Hace cinco años había mucho prejuicio en torno a Tamara Falcó. El esterotipo de 'niña pija' que con el tiempo ha aprendido a reivindicar le pesaba demasiado, por muy hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó que fuese. Pero ahora, con esta nueva versión mediática de la aristócrata, hemos descubierto a una mujer sin complejos que no teme echar un vistazo a su pasado y recordar esos tiempos en los que las críticas superaban con creces al halago masivo del que goza hoy.

2021, coincidiendo con su nombramiento como Marquesa de Griñón tras la repentina muerte de mi padre, nos está permitiendo conocerla por sí misma, no por boca de otros. Prueba de ello, su última portada para la edición española de Vanity Fair, donde ha hablado de su reciente hito en Instagram, del hecho de que no haya empresa que no quiera contar con ella para publicitarla, de su nueva marca textil y de su ya rodada relación con Íñigo Onieva.

Pero si algo ha llamado la atención es que Tamara se haya explayado contando cuál es la relación con su cuerpo, que hace media década copó miles de titulares después de ganar 20 kilos por un problema de tiroides y que logró perder a base de dieta equilibrada, ejercicio físico y nueve días en el centro detox favorito de Mario Vargas Llosa. El tiempo le ha permitido echarle humor a aquella época en la que esta enfermedad provocó un cambio radical en su físico. "Desayunaba filete empanado", contaba hace unos meses entre carcajadas.

Y no ha sido hasta ahora cuando se ha puesto seria al respecto y ha narrado las consecuencias negativas que experimentó por bajarse de esa dichosa tiranía de 'estar siempre perfectas' en la que se ven sumidas muchas vips como ella.

"Lo pasé muy mal. Muchos contratos que tenía firmados se cayeron. Algunas marcas me dijeron que mi físico no era el que requerían para sus productos. Me penalizaron", ha desvelado con indignación. Según ha contado Falcó en este reportaje, su entorno se lo tomó con incredulidad. "Mi hermano Enrique no lo comprendía. Me decía: 'Tamara, ¡no te pueden dejar sin trabajo por haber engordado!", ha recordado.

Su denuncia actual, ayudando así a abrir un debate y poniendo sobre la mesa una cuestión tan sangrante como normalizada, es que, aunque "entendía que habían contratado una imagen y ya no era la misma", duda de "si eso era ético".