¿Sientes hinchazón, dolor de barriga constante, diarrea o estreñimiento y crees que has encontrado la respuesta en SIBO? No estás solo. Miles de personas, guiadas por influencers de salud y artículos en internet han popularizado el SIBO y se están auto diagnosticando este trastorno digestivo. Pero, ¿es SIBO realmente la causa de todos los problemas o solo otra "moda" pasajera? En Divinity te vamos a descubrir la verdad detrás del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado y la fiebre del autodiagnóstico que está arrasando en las redes sociales.
Empecemos por el principio. ¿Qué es el SIBO? Para entenderlo, hay que saber que en nuestro intestino viven millones de bacterias, tanto buenas como malas, que ayudan en la digestión, en la absorción de nutrientes y que mantienen nuestra salud en equilibrio. Sin embargo, cuando las bacterias “malas” crecen en exceso en el intestino delgado, pueden causar problemas como hinchazón, dolor abdominal, diarrea y estreñimiento. Este desequilibrio bacteriano es lo que conocemos como SIBO (por sus siglas en inglés que hacen referencia a 'Small Intestinal Bacterial Overgrowth').
En realidad, es un trastorno clínico que explica la colonización excesiva del intestino delgado por microorganismos. Pero en los últimos años, el SIBO ha ganado notoriedad en el ámbito de la salud, especialmente debido a la alta prevalencia reportada en diversas patologías y al aumento de personas que se auto diagnostican esta condición basándose en síntomas inespecíficos y pruebas indirectas.
Aunque muchos síntomas de SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) son comunes a otras condiciones gastrointestinales, hay algunos indicios que pueden ser más específicos para SIBO. Una hinchazón abdominal persistente, especialmente después de las comidas, puede ser un signo distintivo. La flatulencia excesiva, provocada por la fermentación bacteriana de los carbohidratos en el intestino delgado, es otro síntoma notable. Además, la diarrea crónica y las heces grasientas y malolientes (esteatorrea) son comunes debido a la malabsorción de grasas, según recoge el estudio 'Small Intestinal Bacterial Overgrowth' de Mayo Clinic. El dolor o las molestias abdominales, a menudo relacionadas con la acumulación de gases, también pueden sugerir SIBO.
Otros síntomas incluyen deficiencias nutricionales, como la falta de vitaminas B12 y hierro, ya que las bacterias "compiten" por la absorción de estos nutrientes, así como fatiga persistente y pérdida de peso inexplicable debido a la malabsorción de nutrientes y las toxinas producidas por las bacterias. Estos síntomas, aunque pueden coincidir con otras afecciones gastrointestinales, deben ser evaluados por un profesional de la salud para confirmar la presencia de SIBO y determinar el tratamiento más adecuado.
Sobre las causas, el SIBO puede ser desencadenado por varios factores, y muchos de ellos están íntimamente relacionados con el estrés y el estilo de vida. El estrés puede tener un gran impacto en el desarrollo y empeoramiento del SIBO, ya que si se cronifica puede alterar el intestino y crear el ambiente perfecto para que las bacterias crezcan en exceso. Además, el estrés debilita las defensas naturales, lo que hace que sea más difícil combatir las infecciones. Por eso, aprender a manejar el estrés es clave para controlar el SIBO y evitar recaídas.
Por otro lado, llevar una dieta rica en azúcares y carbohidratos refinados puede alimentar el crecimiento bacteriano descontrolado. El uso prolongado de antibióticos también puede desequilibrar la flora intestinal, creando un ambiente propicio para el SIBO. Condiciones médicas como el síndrome del intestino irritable, la diabetes y problemas inmunológicos también pueden aumentar la susceptibilidad a desarrollar esta condición. Por eso, adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta balanceada y técnicas efectivas para manejar el estrés, no solo mejora el bienestar general, sino que también puede prevenir el SIBO y mantener tu digestión en equilibrio. Recuerda siempre consultar a un especialista antes de hacer cambios drásticos en tu dieta o rutina.
Seguramente ya te sonaba el SIBO porque hay mucha gente en redes sociales que habla de ello: nutricionistas, personas que lo han padecido, y gente que se autodiagnostica o se piensa que lo tiene y luego no es así, como le ocurrió a Sara Giménez, más conocida como 'Sareur' que, tras hacerse las pruebas pertinentes, descubrió que padecía Helicobácter. Este término se ha vuelto cada vez más popular, gracias a la abundancia de información médica disponible en internet y a la tendencia de las personas a buscar respuestas para sus problemas gastrointestinales. Síntomas como hinchazón, flatulencia, diarrea y estreñimiento, comunes y molestos, ahora se atribuyen fácilmente al SIBO, incluso sin una evaluación médica adecuada.
Para diagnosticar el SIBO, el método más confiable (también llamado 'gold standard' en bibliografía científica) es el cultivo cuantitativo de aspirado del intestino delgado, aunque es un método invasivo y costoso. Por eso, muchas personas optan por pruebas respiratorias más simples y menos invasivas, que miden la cantidad de hidrógeno y metano exhalados después de consumir lactulosa o glucosa. Sin embargo, estas pruebas tienen limitaciones en su precisión y especificidad, lo que puede llevar a diagnósticos incorrectos. A pesar de esto, las pruebas de aire espirado se han vuelto populares fuera del entorno clínico, fomentando aún más el autodiagnóstico.
La respuesta puede estar en entender los malestares gastrointestinales más comunes y sus causas. Desde hinchazón hasta acidez estomacal, estos síntomas pueden relacionarse con condiciones como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad inflamatoria intestinal y las intolerancias alimentarias. Además, como hemos mencionado anteriormente, factores del estilo de vida, como el estrés y la falta de ejercicio, pueden influir en la salud digestiva. El consumo de alimentos ultraprocesados también juega un papel importante, alterando la microbiota intestinal y aumentando la inflamación.
El tratamiento del SIBO puede incluir el uso de antibióticos para modular la microbiota intestinal, aunque no siempre es la única opción viable. Por ello, es crucial un enfoque integral que considere tanto la dieta como la motilidad intestinal (como se conoce a la acción fisiológica del aparato digestivo encargada de desplazar el contenido de la boca hacia el ano).
Seguir una dieta baja en carbohidratos fermentables y rica en fibra y nutrientes, junto con probióticos como Lactobacillus reuteri, puede ayudar a prevenir el sobrecrecimiento bacteriano y mejorar la motilidad intestinal, reduciendo las recaídas. Es fundamental adoptar un enfoque múltiple que combine ajustes dietéticos, suplementos probióticos y estrategias para mejorar la motilidad intestinal. Esto, junto con un estilo de vida activo, es clave para prevenir y aliviar los problemas digestivos, y poder distinguir entre la moda y la realidad del SIBO.
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