Atención temprana en las escuelas: un apoyo esencial en los primeros años del niño
La atención temprana será muy necesaria para aquellos niños que no han podido desarrollar las habilidades correspondientes a su edad por distintas situaciones.
Esta servirá para que las capacidades intelectuales del niño se vean aumentadas, así como que también mejorará la atención temprana.
Los primeros mil días de vida del niño serán fundamentales para su desarrollo posterior. En sus distintos informes, UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) ha explicado que tres son los requisitos que tiene que cumplir un país para que los niños puedan vivir en el entorno más adecuado. El primero sería una educación infantil gratuita, seis meses de permiso de maternidad y cuatro semanas de permiso de paternidad, pero retribuidos.
En su informe La primera infancia importa para cada niño, el organismo internacional destaca que en 32 países del mundo no existe ninguna de ellas. Lo que hace que los pequeños se vean privados de un aprendizaje temprano de calidad, ese periodo en el que se forman conexiones neuronales a una gran velocidad. España no se encuentra entre esa selección de países, pero sí entre aquellos que no las ofrecen todas.
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Entre los países que suman los tres, se encuentran Suecia, Rusia, Cuba, Portugal y Francia. En nuestro país estos avances se han dado después de la aprobación de la Logse, que supuso que la etapa de tres a seis años se convirtiera en pública, universal y gratuita. Si bien no es obligatoria, sí que es cierto que la escolarización a los tres años ronda el 95 por ciento. También, con los cambios que ha habido respecto a los permisos de paternidad habrá que esperar si España entra dentro de ese grupo tan deseado. Estos tres factores son de gran importancia, sobre todo aquel que tiene que ver con la educación de los pequeños.
Para qué sirve la atención temprana
Si hay algo que preocupa a la mayoría de profesionales que trabajan con niños son los trastornos que los pequeños pueden padecer en sus primeros años de vida, que podrán alargarse durante la infancia y hasta la juventud si no se toma medidas. Por eso, una vez detectados los primeros síntomas, cuanto antes se produzca la intervención, mejor será el resultado. Durante el primer año, el desarrollo y la adquisición de habilidades de un bebé típico y otro con algún tipo de trastorno sucede casi en paralelo. Será a partir de los doce meses cuando comienzan a ser palpables las primeras sospechas. Normalmente serán los padres quienes se darán cuenta que algo no va bien; aún así pasarán muchos meses hasta que tengan un diagnóstico definitivo.
Eso sí, cuanto más tiempo se pase sin intervenir, más difícil será alcanzar las habilidades. Existen diversos indicadores de desarrollo típico para las distintas etapas evolutivas, aunque habrá unas señales de alarma más destacables. Estas serán las que nos harán ponernos en marcha. Por ejemplo, si con 18 meses, el bebé no muestra contacto ocular, imitación, no señala, no hay emisión de lenguaje hablado y, sobre todo, si ha desaprendido habilidades ya interiorizadas. El trabajo que se realizará en terapia servirá para fomentar todas aquellas que el niño no tiene y que debería tener según su edad cronológica. Las habilidades en edades tan tempranas serán fundamentales para la posterior adquisición de otras que serán más complejas.
Por tanto, no será lo mismo enseñar a un niño las habilidades que le corresponden por su edad, que hacerlo años más tarde. Estas estarán, cronológicamente hablando, desfasadas. Por eso, el retraso en la adquisición se irá acumulando y tardará en alcanzar un desarrollo típico. La intervención temprana se ha demostrado que es clave para el desarrollo del niño, sobre todo a largo plazo. Además, se normalizará, así, la curva de su desarrollo, al trabajar las habilidades que se ven afectadas por el trastorno que presenten y se asegurará el mayor potencial del niño.
Las ventajas de una intervención temprana
Respecto a las ventajas de una buena intervención temprana, estas son diversas. Lo primero será que se aumentarán las capacidades intelectuales. Además, se disminuirán las conductas disruptivas y se desarrollará el lenguaje. Son muchas las habilidades prerrequisitas que se deben dar para que un niño hable. Por eso, si se tratan a tiempo, antes se extinguirán. Otra de las ventajas de la atención temprana será la integración escolar, ya que para cuando el niño tenga seis años y comience la escolarización obligatoria, este tendrá un mayor número de habilidades correspondientes a su edad. Esto hará que se produzca la mejor integración escolar posible.
A qué niños va dirigida
Como apunta la Confederación Española de Organizaciones a Favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (FEAPS), la atención temprana tiene que estar orientada a aquellos niños y familiares que se encuadran dentro de unas determinadas situaciones. Por ejemplo, aquellos niños que presenten, ya sea en el nacimiento o más adelante, algún tipo de anomalía congénita. También, a aquellos que, por distintas situaciones perinatales sean portadores de riesgo para el desarrollo. Se encuadran dentro de este grupo, los niños que padezcan algún tipo de enfermedad, en sus primeros años de vida, que les haya comprometido de alguna forma, así como para aquellos que vivan en condiciones socioambientales negativas.