Dice el refrán que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, pero como padres ya experimentados sabes que a partir de determinada edad los niños ya tienen cierta picardía y sueltan alguna mentirijilla piadosa a la que no hay que darle una gran importancia. El problema viene cuando empieza a ser algo recurrente y mucho más serio, pasando de ser un niño sincero a recurrir a la mentira de forma reiterada. Muchos psicólogos especialistas en niños afirman que descubrir la mentira es algo normal a lo que en un principio no hay que darle más importancia de la que verdaderamente tiene. Además, saber actuar como padres es clave.
La mentira en los más pequeños puede venir desde distintos puntos. Uno de los más comunes es al descubrirlo, ya que en edades tempranas no sabían lo que era mentir, por lo que su curiosidad les lleva a probar qué es lo que ocurre si lo hacen. El ejemplo es otro de los puntos más importantes, pues si como padres se recurre con constancia a la mentira y los niños son conscientes de ello, creerán que hacerlo está bien.
El miedo, por así decirlo, es otro de los factores más recurrentes. Esto se debe a que el pequeño puede temer las consecuencias de algo que ha hecho y que sabe que está mal, optando por la mentira. Lo mismo ocurre cuando sabe que hay unas expectativas, por ejemplo en el ámbito escolar, que no se cumplen, por lo que termina cayendo en la mentira para evitar esa posible decepción.
Estos son algunos de esos factores que pueden llevar a las mentiras puntuales que se detectan desde el ámbito psicológico, aunque si la mentira persiste y no es algo ocasional puede que se trate de un problema mucho más profundo relacionado con una baja autoestima o por inseguridades y la necesidad de sentirse aceptado por el resto. La ayuda de los padres es importantísima en este punto, especialmente en la transmisión de unos buenos valores. Aún así, pueden haber casos en los que a pesar de las buenas voluntades de los padres, el comportamiento del niño persista.
Uno de los puntos más importantes es evitar enfadarte. Lo más recurrente cuando se pilla una mentira es echar la bronca y un posible castigo. Pero ojo con ello porque puede dar el resultado contrario al que esperamos, ya que al notar el enfado, el niño podría llegar a negar que ha mentido y sentir inseguridades hacia ti la próxima vez que haga algo mal. Además, manteniendo la calma puedes aprovechar tu picaresca sobre el pequeño para intentar averiguar por qué miente y desde ahí intentar solucionar el problema.
Con algunas mentiras ya detectadas seguramente pensarás qué puedes hacer, y uno de los mejores mensajes es ser un ejemplo para él, ya que recuerda que los más pequeños se fijan mucho en nuestras acciones y tienden a imitarlas. De ahí la importancia de inculcar la honestidad en casa no solo en la teoría, también en la práctica. Además, para los más pequeños se suele recomendar dibujos animados o cuentos con su propia moraleja, enseñándoles que mentir está mal y que puede tener graves consecuencias.
Precisamente esto último debe entenderlo, las consecuencias. Cuando miente debe tener alguna para que entienda que eso que ha hecho no está bien. Pero en ocasiones hay que ir un poco más allá e intentar que diga la verdad y si lo hace felicitarle, valorando su honestidad y su corrección, un punto que aunque no lo parezca, tiene un gran valor para que la situación no se vuelva a repetir.
Además, ten cuidado con los impulsos, el estrés o el cansancio puede llevarte a tomar alguno que podría llevar a empeorar la situación. Uno de los principales consejos sobre ello es no calificar al niño como mentiroso, pues puede hacerle sentir mal y realmente no sirve para nada más que para que continúe mintiendo.
Desde luego que a nadie le gusta que sus hijos le mientan, especialmente cuando lo descubren. Pero recuerda tu infancia y tu adolescencia, tú también pasaste por esa etapa y lo más normal es que en tu hijo sea igual de pasajera que lo fue en tu momento. Saber reaccionar de forma adecuada es clave para corregir esa actitud cuanto antes y que no se prolongue en el tiempo o se mantenga como un hábito.