El embarazo es una experiencia única, acompañada de momentos maravillosos, pero también de cambios en el cuerpo y, en ocasiones, de desafíos. Uno de ellos es la parálisis facial que puede darse durante el embarazo y que, evidentemente, supone una causa de preocupación para la mujer. Te contamos por qué sé produce, si tiene riesgos y cómo se puede afrontar.
También conocida como parálisis de Bell, es una afección que se produce de manera repentina en mujeres embarazadas y se manifiesta con la paralización o debilitación de los músculos de un lado de la cara. Cuando ocurre, lo esperable es que la mujer se alarme y preocupe.
Lo cierto es que no se conoce la causa concreta de este tipo de parálisis, pero se intuye que su aparición está relacionada con una reacción inmunológica del organismo que produce la inflamación del nervio facial. Durante el embarazo el sistema inmunológico de la mujer experimenta grandes cambios que tienen como objetivo proteger al feto, pero en ocasiones estos cambios dan lugar a reacciones inesperadas, como es el caso de la parálisis facial.
Como hemos dicho, la parálisis facial aparece de forma repentina y puede intensificarse hasta alcanzar su punto máximo en cuestión de pocos días. Los síntomas más habituales con la parálisis o debilidad de los músculos de un lado de la cara, aumento de la sensibilidad a los sonidos, dificultad para cerrar un ojo o disminución del sentido del gusto.
Aunque estos síntomas sean muy preocupantes, es importante saber que la parálisis facial no supone un riesgo de manera directa para la salud del bebé o de la madre. En cuestión de semanas, aunque a veces de meses, la parálisis remite y el nervio facial se regenera, recuperando su funcionalidad habitual. Solo en casos muy raros la parálisis persiste después del embarazo y se requiere una atención médica adicional.
Si estás embarazada y se produce una parálisis en tu rostro, debes buscar de inmediato atención médica para que puedan diagnosticarla debidamente. Se te realizará un examen médico con diferente pruebas, que pueden incluir desde un análisis de sangre hasta una resonancia magnética, y de este modo confirmar que es una parálisis facial propia del embarazo, descartando otras posibles causas.
Principalmente hay que centrarse en el cuidado y protección del ojo, sobre todo cuando hay dificultad para cerrarlo. Se trata la sequedad ocular y se vigila que no haya riesgo de infecciones, con parches y lubricantes oculares mientras se produce la recuperación. También se puede recurrir a la fisioterapia facial para estimular la recuperación de los músculos faciales y recuperar la movilidad lo antes posible.