Hace unos meses, muchas personas descubrieron que tenían algo en común con la actriz Julianne Moore, además de su pasión por El Corte Inglés: su condición de estrella no la salva de recibir los recordatorios de Duo, el búho mascota de la app para aprender idiomas Duolingo, diciéndole que, si no practica, romperá su racha. Lo dijo en una entrevista en el late-night de Jimmy Fallon, donde también contó que gracias a la aplicación ya sabe decir cosas importantes como "yo bebo leche" o "dos manzanas, por favor" (estaba aprendiendo español mientras rodaba en España con Pedro Almodóvar).
Moore es uno de los 500 millones de usuarios con los que cuenta la aplicación, que fue lanzada en 2011 y que es la más popular para aprender idiomas. No es la única: una búsqueda rápida en las tiendas de apps de Android o iOS nos muestra también Babbel, Busuu o Memrise, entre otras. Este tipo de aplicaciones permiten practicar un idioma en cualquier momento y en cualquier lugar, un aspecto en el que son superiores a las clases tradicionales e incluso a los manuales, pero ¿sirven en realidad para algo?
"Pueden servir como práctica individual en cualquier nivel, pero todo dependerá de otros factores como el diseño didáctico de la aplicación, la calidad del contenido, la autonomía del o la estudiante y de cómo se combine con otros recursos como un curso de idiomas y la interacción con otras personas", indica Lola Torres Ríos, profesora del Máster en Español como Lengua Extranjera: Didáctica e Investigación de la Universidad Nebrija. Aun así, el aprendizaje de una lengua debe estar "mucho más contextualizado con una clase, oportunidades de práctica oral y escrita y feedback", señala.
También Joan R. Sapiña, profesor auxiliar de Estudios de Español en la Universidad de Trás-os-Montes e Alto Douro (UTAD) de Portugal y doctor en Lingüística Aplicada por la Complutense de Madrid, insiste en la importancia de tener algo más (contexto, práctica oral, interacción). "Una aplicación nunca nos proporcionará un aprendizaje integral. Las lenguas son muy escurridizas, tienen muchas habilidades y competencias, muchos cajones muy diferentes que luego hay que armar como un puzle. Las apps te pueden proporcionar un par de estos cajones e incluso relacionarlos, pero no todos", asegura. Por otra parte, recuerda que no hay ningún método que por sí solo proporcione ese aprendizaje total de una lengua.
Sapiña fue coautor en 2016 de un estudio en el que, precisamente, analizaban las competencias generales y comunicativas de Duolingo (desde la perspectiva de la didáctica del español como lengua extranjera). La conclusión fue en su momento que la app, más que hacerte aprender una lengua, te motivaba a aprender. Aunque ha pasado casi una década desde el trabajo y las apps para aprender idiomas han evolucionado mucho (con la introducción de inteligencia artificial, por ejemplo), hay quien describe todavía situaciones similares. Marta, que usa Duolingo desde hace dos años, pero no con regularidad, cuenta que, en las épocas en las que utiliza la aplicación con más intensidad, nota que a veces acaba "jugando al juego [Duolingo es un juego con sus reglas] y no tanto fijándome en el idioma". Claro que, para avanzar en las distintas metas que propone la app, sí hay que ir dando las respuestas correctas de la lengua en cuestión.
Empezó con ruso, porque le gusta y le interesa aprenderlo, añadió francés porque quiere en algún momento irse a vivir a algún sitio francófono, y hubo una temporada en la que añadió griego porque iba a ir allí de viaje. Sabe que no sustituye a hacer cursos o a aprender en el país, que es un recurso más, pero sí nota que le ayuda en varios aspectos: a aprender el alfabeto en lenguas que usan uno diferente (el ruso y el griego en su caso), a ir cogiendo despacio "pequeñas estructuras y formas de decir cosas" y también a reforzar algo de vocabulario.
Una de las cosas que se suelen decir sobre Duolingo —es ya casi un meme— es que las oraciones que usan como ejemplo para aprender son poco prácticas. El "yo bebo leche" que decía Julianne Moore no es nada comparado con otras joyas que se encuentran las personas que usan la app en su día a día. En la cuenta de X @weird_duolingo las recopilaron durante un tiempo. Algunos ejemplos: "este dragón es especialista en barbacoas", "estoy comiendo un elefante" o "eres una manzana".
Sapiña hace referencia a esto y cuenta que, en su análisis, habían visto que otras aplicaciones sí ofrecían ejemplos más prácticos y similares a lo que se aprende con un manual autodidacta. Curiosamente, recuerda, esas partes solían ser las que eran premium.
Duolingo también cojea en la parte de explicar elementos gramaticales, algo necesario para aprender una lengua extrajera. "La explicación es importante, especialmente en algunos momentos del aprendizaje. Lo interesante sería ofrecer explicaciones de calidad, ejemplos, práctica, posibilidad de practica oral e interacción y un feedback personalizado. No conozco ninguna app que ofrezca el proceso completo", explica Lola Torres Ríos.
A cambio, sus elementos de gamificación (las rachas, las distintas divisiones, etc.) motivan a quien aprende a abrir la app y jugar un rato. Y quizá no aprendas, pero sí tienes la sensación de haberlo hecho. "Hay una parte que es un poco como placebo, en el buen sentido de la palabra. Cuando hablamos una lengua que no es nuestra podemos sentir miedo, insatisfacción e inseguridad, pero también realización. Si vamos a una aplicación y pensamos, 'ay, he dedicado dos horas a aprender' (luego veremos si hemos aprendido o no), te puede dar mayor confianza al ir luego por ejemplo a una tienda. Tanto tú como la otra persona, a pesar de que no habléis la misma lengua, vais a colaborar en esa comunicación. A lo mejor crees que has aprendido gracias a la aplicación, pero lo que ha hecho es que te ha dado mayor confianza para decir cuatro palabras, algo que también es importante", elabora Sapiña.
Como ya sospechan la mayor parte de los usuarios y usuarias, confiar en que se aprenderá un idioma a través de una app (aunque sea otra más completa y en versión premium) es algo ingenuo. "Tenemos esta mentalidad muy occidental del individuo como autónomo, pero el aprendizaje siempre ocurre en colaboración y construcción con otros, no se puede aprender en soledad, y mucho menos una lengua", reflexiona Joan R. Sapiña. Aun así, jugar antes de un viaje no es la peor idea (siempre que manejemos bien nuestras expectativas). Tampoco es algo nuevo: es el equivalente a comprarse una guía con un glosario básico o a ver un par de lecciones en YouTube. El viaje dará la oportunidad de comprobar si, además de "yo bebo leche", eres capaz de decir algo más y entender la respuesta. Si efectivamente le has perdido el miedo a decir un par de cosas y lo intentas, es probable que sea allí, en el destino, cuando más aprendas.
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