Cómo decir "no" a las cenas o comidas de Navidad, sin culpa: "El ocio no debería ser una penitencia"
Estas fechas suelen estar llenas de encuentros familiares, cenas de empresa o comilonas con toda clase de grupos de amigos
Si prefieres no ir, no es que estés diciendo que no al grupo de amigos o a la vida social, recuerdan las expertas, porque puede haber infinitos motivos
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Casi nada parece más aterrador que escuchar a alguien diciendo allá por septiembre o por octubre un “a ver si nos vemos esta Navidad”. De pronto, una nueva cena o comida festiva se suma a la lista, una que ya suele estar llena de encuentros familiares, cenas de empresa o comilonas con toda clase de grupos de amigos. Poco importa que lleves sin ver a aquellas amigas del colegio casi desde que hicisteis la última cena navideña hace tres años o que la comida con los de tu departamento Dedel trabajo te parezca superflua después de haber sido arrastrados a la cena de empresa. El sentimiento casi general es que debes ir, por mucho que cueste dinero y por mucho que los gastos se acumulen en el saldo negativo de la tarjeta en fiestas. Pero ¿realmente tienes que ir o no pasa nada si te quedas en pantuflas y pijama en tu casa? Un apunte más, si vas, estas son las conversaciones que deberías evitar.
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“Sentimos que estamos obligados”, concede Mª Carmen González Hermo, psicóloga sanitaria y vicesecretaria del Colegio Oficial de Psicología de Galicia (COPG). A veces, en cierto modo, sí lo estamos. Librarse de la cena de Navidad del trabajo —una de esas dinámicas de hacer equipo— es complicado. También lo es decir que no a la familia. “Es difícil romper la ilusión”, señala. Mariola Fernández, profesora de Psicología en la Universidad Europea, coincide en que “es más difícil” decirle que no a tu madre o a tu padre, porque “no quieres fallarle ni ofender a nadie”.
Sin embargo, es posible decir que no a alguna que otra cena o comida de Navidad y no pasa nada. No es que estés diciendo que no al grupo de amigos o a la vida social, recuerdan las expertas. Fernández recuerda que contentar a todo el mundo es, de hecho, imposible. E incluso si lo que te hace feliz es quedarte en pijama y hacer planes con tus cuatro amigas importantes, bienvenido sea. No todo el mundo es exactamente igual y todas las personas tienen su función. Entonces, ¿cómo gestionar decir que no cuando decides que esa fiesta navideña no es realmente para ti?
Las 7 claves para decir que no (y aprender en el proceso)
1. No estás obligada a pasártelo bien (sea lo que sea eso)
Te has gastado el precio del plato, has exhumado un vestido (o comprado uno) y te has plantado en el centro lleno de gente después de pelearte por una plaza de aparcamiento o por sitio en el transporte público. Casi sientes que tienes que divertirte cueste lo que cueste. “El ocio no debería ser una penitencia. No es obligatorio ir a una fiesta”, recuerda González Hermo. Es decir, si no estás bien en ese espacio no pasa nada. Sentirse así es legítimo. Incluso sentirse un tanto abrumada por ese contexto excesivo. “Las fiestas también son eventos estresantes”, añade la experta.
En cierto modo, en el mundo que vivimos, sentimos a veces la presión por estar felices todo el tiempo y en todo momento. Las redes sociales han creado una suerte de fantasía en la que nadie se aburre jamás en la cena navideña. Pero esto es imposible. De entrada, como indica Fernández, la felicidad no es un estado permanente, sino una emoción breve causada por cosas concretas. Para continuar, sentir todo lo contrario a la felicidad es legítimo. Y habitual. “Tenemos que aceptar que nuestras emociones no pueden ser todo el tiempo perfectas”, afirma la experta. Lograrlo se llamada maduración “y no es el fin del mundo”.
2. Tampoco a ir a todas las fiestas
Como apunta Fernández, “la gente espera que estemos en todos lados y no puede ser”. “No somos un árbol”, deja claro, por lo que tenemos que priorizar qué nos apetece “por encima de las necesidades de los demás”. Haz tu lista de prioridades y de lo que te espera de cada evento: escoge en base a eso. “No puedo ser perfecta y estar en todos lados”, recuerda.
3. Saber por qué dices no ayuda
¿Por qué no quieres ir a esa fiesta? No es una pregunta baladí y no solo porque casi mejor ser sincera con una misma. También ayuda a gestionar como decir no a cenas, comidas y otros eventos navideños a los que prefieres no ir. “Si tengo claro el porqué, es suficiente para decir que no”, indica González Hermo. Saberlo te ayuda a dar la explicación de por qué no vas o decir las condiciones en las te resultaría cómodo o posible participar. “El motivo real debería ser suficiente”, apunta la experta.
4. Cómo dices 'no' cambia las cosas
González Hermo recomienda cambiar el “no quiero” por un “necesito”. Esto es, en vez de decir ‘no quiero ir a esa cena’, puedes decir ‘necesito planes con menos gente’ o ‘ahora mismo necesito tiempo para mí’. Pivotar esa palabra impacta, porque la otra persona reaccionará de un modo distinto. “La otra persona escucha ‘no te quiero a ti’ aunque no sea eso lo que dices”, explica la psicóloga. Ante un necesito o entienden tu no o modifican las cosas para que puedas participar.
“No puedo ir esta vez, pero espero que lo paséis genial”. Eso es lo que recomienda Fernández para salir airosa de este tipo de situaciones. “La empatía debe ser una de las líneas claras”, señala Fernández sobre cómo afrontar tener que rechazar planes. Recomienda “ser claras y directas” así como asertivas a la hora de decir que no. El tono importa, porque añade información no textual.
5. No controlas cómo se sienten los demás
Una de las razones por las que damos mil vueltas a cómo escaquearnos de esa cena o comida a la que no queremos ir es porque no queremos que la otra persona se sienta mal. Pensamos, hacemos estrategias y practicamos lo que vamos a decir con alguna amiga. Aun así, nuestro poder sobre las emociones ajenas es limitado. Si el otro se siente ofendido ya no depende de ti del todo. “Lo que depende de ti es no dañar al otro y ser honesto. Ser honesto implica que pidas lo que necesites”, apunta González Hermo. “La gente elige si se ofende o no”, recuerda Fernández, y añade que deberíamos “liberarnos de esa necesidad de contentar a todo el mundo”. No es posible.
6. Aprender a poner límites
Vale para Navidad y vale para el resto del año: saber poner límites importa. Hay que entender que los límites empiezan en una misma. “Los límites no se los pones a los otros, te los pones a ti”, insiste Fernández. Con esto quiere decir que tienes que aprender a conocerte y a quererte. “No me gusta ir aquí, no voy a ir”, sintetiza. González Hermo añade que debemos escuchar a nuestro cuerpo y los avisos que no manda, preguntándonos qué podemos hacer para cuidarnos.
7. Cómo sobrevivir ante un no imposible
Y si no queda más remedio que ir, las expertas recomiendan hacerlo desde dónde se puede y cómo se puede. Aprender dónde nos sentimos mejor y cómo ayuda. “Encuentra a tu aliada, aquella persona que sabes que cuando está te sentirás más cómoda y te lo pasarás mejor”, suma Fernández.
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