'Mindfulness', yoga, retiros espirituales… Cada vez son más las alternativas y técnicas que surgen para reducir el estrés, "luchando" contra el cortisol, e intentar mejorar así la salud emocional de las personas. De hecho, en los últimos tiempos parece que se ha puesto de moda la técnica de pintar y colorear mandalas.
“Está el mito de que colorear es algo solo para niños, nada más lejos de la realidad. De hecho, yo sólo trabajo con adultos. Lo bueno que tiene el mandala es que es bastante versátil y puede se puede trabajar con todas las edades. No hace falta que las personas sepan dibujar, aquí no interesa lo artístico. Más bien lo que importa es el proceso en el que estamos y una persona se permite expresar y empezar a conectar con partes de sí misma que quizás estaban un poco ‘olvidadas’. Funciona muy bien en los momentos de crisis, malestar físico o emocional, cuadros de ansiedad o depresión, traumas…”, explica Noemí Gil Quintana, psicoterapeuta con más de veinte años en el sector y especializada en las terapias a través de mandalas.
Cuenta que el mandala es una herramienta que va a ayudar a la persona a sacar, expresar, entender y colocar e integrar dentro de sí misma ese aspecto; sacando esas habilidades innatas de las que estamos desconectadas. “Me quedo con el acceso a nuestra parte desconocida, al inconsciente pero de una forma no invasiva. Es la persona la que hace ese mismo proceso de una forma muy natural y amable. La persona es protagonista de su propio proceso más allá de la sala de consulta”.
Pero, ¿qué tiene de bueno exactamente este proceso en comparación con otro tipo de terapias? La psicóloga lo tiene claro. “Comienzas a recuperar la energía, más confianza, menos cansancio, más tranquilidad, bajan los niveles de ansiedad, hay más concentración… Empiezan a ocurrir una serie de cosas a nivel físico, emocional y mental donde se integran dos partes a nivel cerebral. Beneficios que las personas que se sientan a colorear sienten” y añade que “de hecho, leí en un estudio no hace mucho en el que comparaban los beneficios de colorear mandalas con una técnica de mindfulness concreta en la cual adiestraron a las personas en dicha técnica, y el coloreado mejoró los beneficios de este mindfulness”.
Noemí continúa su explicación haciendo hincapié que como herramienta terapéutica usada por un profesional, es muy potente porque trabaja tres patas: la arteterapia en sí misma, muy usada en pacientes psiquiátricos o personas que habían sufrido abusos. Por otro lado, el mandala; y por último, los elementos del ‘mindfulness’.
También añade que los beneficios de trabajar los mandalas como terapia (acompañados por un profesional que supervisa el proceso y con unos objetivos claros) van a muchos niveles. “Desde el físico, mejorando la tensión arterial o el sistema inmune y contribuyendo a una mayor relajación. A nivel emocional aumenta la empatía, disminuye la ansiedad y el estrés, nos centra en el presente, nos ayuda a autorregular las emociones. Aumenta la autoestima, la confianza, mejora la capacidad de introspección, ayuda a desarrollar nuestro potencial… Favorece esa conexión entre cuerpo, mente y espíritu, haciéndonos seres más integrados. A nivel social, ayuda a mejorar nuestras capacidades comunicativas al comprendernos mejor a nosotros mismos e incluso la toma de decisiones”.
Además, hemos hablado también con la terapeuta emocional Laura Poveda, apasionada por el crecimiento personal y gran defensora del uso de los mandalas. “¿Alguna vez te has preguntado qué aspecto tiene tu alma? Los mandalas ofrecen una ventana colorida y simétrica a tu esencia interior. Cada línea, cada color elegido, es una expresión directa de tus pensamientos y emociones. No estamos solo dibujando círculos; estamos creando espejos de nuestra alma, permitiéndonos conocernos de una manera única y genuina”.
Para Laura, la geometría simétrica de los mandalas actúa como un faro de equilibrio. “Mientras te sumerges en su creación, te conectas con tu capacidad innata para armonizar las piezas de tu vida. Este acto empoderador fortalece tu percepción de ti misma, recordándote que eres capaz de crear tu propia esencia, incluso en medio del caos e invita a incorporarlos en el día a día. “La creación de mandalas no es simplemente un acto artístico; es un ritual de autocuidado. En el torbellino de la vida cotidiana, dedicar tiempo a crear un mandala se convierte en un regalo para nuestra mente y espíritu. Este proceso creativo no solo nos brinda una pausa bien merecida, sino que también nos conecta con nuestra capacidad inherente para transformar pensamientos y emociones en formas visuales significativas”.
Para ello, Poveda aconseja dedicar un rincón de tu espacio para esta práctica. Crear tu propio "santuario personal" donde puedas sumergirte en la creatividad sin distracciones y mantener un registro visual de los mandalas a lo largo del tiempo para observar cómo evolucionan.
“En resumen, no solo son creaciones artísticas, sino portales hacia la autenticidad y la autoexploración. Al integrar esta práctica en nuestra rutina diaria, abrimos la puerta a un viaje de amor propio que es tanto profundo como transformador”, concluye.