliaciones más duraderas de madre e hija, pero en 1992 Diana volvió a retirarle la palabra. Ella creía que su madre se estaba entrometiendo demasiado en su vida personal y, además, había filtrado distinta información sobre la corona a diversos medios británicos. Así, la relación entre madre e hija se rompió totalmente y no hubo vuelta atrás. En sus últimos años de vida, la madre de Diana de Gales se convirtió al catolicismo y comenzó a dedicarse a causas benéficas. Murió cuando tenía 68 años y al funeral acudieron sus nietos, William y Harry.
En sus 36 años de vida, Frances no estuvo cerca de su hija en ninguno de los momentos más importantes. Tampoco estuvo junto a ella cuando la princesa de Gales decidió poner punto y final a su matrimonio y se enfrentó a la opinión pública y a un rígido protocolo inglés. Por no hablar de la también tensa relación que Diana mantuvo con su abuela, Ruth Fermoy, que fue uno de sus grandes apoyos y quien le aconsejó que no se casara con el príncipe Carlos. Sí que es cierto que Fermoy era una mujer con unos valores muy tradicionales y con una gran adherencia a las reglas sociales.