"Mi hijo dice palabrotas": cinco trucos para entender por qué las dicen y ayudarles a corregir su vocabulario
Los niños se desarrollán observando todo lo que sucede a su alrededor y, por tanto, aprenderán por imitación.
Así, podremos descubrir que el niño aprende a decir palabrotas y que lo hace porque esto causa sorpresa a su alrededor.
Por eso, lo mejor será reeducar para que no diga estas palabras mal sonantes y comprender de dónde vienen.
Educar a un niño no siempre es fácil y menos cuando comienzan a desarrollar su personalidad. Además, los niños suelen aprender tras observar e imitar a los adultos y, por eso, su lenguaje puede parecerse a la hora de entonar, así como los ritmos y la forma de hablar de quien les rodea. Es por eso que, sobre los tres años, los pequeños podrán tener un vocabulario de más mil palabras y su capacidad para aprender nuevas expresiones será enorme, ya que podrán inventarse palabras jugando con aquellas que ya conocen.
Así, los pequeños llegarán a expresar distintas palabras que pronunciarán con más énfasis y que provocarán algunas reacciones en todas aquellas personas que las escuchan. Estas son las famosas palabrotas y llamarán tanto la atención que les parecerá divertido incluirlas en su vocabulario. Eso sí, probablemente no sepan qué significa, pero sí que comprobarán que cuando las pronuncian se convertirán en el protagonista del momento.
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¿Por qué los niños dicen palabrotas?
En el uso de las palabrotas se encontrará una forma de expresar las emociones, ya que los pequeños tendrán, todavía, problemas en manifestarlas. Así, una palabrota reunirá todas las condiciones necesarias para ser un buen vehículo de todos los sentimientos negativos que tiene el niño. Además, se trata de algo que puede aparecer en el proceso evolutivo del pequeño y de su forma natural de aprender. Además, no será especialmente importante que lo pronuncien en distintos momentos aislados, por lo que es importante buscar una solución adecuada.
Cabe destacar que las palabrotas son ofensivas, groseras y para los pequeños será algo divertido que formará parte de su evolución. Además, pronunciándolas se convertirán en los protagonistas del momento y, por tanto, tienen un efecto muy poderoso. Eso sí, cuando comienzan a evolucionar lo irán haciendo pronunciando más bajito y notarán que algo están haciendo mal. Como ya hemos comentado, en la mayoría de ocasiones, los niños suelen aprender de todo lo que pasa a su alrededor. Por eso, en ocasiones, se comportan como una grabadora y es probable que nos preguntemos dónde han aprendido las palabrotas.
Dar la importancia adecuada a las palabrotas
También puede ser que los niños la utilicen para imitar a los adultos y para demostrar que ya es muy mayor. Además, podrán usarlas para manifestar su enfado, divertirse o por curiosidad. Pero, ¿cómo se puede reaccionar si un niño dice una palabrota? Lo más importante será que habrá que darle la importancia adecuada, sin exagerar ni dramatizar, reaccionando con serenidad y sin escandalizarse. Eso sí, si algo que se repite en el tiempo, será muy importante preguntar en el colegio y en otros ambientes para ver si solamente sucede en casa o, también, fuera.
Analizar por qué las dicen
Si son muy reiterativas estas palabras será muy importante pararse y analizar por qué se produce este comportamiento. Además, habrá que actuar con naturalidad y, si nos escandalizamos o nos reímos, lo más probable es que pase desapercibida y no se consolidará en el repertorio del niño. También, habrá que buscar las posibles causas del comportamiento del niño. Por eso, si vemos que busca nuestra atención deberemos compartir más actividades con el pequeño.
¿De dónde vienen?
De la misma forma, será esencial enseñar al niño un lenguaje que sea apropiado en cada momento. Además, habrá que desarrollar un vocabulario amplio en el que no haya palabras malsonantes y donde se expresen con fluidez. Estas no deberán convertirse en algo habitual y habrá que actuar con normalidad y naturalidad en las primeras ocasiones. También, será importante saber por qué dice esas palabrotas y no perder los nervios, ya que el pequeño probablemente reaccione con cierta calma.
Ser firme en la desaprobación de palabras malsonantes
Además, habrá que ser firmes en la desaprobación de las palabras malsonantes y habrá que tener paciencia y perseverancia. Si no se consigue llegar a este punto, una opción será trazar límites y penalizar la conducta recortando algún privilegio. También, habrá que dar ejemplo y evitar complicidades ante cualquier palabrota, aunque pueda resultar graciosa. De la misma forma, se tendrá que explicar claramente que las palabras ofenden, molestan y que son respetuosas y también él se sentiría molesto si se las dijeran.
Ayudarles a que aprendan a controlarse
Otra buena opción será que aprenda a controlarse y, por tanto, lo más recomendable será que cuente hasta diez cuando le vengan las ganas de decir una palabrota. Por eso, habrá que cambiar sus propias expresiones, jugar a transformar palabrotas y otras lecturas alternativas.