Aunque hay quien lo considera un mito, lo cierto es que la lactancia ayuda a muchas mujeres a perder peso tras el parto. Los kilos de más que el cuerpo acumula durante el embarazo no desaparecen de manera milagrosa tras dar a luz, y recuperar el peso que se tenía antes de la gestación puede llevar más o menos tiempo dependiendo de cada mujer.
Con todo, que la lactancia es una ayuda a la hora de deshacernos de los kilos sobrantes es un hecho objetivo y que se sustenta en diferentes razones. Te contamos cuáles son y qué circunstancias deben darse para que amamantar al bebé ayude a adelgazar a las madres.
Producir leche es un auténtico “quemagrasas” sencillamente porque la leche materna requiere de la grasa materna para su composición. Se estima que dar el pecho consume unas 500 kcal al día, y que la grasa que pasa a la leche proviene principalmente del abdomen y las caderas. Y estas dos zonas corporales son las que, normalmente, más grasa acumulan durante el embarazo y las que más cuesta que vuelvan a su ser tras el parto.
Además, a medida que la lactancia avanza, aumenta la producción de leche, debido a que la succión del bebé estimula la producción de oxitocina y prolactina, las grandes responsables de que esto ocurra. A más leche, más grasa que se elimina del cuerpo.
Hay que tener en cuenta que esto ocurre de manera gradual, y que al principio la producción de leche será poca, al igual que la pérdida de grasa. Y a medida que el volumen de leche materna aumente, iremos notando de manera más evidente cómo la grasa desaparece.
En cualquier caso, esto no ocurre en el 100% de los casos, ya que la pérdida de calorías va a depender de otros muchos factores como, por ejemplo, el tipo de alimentación. Si no es correcta y se come de manera desordenada o con alimentos poco recomendables no se produce la compensación de calorías. Es más, se puede, incluso, ganar peso, en lugar de perderlo de manera paulatina.
Perder peso tras el parto gracias a la lactancia es una de esas alegrías de la vida, pero no una prioridad. Es decir, ponerte a dieta para adelgazar tras el parto no es nada recomendable, por tu salud y por la del bebé. En cambio, sí debes cuidar lo que comes: no es momento de hacer una restricción de alimentos, sino de procurar seguir una alimentación lo más rica y variada posible.
Una dieta saludable, rica en proteínas, verduras, frutas y cereales integrales te ayudará a sentirte bien y no interferirá lo más mínimo en la recuperación de la figura. Además, procura mantenerte bien hidratada, porque la leche materna, además de necesitar tu grasa corporal, también necesita líquidos. Evita los fritos, el azúcar refinado y los alimentos ultraprocesados, y tu salud y la del bebé, además de tu peso, lo agradecerán.
Tenemos claro cuáles son los grandes beneficios que tiene la lactancia materna para el bebé. Le proporciona de manera segura todo el alimento que necesita, tanto carbohidratos como proteínas y grasas. Contiene anticuerpos que evitan que el bebé enferme, ayuda a prevenir la muerte súbita y enfermedades futuras como diabetes o problemas de peso.
Pero la lactancia, a pesar de que puede resultar difícil de establecer en ocasiones y hacerse dura para las madres, sobre todo al principio, también tiene muchos otros beneficios para las mujeres, además de la pérdida de peso. A nivel físico, la lactancia acelera la recuperación del tamaño y el tono del útero tras el parto.
También reduce el sangrado posparto y reduce las posibilidades de padecer cáncer de ovario y de mama. El riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedades del corazón y osteoporosis también se minimizan gracias a la lactancia.
Por otro lado, la lactancia refuerza el vínculo entre la madre y el bebé. Y en el aspecto más práctico, supone un gran ahorro económico frente al gasto que supone la leche de fórmula.
La lactancia puede ayudarnos a perder pero pero, tal y como hemos dicho antes, esto no tiene porqué ser siempre así. En ocasiones el cansancio materno, que afecta casi al 100% de las madres, es el principal enemigo a la hora de seguir una alimentación saludable, ya que el organismo sentirá la necesidad de recibir energía a través de comida hipercalórica, como los hidratos de carbono y azúcares.
La ansiedad, que también puede aparecer tras el parto, ya que la maternidad puede resultar desbordante en ocasiones, encuentra en los azúcares de asimilación rápida un calmante rápido pero esporádico. Por lo que en poco tiempo el cuerpo nos vuelve a pedir azúcar para conseguir unos minutos de serenidad.
Las hormonas también pueden jugarnos malas pasadas, y no hay nada que las altere más que un embarazo y un posparto. En ocasiones la bajada de estrógenos puede ralentizar el metabolismo y hacer que la pérdida de peso sea más lenta de lo que nos gustaría, además de favorecer la retención de líquidos.