¿Cuándo tienes que empezar a inculcar el hábito de estudio en tus hijos?

Una de las claves fundamentales para que nuestros hijos tengan un buen rendimiento escolar es que aprendan a estudiar. Inculcar el hábito de estudio en los niños es una tarea que nos corresponde a los padres, y es algo que nos preocupa, tanto por su presente académico como por su futuro profesional. Para conseguirlo hay que tener en cuenta diferentes factores, y uno de los más importantes es la edad que tengan cuando queramos empezar a pautar un tiempo para el estudio o los deberes. Te contamos cuándo debes empezar con esta tarea y cómo hacerlo de la mejor manera posible

¿Cuándo deben empezar a estudiar?

Es cada vez más habitual que en los colegios empiecen a exigir resultados y a mandar tareas a los niños en la etapa de educación infantil. Pero, por muy importante que nos pueda parecer que aprendan cosas desde pequeñitos, es conveniente dejar que crezcan y se desarrollen sin imposiciones estrictas hasta los 6 años. 

A partir de esa edad se produce un salto en el sistema educativo y aparecen, adaptados a sus edades, los deberes y exámenes. Esta edad, los 6 años, sí es un buen momento para comenzar a inculcar en un niño un hábito de estudio. Pero no puede hacerse de cualquier manera, porque entonces solo nos encontraremos con el rechazo por parte de nuestro hijo a sentarse a estudiar.

¿Cómo conseguir que empiecen a estudiar?

Los niños ya pasan suficientes horas en el cole como para sentir que las clases continúan cuando llegan a casa. Parece que lo más sencillo es decirle que tienen que hacer la tarea porque es su obligación, y que a fuerza de repetirlo e imponerlo lo conseguirán aprender. Es posible que esto ocurra así, pero el hábito que no va asociado a un estímulo positivo, en el fondo, tarda más en darse y se obtienen peores resultados. Si lo piensas bien, no hay nada que le guste más a un niño que jugar y hacer de la vida un divertimento, así que hay que conectar desde ahí con él para que encuentre placer en el hábito de estudio. 

Ponle un poco de imaginación

Puesto que tiene que sentarse un ratito cada día a hacer los deberes, lo ideal es que le pongas un poco de imaginación al asunto y le añadas una parte lúdica. Si toca sumar o restar, id a la cocina a contar los ingredientes de la cena o de un postre que vayáis a preparar. Si están aprendiendo a leer, esconde mensajes secretos por la casa como si fuera la búsqueda de un tesoro. Deja que se disfrace del protagonista del cuento, ponedle música a lo que tenga que aprender de memoria…

No hace falta montar un show a diario, pero sí mirar la tarea como algo divertido, no como una imposición. Por otro lado, sí es conveniente que el marco en el que se realiza el estudio sea estable. Es decir: procura que sea todos los días a la misma hora y en el mismo sitio, y que este sea tranquilo e invite a la concentración.

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