España sigue teniendo un porcentaje muy alto de partos por cesárea, ya que el 25% de los nacimientos en nuestro país son mediante esta práctica. La información al respecto es esencial para elegir qué tipo de parto se quiere tener, saber cuándo una cesárea está justificada y es vital para el buen desarrollo del parto, cómo es la recuperación y qué consecuencias puede tener. Es cierto que se habla cada vez más del impacto físico que supone este tipo de intervención en la mujer, pero apenas de cómo afecta emocionalmente un parto por cesárea.
No hablamos de que una cesárea tenga que ser negativa o que afecte a todas las mujeres, pero sí implica ciertos condicionantes que pueden suponer una alteración emocional añadida a la que conlleva el propio hecho de parir. Es importante tener esto en cuenta porque una mujer que tenga un parto por cesárea va a requerir unos cuidados físicos determinados, y no hay que pasar por alto que también puede necesitar cuidados de tipo emocional.
La presión social que rodea al parto llega a las mujeres por diferentes frentes. La reivindicación del parto respetado, que es tan necesaria, a veces cruza una delgada línea y parece que para sentirnos la maternidad de manera plena el parto ha de ser vaginal y no medicalizado. Cuando las expectativas se ponen ahí y llegado el momento del parto es necesario practicar una cesárea para garantizar el bienestar del bebé, de la madre o de ambos, puede aparecer un sentimiento de frustración. Reconocer ese sentimiento y poder expresarlo con el entorno no siempre resulta sencillo, porque hay mujeres que en estos caso experimentan una sensación de culpa por no haber “estado a la altura”.
Por lo general, las cesáreas no permiten el piel con piel inmediato y pueden retrasar el inicio de la lactancia materna. De hecho, en muchas ocasiones el bebé puede pasar algunas horas en observación, dependiendo las posibles complicaciones que haya tenido el parto. Aunque esto no signifique que no vaya a haber ocasión de empezar a crear el vínculo entre la madre y su bebé, ni de establecer una lactancia exitosa, para muchas madres resulta muy duro postergar ese momento, pudiendo vivirlo con culpabilidad y tristeza.
Recuperarse físicamente de un parto es difícil, pero es cierto que con un parto vaginal sin complicaciones la recuperación es objetivamente más rápida. La cesárea conlleva unos cuidados concretos para curar las cicatrices del abdomen y la mujer tiene relativamente limitados los movimientos y esfuerzos durante un tiempo. Las molestias y limitaciones, unidas a los cambios hormonales y a la alta demanda del recién nacido, pueden afectar al estado de ánimo de la madre, por lo que la comprensión y cuidados de las personas cercanas van a ser de gran importancia en estos momentos tan únicos y delicados.