Hemos leído y oído decenas de veces lo bueno que es tener relaciones sexuales. Mejora nuestra condición física, nos llena de felicidad, reduce el estrés, nos hace liberar endorfinas, mejora nuestra salud cardiovascular, el sueño, la piel y hasta el sistema inmunológico. El sexo que se practica sin presiones, libremente, es salud; por tanto, cabe preguntarse si la abstinencia sexual tiene consecuencias fisiológicas.
A esta y otras preguntas arroja luz Laura Morán, sexóloga y autora del libro ‘¿Por qué (no) deseo?', editado por Next Door. “La abstinencia sexual no significa que la ausencia de sexo sea perjudicial”, nos explica. “Depende de varios factores”.
Lo primero es saber el motivo de la abstinencia: ¿es temporal y circunstancial o definitiva? ¿Es voluntaria o involuntaria? Por otra parte, ¿qué entendemos por abstinencia? ¿La ausencia de relaciones compartidas o la ausencia absoluta de sexo, incluida la masturbación? Pero volvamos al “depende” que señala Morán: “Si la abstinencia no es deseada ni voluntaria puede generar estrés y frustración, ya que hay una serie de deseos e ilusiones no satisfechas. Si además no sabemos cuándo se va a resolver este episodio, se puede sumar a esa frustración una creciente ansiedad. La intensidad de este malestar dependerá de la persona y de las expectativas que tenga puestas en un potencial encuentro sexual”, nos explica.
Pero esa abstinencia “obligatoria” no solo nos afecta a nivel individual: “Si es involuntaria y se da dentro de una relación de pareja, esta situación es negativa para el vínculo, ya que puede afectar a la intimidad y a la cercanía emocional”, explica la experta, y añade un punto interesante: “Cuando se dice que es bueno que haya sexo en la pareja no quiere decir que haya que tener mucho; ni siquiera quiere decir que si no se tiene sea necesariamente negativo. Significa más bien que lo ideal es que los deseos de los dos miembros de la pareja vayan en sintonía”. Los encuentros sexuales con nuestra pareja hacen que nuestra relación se fortalezca… siempre que sea un deseo mutuo. Y, de nuevo, nos preguntamos sobre el impacto para la salud. “A nivel fisiológico diría que no; pero tiene que ver mucho con el contexto, la necesidad o de dónde viene impuesta esa abstinencia”, comenta.
Pero ¿qué sucede cuando, sencillamente, no queremos practicar sexo? “Las personas que no tienen ganas u oportunidades de tener sexo y no sufren, adelante. Si te funciona y estás bien, no lo arregles. El deseo no viene, ¡no se encarga en Amazon! Hay que activarlo y para ello necesitamos estímulos”. La falta de deseo puede deberse a diferentes factores; otra cosa es no tener ganas… pero querer tenerlas. Y aquí matiza la sexóloga: “Si este es el caso, debemos pensar en qué cosas están frenando su deseo: problemas de pareja, de salud, una autoestima corporal baja, una educación sexual pésima… O quizá esa persona no identifica sus aceleradores. Hay personas que no conocen su propio cuerpo, su propia respuesta de excitación o sus motivaciones sexuales y no saben ‘arrancar el coche’”, sugiere.
Si este es el caso (no sientes deseo, pero te gustaría sentirlo), Laura Morán da algún consejo. “Aunque simplemente quieras un encuentro casual, vas a necesitar sentir cierta sintonía con la otra persona. Y desarrollar tus habilidades para la seducción, claro”.
Este es otro de los grandes mitos que Laura Morán no tarda en desterrar. ¿Es cierto que la falta de sexo impacta más y peor en los hombres? “Desde el punto de vista biológico diría que no hay diferencias, aunque esto podría refutármelo alguien con un montón de papers bajo el brazo”, dice en tono divertido, y continúa: “Esta explicación biologicista de que los hombres necesitan tener sexo con más frecuencia o que valida la infidelidad porque ellos necesitan más sexo no es cierta”. La experta explica que hay “hombres que tienen poco o ningún sexo y están bien y mujeres que, lejos del estereotipo impuesto, si no practican el sexo con frecuencia se sienten muy frustradas. Por tanto, pienso que no depende tanto de si eres hombre o mujer como de los beneficios que te reporta el sexo como persona, de la importancia que tiene en tu día a día”.
Eso, desde el punto de vista puramente biológico. Pero ¿desde el social? “Es verdad que los estereotipos pesan, y que los hombres, cuando no tienen sexo, sienten una especie de presión por estar sexualmente activos. Sin embargo las mujeres, a las que socialmente se nos envía el mensaje contrario (el de no exteriorizar nuestra expresión sexual) es posible que sufran menos”.
En resumen: sí, tener sexo es bueno para la salud, pero no tenerlo no tiene por qué ser necesariamente malo. “Si eliges no tener sexo, no pasa nada. La abstinencia voluntaria es una opción perfectamente válida”, señala la experta.