Son muchos los padres y madres que temen que su hijo sea víctima de bullying, y lo cierto es que razones no les faltan, ya que se estima que dos millones de menores en nuestro país son víctimas de acoso, principalmente escolar. La edad más vulnerable es entre los 10 y 11 años, aunque pueden sufrir bullying niños de cualquier edad. Como progenitores, debemos estar preparados para ayudar a nuestros hijos a prevenir el acoso y a afrontarlo en el caso de que se produzca.
La comunicación abierta entre padres e hijos es esencial a la hora de detectar y atajar problemas. Para que vea que tener conflictos forma parte de la vida y que deben resolverse, cuéntale aquellos que te surgen a ti en la vida, en el trabajo, y cómo les has puesto solución. Del mismo modo, deja que te cuente sus conflictos, sean del tipo que sean, para ayudarle a afrontarlos de la mejor manera posible.
Aunque cualquier niño es susceptible de ser víctima de bullying, aquellos con una buena autoestima tienen una capacidad de reacción más rápida y efectiva. No esperes a que aparezcan los problemas para hacerle saber cuánto vale lo querido que es, al mismo tiempo que acepta sus limitaciones o defectos de una manera sana y realista.
Desde casa debe aprender que hay límites que no pueden traspasarse. En una buena relación, tanto entre iguales como cuando existen diferencias de edad, no se deben permitir los actos violentos de ningún tipo: insultos, menosprecios, burlas y, por supuesto, las agresiones físicas.
Los cambios visibles de actitud en los niños pueden ser los síntomas de que está sufriendo algún tipo de acoso. No pases por alto que de repente no quiera ir a clase, se muestre retraído o nervioso, o empiece a manifestar síntomas físicos como dolor de tripa o de cabeza, insomnio e, incluso, vómitos. También debes estar pendiente si su rendimiento en clase baja de repente o si le desaparece con frecuencia el material escolar.
Es complicado mantener la calma si sospechamos o descubrimos que nuestro hijo es víctima de acoso, pero es esencial para que el niño se sincere y nos cuente qué está ocurriendo. Si te nota alterada le será más difícil contarte qué está pasando.
No tienes que esperar a que una agresión se repita para hablar con el centro escolar. No debe permitirse ni una y los protocolos para afrontar este tipo de situaciones son obligatorios. Con la colaboración de todos la situación debe revertirse y servir para evitar que ocurra en un futuro.