Que un niño crezca con un apego seguro depende, en gran medida, de cómo nos relacionemos con él durante su infancia. Desde que un bebé nace, busca el contacto con un adulto, porque lo necesita para sentirse seguro. Esa seguridad es la que facilitará un desarrollo afectivo y emocional fuerte y equilibrado. Podemos fomentar el apego desde los primeros días de vida con actitudes que, posiblemente, te nazcan de manera natural, pero que no está de más revisar para tenerlas presentes. Lo más evidente es atender a sus necesidades vitales, es decir, alimentación, sueño e higiene, pero hay más cosas que puedes hacer por tu bebé. ¡Te las contamos!
Parece cosa del pasado aquel dicho de que si cogías a un bebé en brazos cuando lloraba iba a ser un malcriado. A día de hoy sabemos que una de las claves para construir el apego es que tu hijo sepa que puede contar contigo, y cuando es muy pequeño su única forma de llamar tu atención es a través del llanto.
No hay nadie mejor que tú para calmar al bebé cuando lo necesita. Puede que tenga frío, sueño, hambre, miedo… y necesita no solo que se cubran esas necesidades, sino que se hagan desde la calma que necesita para saber que todo está bien a su alrededor.
El famoso “piel con piel” tan demandado en los momentos posteriores al parto, no tiene por qué cesar. Y no solo ponerlo sobre ti para que te sienta, sino abrazarle, besarle y acariciarle. No hay forma más directa y efectiva que mostrarle tu amor que mediante el contacto físico.
Nadie quiere que le pase, pero lo cierto es que el cansancio que supone atender las necesidades de un bebé pueden ponernos más nerviosas de lo que nos gustaría. Pero si eres consciente de que sentirte nerviosas no es beneficioso para él, seguro que puedes respirar hondo y cambiarle el pañal, limpiar un vómito o darle de comer por quinta vez en una hora manteniendo la calma.
Aunque al principio los bebés lo ven todo borroso, enseguida van a empezar a distinguir a las personas y cosas que les rodean. Tu hijo buscará tu mirada, y tú debes hacer lo mismo con la suya. Aprovecha cada vez que se crucen para transmitirle con tus ojos ternura y amor.