¿Cómo hacer para que las segundas partes funcionen en una relación? Consejos de una psicóloga
Por mucho que haya creencias que defiendan lo contrario, es posible, aunque es crucial abordar estos temas con madurez, comunicación efectiva y una comprensión profunda de uno mismo y de la pareja
Hablamos con la psicóloga Andrea González, experta en el tema
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Las segundas oportunidades en una relación amorosa pueden suponer todo un desafío emocionante. Lo hemos visto en el caso de Aitana y Sebastián Yatra, o en el de Jennifer Lopez y Ben Affleck. Y es que, aunque la idea de reavivar una relación pasada puede parecer romántica, también implica enfrentarse a los problemas que llevaron a la ruptura inicial.
Para que las segundas partes funcionen, es crucial abordar estos temas con madurez, comunicación efectiva y una comprensión profunda de uno mismo y de la pareja. “Existe la creencia de que ‘segundas partes nunca fueron buenas’, pero eso no tiene ninguna validez ni está demostrado… al menos desde la psicología. Se trata de una generalización que no debería ser aplicada a todos los casos. En algunas ocasiones, las segundas partes funcionaran. En otras, no. Pero desde luego, hay que quitarse esa idea preconcebida de que nunca puede salir bien”, comenta a Divinity la psicóloga Andrea González, experta en el tema.
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La visión de un experto para lograrlo
Desde su punto de vista hay ciertas cosas que debemos tener claras para que funcione y que comparte con nosotras.
Dejar que pase suficiente tiempo
“Uno de los errores más comunes que cometemos al dejar una relación es el de reconciliarnos al poco tiempo. Esto no se hace porque hayamos reflexionado acerca de lo que nos separó y lo hayamos solucionado… es imposible que hagamos un trabajo tan profundo en poco tiempo. Si volvemos a los días o semanas de la ruptura, es porque, normalmente, nos invade la tristeza. Y el cerebro es muy práctico a veces: si estoy triste porque he perdido esto, si lo recupero, volveré a estar bien. Pero, evidentemente, acabará yendo mal con el tiempo, porque no hemos solucionado los problemas estructurales que tenía la relación”, explica.
Ahora bien, ¿cuánto tiempo debe pasar antes de plantearnos volver? “Eso depende de cada persona, pero lo que sí es vital es que sea cuando hayas sanado. Si intentas volver cuando la herida todavía está abierta, probablemente estés buscando que deje de doler. Pero debes tener claro que solo tú puedes curarla. Y entonces, podrás plantearte si volver de nuevo con esa persona (o empezar una relación con cualquier otra)”, añade.
Tener claro por qué quiero volver
Andrea hace hincapié en este punto y considera crucial que hagamos un ejercicio de sinceridad y nos preguntemos por qué quiero retomar la relación. “Al ser honestos en la introspección, encontraremos los motivos que me están impulsando a querer estar de nuevo con esa persona. Si éstos son del tipo: me gustan sus valores, me veo compartiendo una vida a su lado, me hace genuinamente feliz… nos podemos plantear una reconciliación. Pero si descubrimos que los motivos son del estilo: me da miedo la soledad, temo no encontrar a nadie mejor, he generado dependencia hacia esa persona, ¿y si se me está “pasando el arroz”?... cuidado. En esos casos, estás intentado volver por los motivos equivocados”.
Saber por qué rompimos y ponerle remedio
Es esencial que tengamos claro por qué la relación no funcionó en la anterior ocasión. ¿Fue porque vivíamos en distintos países? ¿fue porque una parte quería tener hijos y la otra no? La psicóloga cuenta que conocer los motivos es clave para saber si en la actualidad, esos factores se mantienen o no. Desde su punto de vista, si por ejemplo no funcionó por la distancia, pero eso ha cambiado y ahora estamos en el mismo país, sí que podemos plantearnos la vuelta. Pero si uno de los motivos principales de ruptura fue la eterna discusión sobre tener o no hijos, y en ese tema seguimos sin ponernos de acuerdo, ¿qué sentido tiene volver?
Trabajarnos a nivel individual
“Si quiero que mi relación pueda funcionar de nuevo, necesito trabajar en mí y en todo aquello que hizo que, por mi parte, la relación no funcionara. ¿Era una persona muy impuntual y eso sacaba de quicio a mi pareja? Lo trabajo. ¿Le dedicaba poco tiempo porque siempre estaba trabajando? De nuevo, lo trabajo. Si tratamos de reconstruir el vínculo sin haber trabajado en nosotros mismos, sin haber modificado aquello que generaba malestar, volverá a no funcionar”, comenta Andrea.
No tener prisa y comunicarnos
Volver con un ex no es tarea fácil. Al menos, no debería serlo. Para la terapeuta, no es recomendable podemos pasar de estar separados un día, a vivir juntos al siguiente. “Tenemos que tomarnos nuestro tiempo para hablar, hablar y hablar. No se trata de entrar en bucle, sino de realizar un análisis certero de la situación y abordar varios puntos: por qué queremos volver, qué estoy dispuesto a ofrecer, qué no estoy dispuesto a tolerar, qué espero de este vínculo. Todas estas cuestiones no se responden de manera rápida, por lo que es importante tener paciencia y esforzarnos en que la comunicación sea lo más clara posible entre nosotros”.
Hacer oídos sordos
“A la gente le encanta dar su opinión, incluso aunque no se la pidan. Es obvio que muchas personas nos dirán qué piensan sobre la reconciliación. Pero, a no ser que nosotros les hayamos demandado explícitamente su opinión, no tenemos por qué escucharla. Porque en muchas ocasiones, esa opinión incluye además un juicio de valor, sobre todo en situaciones en las que se produjo una infidelidad por alguna de las partes (como ocurrió en el caso de Tamara Falcó e Iñigo Onieva). Entonces es cuando oímos el ‘¿pero cómo puedes volver con él/ella si te puso los cuernos?’”, cuenta Andrea e invita a recordar que no le debes explicaciones a nadie, y que eres libre de gestionar una infidelidad como tú quieras.
“Perdonarla no te hace una persona menos digna. A veces hay que recordarle a nuestro entorno que, al igual que ellos deciden su vida, nosotros decidimos la nuestra. Que da igual si a ellos les parece bien o mal, o si consideran que es imposible que funcione. Al fin y al cabo, tomemos la decisión que tomemos, no va a influir en sus vidas… pero sí en las nuestras. Así que el único beneplácito que tenemos que buscar, es el nuestro”, concluye.