Ampliar la familia es una aventura absolutamente increíble y maravillosa. Sin embargo, criar al bebé recién nacido, más aún si se lleva poco tiempo con el hermano mayor, es agotador en todos los sentidos. Viene muy bien tomar nota de cómo han sobrevivido al cambio las millones de familias que ya han superado la llegada del segundo hijo. Al final todo vuelve a recolocarse porque cada miembro se adapta y asume su nuevo papel como si nada hubiera pasado.
Las circunstancias de un hogar a otro cambian radicalmente. En ocasiones, los dos progenitores pueden cogerse sus bajas correspondientes por maternidad o paternidad; cabe la posibilidad de repartir tareas y compartir la crianza casi al 100% dependiendo de la lactancia, materna, de leche de fórmula o combinada. La cosa cambia si a esa nueva situación se enfrenta un solo progenitor, se presentan enfermedades, demasiadas visitas médicas o un larguísimo etcétera de posibles. La realidad es que se desencadena tal vorágine, que en cuestión de segundos se desmoronan todos los planes y las rutinas que se habían planeado.
Estos son algunos consejos de los padres que ya han superado la etapa y han sobrevivido con más o menos baches, pero felices, la llegada a casa del segundo hijo.
En cuanto llega el bebé a casa, el hermano de golpe parece mucho más mayor de lo que en realidad es. Sigue siendo un niño y aunque le pidamos paciencia tiene sus necesidades que son todas las del mundo. Inevitablemente es necesario pedir ayuda y delegar parte de su cuidado, sobre todo si el bebé mama cada hora o cada dos, porque no da tiempo a nada más que a darle de mamar. Es cierto que uno se siente culpable de no poder ocuparse del primer hijo como siempre pero hay que aceptar el cambio. Sigue necesitando ir al parque, que le lleven al colegio, jugar… actividades de las que se debe ocupar otro adulto.
Cuando el hermano mayor tiene poco más de un año o incluso 5 años no entiende tanto de paciencia como los adultos. Hacerlo todo igual que antes es imposible. Lo aconsejable es pedir ayuda a los abuelos, a los tíos o a los amigos para que se ocupen de ciertas tareas o actividades como hacer un dibujo con él o llevarle de paseo. A los padres les parece que nadie lo hará tan bien con sus hijos como ellos pero tienen que dejar muchas tareas en manos de otros y permitir que no se hagan tan “perfectamente”. Por otro lado, conviene dejar claro cuáles son las normas de la casa de modo que todo lo que ya estaba implantado siga vigente. Es decir, no se debe aceptar que los abuelos u otras personas pretendan implantar nuevas costumbres o que sean demasiado permisivos.
Es muy difícil mantener una planificación y un horario con un nuevo bebé en casa, sin embargo, es importante intentarlo de cara al hermano mayor. Lo ideal sería hacer coincidir ciertas rutinas como el baño o algunas tomas con sus comidas. Así el mayor puede sentir que es el pequeño el que se está adaptando a su día a día y no al contrario. Con el tiempo, además, al compartir sus rutinas se empezarán a crear vínculos y mucho más adelante la complicidad entre hermanos.
Muchas veces con dos niños en casa, se pretende seguir teniendo todo bajo control, pero es prácticamente imposible. De repente, se acaban los pañales, se va la luz o hasta todos caen enfermos de golpe. Es mejor intentar relajarse y empezar a disfrutar de los pequeños ratos en familia y de los nuevos vínculos que se empiezan a crear.
Si el hermano mayor es capaz, se sentirá importante y que sigue siendo parte de la familia si se le dejan en sus manos ciertas tareas y pequeñas responsabilidades. Consiste en pedirle que ayude a bañar al bebé o que se ocupe del suministro de toallitas en el cambio de pañal.
Seguro que el hermano mayor tiene celos y muchos, es totalmente normal y comprensible. Necesita tiempo para adaptarse y seguir sintiendo que cuenta con sus padres. Además, es probable que haya un retroceso, quiera tomar la leche de nuevo en biberón o coger un chupete. Dentro de la vorágine diaria con el recién nacido hay que encontrar un hueco para dedicar un rato en exclusiva al mayor para leerle un cuento, ver los dibujos, merendar con él…
Una vez pasan los primeros meses y todo empieza a reorganizarse, es bueno, por ejemplo, que el bebé empiece a dormir solo en su cuarto o que vaya a la guardería. En definitiva, los padres tarde o temprano tienen que incorporarse a la vida laboral y volver a tener algo de tiempo para ellos mismos.
Resulta muy gratificante para todos organizar pequeñas escapadas, excursiones en familia o nuevas experiencias. Además, el mayor puede ayudar a planificarlas de modo que se sentirá que sigue siendo importante para sus papás.
Muchas familias, ante la llegada del recién nacido, dejan que el mayor vuelva a sus hábitos de bebé y le consienten que se porte incluso mal. Al contrario, es necesario hacer crecer al pequeño sin hacer empequeñecer al mayor.
Con dos niños en casa las horas pasan volando, el trabajo y las tareas se multiplican por siete y el cansancio se acumula día tras día. No hay que dudar en pedir ayuda para dormir un poco más de la cuenta y descansar, será la única manera de retomar el nuevo rol con energía positiva. No pasa nada si la cama se queda sin hacer o se acumula la ropa para lavar. Hay que aprender a priorizar y a disfrutar de ser padres. Al final los niños crecen y disfrutar cada día de pequeños momentos con ellos es lo que llena de felicidad a la familia.