Un recién nacido pasa la mayor parte del día durmiendo. Posiblemente duerma largos ratos en los brazos de su madre, sobre cuando hay lactancia materna, pero sobre todo dormirá en su cuna. Algo que va a ser tan cotidiano merece mucha atención, así que debes saber cómo colocar al bebé en su cuna para que duerma con seguridad, según los expertos. La postura es clave, pero hay más detalles que tienes que tener en cuenta.
Esta es la primera pauta que debes seguir a rajatabla. Se ha observado que dormir boca arriba disminuye notablemente el riesgo de muerte súbita del lactante (SMSL). Este síndrome provoca la muerte de menores de un año sin que se sepa a día de hoy la causa exacta.
Cuando un bebé duerme mucho tiempo en una misma posición puede producirse una plagiocefalia posicional. Se trata de una deformación en el cráneo del bebé, que tiene más achatada la parte trasera de la cabeza, mostrando una asimetría en la misma.
Aún así, el bebé debe dormir boca arriba, porque lo principal, evidentemente, es evitar la muerte súbita. Además, la plagiocefalia se puede tratar y evitar. Lo único que tienes que tener en cuenta es variar la posición de la cabeza del bebé cada cierto tiempo: boca arriba, hacia un lado y hacia el otro.
Los objetos en la cuna son la principal causa de asfixia en los recién nacidos. Olvídate de que duerma con peluches, cojines o almohadas. No debe haber, bajo ningún concepto, un objeto suelto en su cuna.
Este punto también es de gran importancia para evitar riesgos. Los recién nacidos duermen mejor cuando se les envuelve con una manta de algodón o muselina. Es una buena idea siempre que no aprietes demasiado la manta (debe caber una mano entre el bebé y ella), permita la movilidad de las piernas y, con todo esto, no quede tan suelta que pueda soltarse y causar la asfixia al bebé. Además, esta práctica puede realizarse solo hasta que el bebé cumple dos meses, ya que a partir de esa edad puede moverse por sí mismo y no es segura.
No se trata de obsesionarse ni de dejar de descansar para no quitarle ojo. Pero siempre que se pueda es conveniente vigilar su sueño para estar atentos a cualquier cambio de postura, de respiración o imprevisto que pueda surgir.