Una de las partes que más utilizarán los niños en sus primeros meses de vida será la boca. Esto se debe a que estarán siendo amamantados la mayor parte del día y, además, sufrirán una gran evolución en la misma, como la aparición de dientes. Así, habrá que tener en cuenta que la boca está formada por varios tipos de frenillo: el labial y el lingual. Ambos son finas membranas que conectan algunas partes de la cavidad oral y, en caso de que no se desarrollen de forma adecuada, interferirán en el día a día del pequeño.
Es por eso que si hay alguna anomalía en la anatomía de la boca será más normal tener problemas en la masticación, la deglución y en el habla. La mayoría de estas complicaciones suelen producirse si el frenillo lingual no tiene el tamaño adecuado. Este se trata de una pequeña membrana que conecta la parte inferior de la lengua con el suelo de la boca y se forma durante el proceso de gestación, por lo que estará presente en los bebés desde que nacen.
En las etapas más tempranas, este frenillo suele presentarse con una longitud corta y un grosor muy fino. Eso sí, con el paso del tiempo y a medida que se va ejercitando, con distintos movimientos linguales, se irá desarrollando paulatinamente. En caso de que esto no suceda, estaremos ante una enfermedad de la lengua conocida como anquiloglosia lingual o frenillo lingual corto. Esta complicación hace referencia al desarrollo deficiente del frenillo sublingual y lo empleamos para aquellos frenillos que son más cortos de lo normal.
Como ya hemos comentado, el frenillo de los niños irá evolucionando según va pasando el tiempo. Gracias a esta evolución, los más pequeños podrán realizar, de forma natural, algunos movimientos necesarios para hablar, masticar o deglutir de forma normal. En caso de que no se desarrolle de la manera debida, esto dará lugar a una serie de consecuencias en la salud de los pequeños. Estas serán muy diversas y su anomalía puede generar molestias en el habla, la masticación y la deglución e, incluso, en el correcto desarrollo de las estructuras faciales.
En el caso de los bebés que están lactando, el frenillo lingual corto les dificultará la succión. Por tanto, el pequeño no podrá alimentarse con normalidad, generando algunos problemas de crecimiento, digestión y ansiedad. También, esto tendrá consecuencias negativas para la madre, ya que una succión deficitaria podrá provocar falta de leche y, también, la aparición de grietas e isquemias, así como una inflamación en las glándulas mamarias.
Cabe destacar que, durante los primeros meses de vida, los niños tendrán el paladar estrecho y abovedado y, gracias a los movimientos linguales, este se irá abriendo poco a poco. Pero si el frenillo imposibilita este movimiento, la estructura maxilofacial no crecerá con normalidad y se crearán problemas de oclusión. También, el niño podrá tender a respirar por la boca en lugar de por la nariz y serán más proclives a padecer procesos alérgicos, rinitis o infecciones virales de las vías respiratorias.
Como hemos comentado, este frenillo corto podrá provocar dificultad en la respiración de algunos fonemas que precisan la colocación de la lengua en el cielo del paladar. Esto sucede en los sonidos de consonantes como la erre, la ese, la de o la te. Para poder determinar la longitud del frenillo se debe examinar el grado de movilidad de la lengua. Así, será un especialista quien será capaz de verificar si el paciente realiza movimientos simples, como alcanzar el paladar o el labio superior con la punta de la lengua.
De todas formas, podremos intuir que el pequeño tiene problemas en el frenillo si tiene el paladar muy estrecho o retrognatia, es decir, una mandíbula inferior con una posición atrasada con respecto al maxilar superior. También puede ser aparezcan pequeñas úlceras en los incisivos inferiores debido al roce constante de la lengua, aftas, ampollas e, incluso, desgarros en las encías. Además, otro signo será que se produzca un excesivo ruido, como unos chasquidos, al no tener sujeción adecuada.
El tratamiento dependerá del grado de severidad del caso y, en aquellos niños en las que el frenillo sea inferior, bastará con acudir a un logopeda. Así, el especialista pautará una serie de ejercicios destinados para suplir la falta de movilidad de la lengua.