La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia explica en su revista que el prolapso de los órganos pélvicos (POP) se produce cuando uno o más órganos de los que se concentran es esta zona descienden o se desplazan desde su posición anatómica habitual como consecuencia del fallo de las estructuras que los soportan. Lo normal es que el suceso se asocie a las mujeres que han tenido uno o más partos vaginales, sin embargo, también se produce por otras causas y en edades más tempranas.
Diversos especialistas nos explican qué es el prolapso uterino, qué tratamientos existen y cuáles son los síntomas. Como ejemplo, son de utilidad los cambios que empezó a notar en su cuerpo una chica de 18 años llamada Natashja Simone y que precisamente debido a su juventud no entendía qué es lo que le estaba sucediendo.
En aquel entonces Natashja estudiaba en la universidad en Londres por lo que se encontraba viviendo lejos de su casa natal. Al sentirse extraña, como con un peso en la vagina, comprobó que tenía un bulto que le sobresalía, a su vez empezó a tener incontinencia y las relaciones sexuales comenzaron a provocarle dolor. Tenía un total desconocimiento de lo que le estaba pasando, sentía miedo de enfrentarse a algo grave y le daba vergüenza contarlo. Pensó que todos esos síntomas irían desapareciendo poco a poco pero no fue así. Cuando por fin acudió a la consulta del especialista, el diagnóstico fue prolapso uterino. Sus músculos, sus ligamentos y las demás estructuras que sostienen el útero en la pelvis se habían debilitado tanto o estirado que habían provocado la caída del útero hacia la vía del parto.
Junto a los síntomas mencionados por esta joven universitaria, el prolapso uterino provoca ganas repetidas de orinar o los citados escapes, presión o pesadez en la pelvis o en la vagina, dolores de espalda localizados en las lumbares, la protrusión del útero y el cuello uterino hacia la abertura vaginal, infecciones vesicales, sangrado vaginal o aumento del flujo. Incluso todos estos síntomas se pueden acentuar si la mujer afectada permanece sentada o de pie sin moverse un tiempo considerable, practica deporte o levanta peso.
La afectación del prolapso puede alcanzar distintos grados en función del desplazamiento de los órganos que se hayan visto afectados, de modo que repercute en la posición del útero, de las paredes vaginales (anterior, lateral, posterior o superior), de la uretra, de la vejiga, del recto, del colon sigmoide o del intestino delgado. El conjunto de músculos y de tejidos que los sostienen, que se llama piso o suelo pélvico, se debilita de tal forma que pierde su capacidad de sujeción y llega un punto en el que deja de cumplir la función de sostener dichos órganos firmemente en la posición que les corresponde. El bulto que la joven notó en su vagina y que veía cómo sobresalía es un órgano o varios que se habían desplazado.
Por otra parte, los profesionales destacan la estigmatización del prolapso uterino más si la afectada es una mujer joven. Los síntomas son molestos y pueden entorpecer la vida diaria. En concreto, Natashja abrió una cuenta en Instagram, @Living_With_Prolapse, desde la que quiere concienciar a su generación y al resto de mujeres de la importancia de cuidar el suelo pélvico para evitar en la medida de lo posible que se produzca. Ciertas causas que lo desencadenan pueden amortiguarse, al igual que fortalecer el grupo muscular que sostiene todos esos órganos ayuda a que el grado de afectación sea menor.
Muchas veces tiene lugar el prolapso, pero los síntomas son leves y no impacta realmente en la calidad de vida. En otras, es necesario un tratamiento o una intervención médica. Se añade una apreciación de los profesionales sanitarios, e incluso de los fisioterapeutas, subrayan que se está llegando a normalizar la venta de compresas para la incontinencia sin que se esté poniendo el foco de atención en que primero es imprescindible encontrar la razón de los escapes de orina.
En cuanto a las causas que provocan el prolapso son las siguientes:
El suelo pélvico “depende de estructuras pasivas (huesos y tejido conectivo) y estructuras activas (músculos y nervios)”. Además, “el tejido conectivo que soporta los órganos pélvicos se organiza como colágeno denso (ligamentos y tendones) y en una estructura menos definida de colágeno, músculo liso, elastina y tejido vascular”.
A su vez, todos los órganos pélvicos se recuestan sobre el músculo elevador del ano. “Si aumenta la presión intraabdominal, ésta se transmite hacia la pelvis y hacia los órganos que se encuentran sobre el músculo elevador del ano que debe asumir más presión hasta que finalmente se produce el prolapso genital”. Sin embargo, la lesión puede afectar a ligamentos y a otros tejidos como las fascias. Dependiendo de las estructuras que se rompen el prolapso se manifiesta de una forma u otra.
Existen diversos métodos para medir el grado de afectación. De una manera sencilla se entiende como prolapso uterino leve cuando el cuello uterino baja hasta la parte inferior de la vagina y prolapso uterino moderado si el cuello uterino baja por fuera de la abertura vaginal. A su vez, en un examen pélvico el especialista puede determinar una cistocele (la vejiga y la pared vaginal anterior están protruyendo hacia la vagina), una rectocele (el recto y la pared posterior de la vagina están protruyendo hacia la vagina) o que la uretra y la vejiga están más abajo en la pelvis de lo normal.
Según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia “el tratamiento del prolapso puede ser conservador o quirúrgico dependiendo de la sintomatología y su afectación a la calidad de vida, el grado y la edad de la paciente”. El primero o conservador se centra en reducir los síntomas y prevenir el empeoramiento con cambios en el estilo de vida, la rehabilitación de la musculatura y, si el profesional lo considera, la prescripción de estrógenos tópicos y de un pesario que se introduce en la vagina. En cuanto a las técnicas quirúrgicas dependen de muchos factores y se valora cada caso de forma individual.
No obstante, los especialistas cada vez apuestan más por la prevención con el objetivo de reducir los riesgos. Los consejos empiezan en el fortalecimiento de los músculos del suelo pélvico, por ejemplo, realizando los ejercicios de Kegel que consisten en la contracción, sujeción y relajación de este grupo muscular. Además, la preparación del área pélvica es prioritaria si se prevé tener un bebé o ya se está embarazada. Otras recomendaciones son controlar la dieta para mantener un peso saludable, lo que además previene el estreñimiento si se bebe suficiente líquido y el menú aporta la fibra necesaria; aprender a levantar peso usando la fuerza de las piernas sin forzar la cintura o la espalda; y cuidar los pulmones lo que implica no fumar.