Nueve recomendaciones para acertar con los juguetes de tus hijos en estas Navidades
Los juguetes son más importantes de lo que parecen porque acompañan a los niños en el desarrollo de su personalidad, de sus capacidades y habilidades
Antes de cerrar la lista comprueba lo que hay en casa y el estado de cada cosa, de nada sirven los juguetes rotos o si se han perdido las piezas más importantes
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Es hora de escribir la carta de regalos a los Reyes Magos y querrás saber cómo acertar con los juguetes de tus hijos. Además, es habitual que abuelos, tíos y padrinos quieran comprarles el suyo. Lo más cómodo para los padres sería plantarse en una juguetería y sencillamente elegir y que los demás hagan lo mismo. Sin embargo, se corre el riesgo de que los niños acaben saturados con tal avalancha de juguetes y que terminen convirtiendo la caja del panetone en un refugio de animales, mientas todos esos nuevos artilugios, valgan lo que valgan, quedan en un rincón destinados al olvido.
Los pediatras son quienes tienen la respuesta y nos pueden enseñar a los padres y a los adultos a elegir los juguetes para acertar. A veces, los más pequeños tienen suficiente con unas piedras con las que hacer ruidos o un palo con el que pintar en la tierra del parque, otras quieren disfrazarse, leer, investigar, imitar profesiones, montar en patinete porque las posibilidades son miles.
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En primer lugar, los expertos recuerdan el significado de jugar y la importancia que tiene para los niños a lo largo de su desarrollo, desde sus primeros meses hasta que ya son adolescentes. El juego libre y el ocio, solo o en compañía, ayuda en el desarrollo de la personalidad; potencia las destrezas, la motricidad fina y la gruesa; fortalece la inteligencia, la creatividad, la imaginación, la memoria, la orientación espacial, el lenguaje gestual y la comunicación oral; ayuda a hacer amigos y con ellos se aprenden habilidades sociales, a respetar normas y turnos, a solucionar conflictos y a organizar tareas; entre otras muchas capacidades.
Entrando ya en materia, una de las premisas que debe cumplir un juguete es que sea dinámico, es decir, aquel objeto con el que un niño “puede interaccionar libremente y disfrutar”. La segunda premisa es que sea adecuado a su edad y a sus intereses principales particulares. Si no le gustan los animales no hay que empeñarse en regalarle granjas y elefantes. Y la tercera premisa es que sea evolutivo, es decir, que pueda seguir jugando con él un tiempo a medida que vaya creciendo.
Los pediatras destacan que la edad es uno de los marcadores de mayor relevancia de los objetos con los que un niño va a querer jugar, al igual que las actividades por las que tendrá una mayor preferencia. A ello se añade si tiene hermanos o no, pues los segundos ya están acostumbrados a jugar con cosas más adelantadas a su edad que han heredado y han aprendido por imitación.
En líneas generales, a los bebés y hasta que cumplen los tres años lo más adecuado sería regalarles cosas con las que experimentar a nivel sensorial, motriz y perceptivo. Se empieza con un sonajero que se agarra y hace ruido para evolucionar hasta los juguetes de arrastre, los libros de tela, musicales y con texturas, los encajables, las formas geométricas o los juguetes de causa-efecto. Una vez pasada esa primera etapa, desde los 3 a los 6 años a los niños les gusta seguir jugando solos pero también hacer amigos e imitar a los adultos en escenas familiares y en sus trabajos (una tienda, el hospital, el colegio…).
Hacen hablar a sus muñecos, organizan carreras de coches, cantan o actúan, al igual que aprenden a montar en patinete o en bici y a jugar a deportes de pelota. Después, a los 6 años cambian sus preferencias, se enganchan a los cómics y a los super héroes, se sientan horas con un juego de mesa, investigan y construyen un hormiguero y naves espaciales, patinan, juegan al fútbol y echan carreras en bici.
Además, antes de hacer la lista de juguetes es bueno repasar lo que ya tienen en casa y las condiciones en las que se encuentra cada cosa. No vale de nada tener un juego de construcción si faltan las piezas principales o una granja si se han perdido todos los animales. Esto también sirve para darle importancia al hecho de recoger y guardar los juguetes en su lugar. Puede ser que en apariencia tenga demasiados pero que la mayoría estén rotos e inservibles y no seamos conscientes.
A partir de aquí, las nueve recomendaciones para acertar con los juguetes de tus hijos son:
- Elegir lo que sea adecuado a la edad y al nivel de desarrollo madurativo.
- Elegir lo que esté relacionado con sus intereses principales y particulares.
- Elegir objetos divertidos, dinámicos y evolutivos para que pueda seguir jugando con ese objeto desde otra perspectiva y durante un tiempo.
- Elegir aquello que estimule la imaginación y la creatividad.
- Elegir juguetes que ayuden a fortalecer la motricidad fina o la motricidad gruesa.
- Elegir lo que favorezca el desarrollo de sus habilidades.
- Elegir sin que el género del niño sea un condicionante.
- Dejar las consolas y los juguetes electrónicos para cuando sean mayores.
- Elegir juguetes que se acomoden al espacio disponible en casa, a la familia y a su entorno.
En ocasiones se regalan juguetes chulísimos para los que no hay espacio en casa lo que genera en los niños bastante frustración pues no podrán usarlos nunca. También sucede que se eligen objetos que no encajan en su entorno o en las circunstancias ambientales. Es el caso de obsequiar en invierno artilugios que no podrán utilizarse hasta que haga muy buen tiempo o juegos de mesa que necesitan muchos participantes y sea difícil cumplir esa condición.
Con todo ello, los expertos subrayan que antes de comprar cualquier cosa, por mucho que parezca increíble y divertidísima, hay que ponerse en lugar del niño y ser consciente de dónde vive, con quién, cuáles son sus gustos y qué le gusta hacer.
Por último, la familia y amigos querrán hacer un regalo cada uno, sin embargo, sería aconsejable ponerse de acuerdo y limitar el número y acotar las características. Una propuesta muy correcta es un libro, un puzle, unas manualidades y dos juguetes. Siempre es mejor tres o cuatro cosas que diez, porque se diluye la ilusión. En caso de no ser posible, se pueden dosificar y guardar algunos para ir dándoselos a lo largo del año y premiarles con ellos su buen comportamiento o sus logros.