En las revisiones ginecológicas durante un embarazo los especialistas realizan ecografías para examinar los órganos del bebé y captar imágenes detalladas, entre otras pruebas, con las que monitorizar el desarrollo del feto. Un estudio reciente además ha demostrado la eficacia de utilizar un eco Doppler cuando el crecimiento no es el esperado porque registra el flujo sanguíneo, incluyendo el del cordón umbilical, la circulación cerebral y cardiaca del feto, así como la circulación uterina
En Divinity nos hemos hecho eco del estudio porque concluye que este tipo de ecografía puede utilizarse para detectar problemas de placenta en bebés pequeños y actuar en consecuencia. Se ha llevado a cabo en Países Bajos por expertos de la Amsterdam University Medical Center (UMC) en colaboración con la Groningen University Medical Center y otros 17 hospitales del país.
Además, todos los detalles se publicaron en la revista digital especializada British Journal of Obstetrics & Gynecology a principios de febrero pasado, bajo el título “Ultrasonido Doppler de la arteria umbilical y cerebral media en fetos pequeños para la edad gestacional del tercer trimestre para decidir el momento del parto por sospecha de restricción del crecimiento fetal: una cohorte con ECA anidados (DRIGITAT)”.
Los expertos que han trabajado en el estudio destacan que cuando el tamaño de un feto es pequeño para su edad gestacional es importante comprobar el funcionamiento de la placenta, lo que se puede realizar con una ecografía Doppler que mide el flujo sanguíneo. Si en las mediciones con el Doppler hay desviaciones repetidas es posible que haya “un mayor riesgo de deficiencia de oxígeno y otros problemas de salud para el bebé”.
Desde la Amsterdam University Medical Center destacan que, aunque el bebé sea pequeño si está sano no hay necesidad de realizar una intervención durante el embarazo. Al contrario, ante “una placenta disfuncional hay que actuar y en ocasiones es necesario inducir el parto”.
Wessel Ganzevoort, que ha liderado el equipo de trabajo e investigación y es profesor asociado de obstetricia en la UMC de Ámsterdam, subraya que es prioritario “rastrear qué bebés son más pequeños debido a la placenta”. En estos casos, además de las ecografías rutinarias con las que se hace un seguimiento del crecimiento, la ecografía Doppler “mide la resistencia de los vasos sanguíneos del cordón umbilical, lo que aporta información sobre el flujo sanguíneo a la placenta”.
Igualmente, comprueba el suministro de sangre al cerebro del bebé y si es mayor de lo habitual, “puede ser una señal de que la placenta no está funcionando bien”. Además, en este escenario, “el bebé ha ‘abierto’ el vaso sanguíneo en el cerebro para protegerlo contra la deficiencia causada por un mal funcionamiento de la placenta”. La consecuencia es que “aumentan los riesgos para su salud como falta de oxígeno y, en última instancia, de mortalidad alrededor del nacimiento”.
Según se detalla, el estudio pretendía comprobar si era más beneficioso para el bebé inducir el parto antes de la semana 37 de edad gestacional. Sin embargo, tras analizar los datos pudieron verificar que es más recomendable esperar al menos hasta completar esa semana para adelantar el nacimiento. “Es mejor que el bebé permanezca en el útero el mayor tiempo posible, siempre y cuando no existan riesgos adicionales de problemas de salud”, subrayan.
En las revisiones durante el embarazo se puede comprobar que “el feto parece demasiado pequeño para la edad gestacional”. En ese momento cabe la sospecha de que la restricción de crecimiento la cause la placenta debido a que no está transmitiendo suficientes nutrientes y oxígeno al bebé. Cuanto más tiempo está expuesto a la desnutrición, las consecuencias para su desarrollo a largo plazo son peores. Una solución puede ser adelantar el parto, aunque el bebé nazca ligeramente prematuro.
Una ecografía Doppler determina el flujo de dos vasos sanguíneos del bebé: en la cabeza y en el cordón umbilical. Cuando la proporción en ellos es anormal “el bebé da prioridad a los órganos más importantes (incluido el cerebro), a expensas del crecimiento (preservación del cerebro)”. Es entonces cuando el Doppler permite verificar que tiene restricción de crecimiento causado por el mal funcionamiento de la placenta.
Wessel Ganzevoort añade que “algunos fetos son pequeños por naturaleza y no tienen problemas de crecimiento”. Concluye que si se le trata como si los tuviera puede que se actúe incluso de forma perjudicial para el bebé.
Los investigadores destacan que a pesar de la valía de realizar una ecografía Doppler, sobre todo en bebes demasiado pequeños y con las que es posible detectar que la placeta no está funcionando bien, aún no es una práctica que se haya estandarizado en todos los hospitales. Incluso, si la placenta funciona como debe, pero el bebé es pequeño, permite controlar su crecimiento y “existe una mayor probabilidad de que el parto se produzca de forma natural, sin intervención”.