La primera ducha después del parto: cuándo y cómo lavarse tras dar a luz
Tras el parto una de las cosas que más pueden apetecerle a la madre es darse una ducha
No hay ningún inconveniente en ello, aunque sí es preciso atender a algunas recomendaciones
Te contamos cuándo y cómo darte esa primera ducha
Al llegar a casa después del parto, lo que más desea una madre es estar tranquila con su bebé, descansar y poder darse una ducha. Para esto último es normal que aparezcan dudas, ya que el cuerpo de la mujer acaba de vivir algo excepcional, posiblemente con algún tipo de anestesia, con puntos, etc. Te contamos lo que necesitas saber para tu primer ducha tras el parto, cómo y cuándo puedes dártela.
Cuándo puedes ducharte
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Te puedes duchar a las pocas horas del parto, en realidad. Lo más importante es que haya pasado el efecto de la anestesia epidural, si es que te la han administrado, y sobre todo que te sientas con fuerzas para ello. Lo que no es recomendable es que te des un baño de inmersión, ni en una bañera, ni en una piscina porque existe el riesgo de infección. Para eso tendrás que esperar a que el médico te indique que ya puedes bañarte. En cambio la ducha, como te decimos, puedes desde el primer momento.
Cómo debe ser la ducha
Antes de entrar en otros detalles, te recomendamos que al menos en tu primera ducha estés acompañada. Puede que te sientas fuerte, pero ante la menor debilidad no dudes en contar con el apoyo de alguien de confianza.
Procura que el agua esté templada y evita, sobre todo, que esté caliente para que no sufras una bajada de tensión que te provoque un mareo inesperado.
Puedes lavarte el pelo con total normalidad y también el cuerpo, pero en la zona genital es mejor que utilices solo agua y un jabón de glicerina para no causar más irritación. Pero, posiblemente, lo más importante de todo es que prescindas de las esponjas, sean del tipo que sean, y utilices solo tus manos para extender el jabón o el champú.
Al salir de la ducha
Al salir de la ducha puedes secarte con normalidad con una toalla suave, pero debes prestar atención a la zona genital. Sécala con suavidad, con pequeños golpes con la toalla o, en su lugar, puedes utilizar celulosa, que resulta más higiénica. En cuanto a la dirección del secado, debe ir siempre de la vagina hacia el ano, nunca al revés.
Cuando termines, mímate aplicando una hidratante por todo el cuerpo y respira hondo. Seguro que te sientes más relajada y ya verás como poco a poco ducharse vuelve a ser tan sencillo como antes del parto.