Entre los cuatro y los seis meses los bebés empiezan a probar alimentos para complementar su dieta que hasta ese momento se basaba en leche materna o de fórmula. Frutas, verduras, cereales, proteínas… se les presentan en el plato con colores, texturas y sabores desconocidos para ellos. Es el comienzo de una nueva etapa donde se asientan las bases de su alimentación. Tan importante es que su menú sea saludable como las costumbres y rutinas que adquieran en torno a la comida. Nuestra pediatra de confianza nos ha enumerado cuáles son los hábitos a la hora de comer que todos los niños deben aprender.
Hay que reconocer que al principio cuesta que los bebés se acostumbren al cambio. Sin embargo, una parte muy significativa es la actitud de los padres, que debe ser “comprensiva, tranquila, estimulante y constante”. Todo parte por establecer una serie de rutinas porque son las que les proporcionan “orden, seguridad y confianza”, aunque lo más probable es que “de vez en cuando se rebelen”. El papel del adulto es estimular y ser comprensivo al igual que “exigir” con afecto.
A medida que el bebé va creciendo toma protagonismo su autonomía. Primero prueba los alimentos utilizando sus manos, después aprende a usar los cubiertos. Es el momento de enseñarle también hábitos de higiene saludables, a la vez que rutinas en función de su edad como poner la mesa o recoger su plato. Estas costumbres sencillas le hace sentirse parte de la familia. Cada acción se repite día a tras día hasta que se transforma de manera natural sin mayor inconveniente en un hábito que perdura el resto de su vida.
La pediatra subraya en que es importante que desde el primer día el bebé se siente a la mesa a hacer las comidas con toda la familia. Lo cierto es que en demasiadas ocasiones los horarios de los padres y hermanos son dispares, sin embargo, insiste en que hay que esforzarse para coincidir, si no es durante la cena, por lo menos los fines de semana. El clima, el ambiente y comer sin prisas también son claves alrededor de la mesa. Tal como recomienda la pediatra, estos son los hábitos relacionados con la comida que los niños deben ir aprendiendo desde chiquititos:
De bebés van a comer con las manos y se van a chupar los dedos. Por tanto, deben tenerlas limpias antes de sentarse a la mesa para eliminar la suciedad, los microbios y los gérmenes porque les pueden transmitir enfermedades, que llegan a ser peligrosas, sobre todo si han estado gateando o han jugado con arena en el parque. Es probable que su corta estatura no les permita llegar ni al grifo. Para facilitarles la tarea pueden utilizar un taburete seguro y un dispensador de jabón.
Al principio les tendremos que enseñar, pero poco a poco irán aprendiendo a lavarse las manos ellos solos. Tienen que frotarse una contra la otra con agua y jabón alrededor de un minuto, lavarse también el dorso de cada mano y entre los dedos para finalizar enjuagándose muy bien. Otro punto es la temperatura del agua; si al abrir el grifo sale muy caliente y ya se lavan las manos solos se pueden quemar.
Cuando son bebés se les sienta en una trona a la que siempre hay que atarles con el arnés que incorporan por seguridad. Se producen muchos accidentes porque los adultos se confían, no les aseguran y les dejan solos. Sin embargo, un bebé puede tirarse al suelo con trona incluida con tal de coger su juguete preferido del suelo. A su vez, aunque esté sentado en la trona es importantísimo acercarle a la mesa junto al resto de la familia. Aprenderá a comer también imitando a los demás. De la trona se puede pasar a una silla adaptada a su edad prestando atención a que su postura sea la correcta, con la espalda apoyada en el respaldo y las piernas bien colocadas.
Es evidente que los bebés no tienen que aprender buenos modales porque estarán entretenido chupándose los dedos. Ya al crecer, comportarse en la mesa significa comer sin hacer ruidos y con la boca cerrada, aprender a utilizar los cubiertos correctamente, limpiarse la boca con la servilleta tantas veces como sea necesario… Son habilidades sociales que se aprenden de niños para toda la vida y hacen que el momento de la comida sea agradable para todos.
Si comen frente a una pantalla o entretenidos con un juguete no son conscientes de lo que están comiendo ni de cuándo no quieren más. Estas distracciones convierten la acción de comer en algo automático dejando de prestar atención a los alimentos ni a la sensación de saciedad. Además, el momento de la comida en familia es el mejor para establecer conversación a medida que van creciendo, se empieza por el contacto visual desde pequeños y después empiezan a contar sus experiencias con los amigos o en el cole. Incluso ya de adolescentes las tertulias en la mesa fortalecen los vínculos entre padres e hijos y entre hermanos, llegan las risas y se crea un clima de confianza en el que exponer sus problemas. De ahí la importancia de coincidir a diario en familia por lo menos durante la cena.
Las conclusiones de los últimos estudios están demostrando la importancia de dejar que los bebés empiecen a comer utilizando sus manos. A través del tacto tienen el primer contacto con las texturas y la temperatura de los alimentos, lo que favorece su desarrollo. Según vayan cogiendo destreza se les puede enseñar a usar la cuchara y después a pinchar con el tenedor. En el mercado hay muchas vajillas de materiales adecuados y adaptados a la edad que además van a fomentar su autonomía.
Las nuevas investigaciones también destacan que un niño es capaz de regular él mismo la cantidad de comida que quiere comer hasta estar saciado. Esta es una razón más por la que no debe comer frente a una pantalla pues no será consciente de lo que está haciendo o de cuándo no tiene más hambre o, al contrario, corre el riesgo de comer demasiado. Tampoco se le debe obligar a terminar el plato ya que lo más probable es que termine rechazando muchos alimentos. Por su parte, hay que darle las comidas nuevas con paciencia. Pueden tardar tiempo en atreverse a probarlas y más aún en aceptarlas.
Sobre toda al principio se debe intentar hacer las comidas respetando unos horarios, aunque es evidente que las circunstancias a veces los harán variar como sucede los fines de semana.
Desde pequeños pueden empezar a ayudar a preparar las comidas y a poner la mesa al igual que a recoger al terminar de comer. Cada tarea se va asignando en función de la edad y de sus habilidades. Un inicio, por ejemplo, es llevar las servilletas o el pan a la mesa que no pesan y son fáciles de trasportar.
Después de cada comida y tras lavarse las manos al terminar, desde pequeños también tienen que lavarse los dientes. Una higiene dental adecuada les ahorra problemas futuros y minimiza la aparición de caries e infecciones tempranas.