Gerard Piqué ha colgado en su twitter una foto de uno de los paparazzi que le sigue día y noche. Tratándose de un futbolista, cuyo trabajo, cada día, es fotografiado, narrado y emitido en vídeo en los informativos de la mañana, mediodía y la noche, volver a casa y que te sigan por el camino sacando fotos tiene que ser duro. Así lo hacía ver el novio de Shakira, que hastiado, ha compartido con todos el retrato de este fotógrafo.
Mila Kunis sostenía, sin embargo, en la entrevista tras ser proclamada Mujer más sexy del mundo por la revista People que no son pocos los famosos que están deseando aparecer en las miles de instantáneas que los paparazzi envían a sus agencias cada día. Comentó, incluso, que la ropa que se ponían para ir a comprar un batido o recoger a sus hijos del colegio estaba acordada previo contrato con las firmas de moda. Hasta de los refrescos se hacía promoción.
Pero lo de otros famosos que han terminan fotografiando ellos a sus propios paparazzi también adquiere categoría de fenómeno. No es Piqué al primero que se le ha ocurrido. Lo han hecho Victoria Beckham, otro futbolista, como Luis Figo. También la cantante Pink, además de Lily Collins, o la actriz Kate Walsh.
La mejor, una de Jim Carrey, que muy en su línea se le olvidó quitarle la tapa a la cámara logrando una belleza sin igual, un negro de unos matices y profundidad maravillosos.
Aunque la cosa no queda ahí. Hay agencias de paparazzi, como Methodizaz, que ofrecen sus servicios para fotografiar furtivamente desde la calle las rutinas de gente anónima. Clientes que pagarían por ello para "obtener una nueva perspectiva sobre su día a día", dice la empresa. Y nosotros añadimos, también para sentir el gusanillo de que tú, insignificante persona que no eres famosa por nada ¡habrase visto pecado!, puedas sentir el gusanillo de ser celebrity también, previo pago.
Y lo mismo en sentido inverso. Hubo hace unos años un caso en Nueva York de niños que se metieron a paparazzi por su cuenta y riesgo. Se llamaban Blaine y Austin, de 15 y 14 años y se iban de restaurante en restaurante, de discoteca en discoteca, persiguiendo a Britney, Lindsay Lohan o Paris Hilton. El New York Times, alucinando, les hizo un reportaje, pero las que más se sorprendían eran las propias celebrities cuando les veían.
No se sabe lo que tararán ellos mismos en ser objeto de fotos de los paparazzi, porque también ha habido fotógrafos que han pasado a ser famosos por su profesión, saltando de un lado al otro de la cámara. Nick Stern, por ejemplo, se marchó de la agencia Splash dando un portazo por el trato que se estaba dando ni más ni menos que a Britney Spears. Decía que era inhumano y la denuncia del fenómeno le llevó directo a la televisión, donde comenzó a dar entrevistas y ser conocido.
No obstante, ha habido famosos como el actor George Clooney que han bendecido el trabajo de los paparazzi profesionales. Al menos de eso se dio cuenta, de lo poco que le molestaban los fotógrafos de agencia, cuando aparecieron los teléfonos con cámara y lo que empezó a ser un suplicio para él y su familia pasaron a ser los fans. El actor dijo que los fotógrafos 'wannabe' le estaban torturando allá por donde fuera. Y sus declaraciones no tenían precio: "Si salgo de una casa de putas con una cogida del brazo, sé lo que me espera, pero si estoy en un aeropuerto con mi secretaria y unos chicos llegan y preguntan ¿quién es la chati? tengo que defenderla".
Tiger Woods también hizo declaraciones en la misma dirección. Dijo que en cada hoyo que jugaba en cada torneo tenía que soportar cientos de flashes. Y no de fotógrafos, sino de los aficionados. Y el cantante Sting, que en unas vacaciones con su familia en una estación de ski italiana fue fotografiado por los presentes "hasta en la sauna".
Sólo queda una solución, hacerse con los inventos anti-paparazzi que han ido surgiendo. Como el bolso reflectante que estropea los flashes, el Camoflash, o unas gafas con idéntica función que, como dice esta noticia, sirven tanto para famosos como para ladrones de bancos.