Para algunas personas, la primavera es la mejor estación de todas. Florecen los árboles, los jardines se llenan de flores y los aspectos más deprimentes del invierno quedan atrás. No comparten ese entusiasmo quienes padecen alergias al polen, para quienes la llegada de la primavera se convierte en el arranque de un calvario. Por delante quedan semanas de mocos, estornudos y malestar.

Aunque muchas veces se las ve como enfermedades menores, en realidad las alergias tienen un impacto en la calidad de vida de las personas afectadas que puede ser “terrible”, como apunta el doctor Juan José Zapata, presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). “Muchos niños no pueden ir a exámenes”, ejemplifica.

El problema es, igualmente, bastante compartido. Un estudio publicado en 2023 en la revista ‘Archivos de Bronconeumología’ ya señalaba que el 11,4% de los niños y niñas menores de 14 años en España tenían alergia. Y, según estimaciones de la SEAIC, uno de cuatro españoles padecerá alguna alergia a lo largo de su vida: el 21% de la población adulta ya padece rinitis (un porcentaje que podría ser del 25% en 2030). De hecho, en algunas comunidades autónomas como Madrid, Castilla y León o Castilla La Mancha, las cifras de alérgicos han escalado en un 50% en dos décadas, según cálculos del Hospital Universitario Vithas Madrid Arturo Soria.

Para todas estas personas, la intensa acumulación de lluvias que llevamos en este mes de marzo no son exactamente buenas noticias.

Marzo está siendo un mes especialmente lluvioso en prácticamente toda España, un dato que impactará en la calidad de vida de las personas alérgicas.

“Aunque parezca un poco confuso, la lluvia y los niveles de polen en el ambiente están estrechamente relacionados”, explica Mar Gómez, doctora en Físicas y responsable del área de meteorología de eltiempo.es, “y puede traer de cabeza a las personas que padecen alergia”. “Esto sucede porque la lluvia es un fenómeno meteorológico fundamental que no solo contribuye a humedecer el entorno y aportar agua. También juega un papel primordial como agente de renovación y limpieza de la atmósfera”, indica. La lluvia está arrastrando los granos de polen, que se quedarán en la superficie terrestre.

“Debido a la humedad que han adquirido y al mayor peso que tienen, el polen se queda en el suelo”, señala. Puede parecer a primera vista un beneficio (si está en el suelo no está molestado mientras respiras), pero no lo es exactamente. “Mayor cantidad de lluvia también hace que se favorezca el crecimiento de plantas que una vez estabilizado el tiempo puedan dar lugar a mayores índices”, apunta la experta.

Toda esta lluvia ahora impactará en la polinización y la floración, como indica Zapata. La temporada pico de alergias irá así de abril a mayo y quizás incluso también junio. En sus proyecciones, ya cuentan con “que se adelante y se alargue”. Al fin y al cabo, una cosa es que llueva durante la temporada —que “lava”— y otra es que lo haga antes produciendo una eclosión. Es “bueno para las plantas y malo para los alérgicos”.

El invierno también ha sido “más cálido y seco de lo normal”, como añade la meteoróloga, lo que adelanta las floraciones. “Esto adelanta la liberación de polen, extendiendo la temporada de alergias”, indica. “Además, un invierno seco favorece la acumulación de altas concentraciones de polen en el aire”, suma. +Suscríbete a nuestra newsletter.

En resumidas cuentas, la temporada promete ser larga e intensa. Pero ¿cómo prepararse para lo que se avecina?

El mejor consejo es uno muy básico. “Para mí hay una cosa esencial: un buen diagnóstico”, señala el doctor como punto de partida. Saber a qué se tiene alergia de forma concreta y poder controlar así el estado de los niveles de polen que te interesan es fundamental para asegurar una buena calidad de vida.

Al tiempo, permite tener a mano las medicinas que se necesitan, pautadas, eso sí, por un especialista. Nada de echar mano de los remedios de la farmacia o de lo que le funcionó a la vecina, porque no va a ser eficaz, advierte Zapata. “Lo suyo es ir al sitio correcto” y lograr un diagnóstico que te explique qué te pasa y te ayude a trazar una buena estrategia. El experto reconoce que alergología “sigue teniendo demasiada lista de espera”. Se podría pues sumar la importancia de dotar de más recursos a la sanidad pública.

Volviendo a lo que se puede hacer de forma directa, el control de la alergia es la base, pero otras buenas prácticas ayudan a sobrellevar mejor la temporada de alergias. Zapata insiste en la necesidad de ventilar la casa al menos 10 minutos al día, de no tender fuera la ropa porque es “captadora de polen” o de no hacer ejercicio en zonas de alto impacto polínico. Cambiar los filtros de aire en el coche o en los aparatos de climatización ayuda. Si se ha salido al exterior y se ha estado en un área con concentración polínica, algo tan sencillo como ducharse y cambiarse la ropa reducirá el impacto.

Las mascarillas a las que nos acostumbramos durante la pandemia son aquí también unas potentes aliadas, porque ayudan a filtrar el aire que se respira. Salir con mascarilla y gafas de sol ayudará de forma positiva. Para prevenir los efectos del polen pueden ser muy eficientes, señala el experto. “Cada vez más estamos incidiendo en ello”, indica.

Zapata también recuerda la importancia de las vacunas contra la alergia. “Las vacunas son super útiles”, porque van “a la causa concreta”, explica. Si las vacunas han sido una de las grandes revoluciones sanitarias en los últimos dos siglos reduciendo o eliminando la mortalidad de tantas enfermedades, también son potentes aliadas a la hora de mejorar la calidad de vida de las personas alérgicas. “Esto es ciencia, claro que son útiles”, insiste el experto.

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