Los lavados nasales son muy recomendables cuando un bebé tiene la nariz congestionada, algo muy habitual en invierno y en los seis primeros meses de vida, cuando aún no respiran por la boca. Realizarlos es muy sencillo, aunque algunos padres se sienten inseguros cuando llega el momento de hacerlo. Te damos los consejos que necesitas para hacer el lavado nasal a tu hijo. Para ti será cada vez más fácil ayudar a tu bebé a respirar sin que las mucosas obstruyan sus orificios nasales.
Además de aprender a hacer correctamente un lavado nasal, también es importante saber cuándo es mejor hacerlo. En principio debes lavarle la nariz siempre que esté obstruida pero, a ser posible, hazlo antes de que vaya a comer y antes de dormirle. Eso sí, el mejor momento es después del baño, ya que las mucosas están menos resecas y duras y, por lo tanto, son más fáciles de expulsar.
La respuesta es clara: tantas veces como necesite, ya que el lavado nasal es el equivalente al uso del pañuelo que hacemos los adultos. Pero solo debe ser así cuando el lavado se haga únicamente con suero. El uso del aspersor nasal, que ya sabemos lo útil que es, debe limitarse a dos veces al día para evitar molestias al bebé o que se resequen las mucosas que cubren las fosas nasales.
El suero fisiológico es la mejor opción para los lavados nasales porque, además de ser un líquido que arrastra las mucosa, es una solución salina que ayuda a prevenir posibles infecciones respiratorias. No lo prepares tú misma y utiliza fórmulas de farmacia. En cuanto al envase, elige aquellos que son de uso individual, porque si utilizas siempre el mismo frasco puede acumular gérmenes que dificulten la desaparición de los mocos.
Como te decíamos, es sencillo, así que lo más importante es que lo hagas con seguridad siguiendo estos pasos:
En ocasiones la mucosidad puede estar muy adherida a la nariz. Para facilitar que se despegue masaje suavemente tras aplicar el suero y vuelve a echar una pequeña cantidad en el orificio.