A medida que se acerca el momento del parto nos concentramos, como es natural, en la llegada del bebé y en todo aquello que pensamos que puede necesitar tras su llegada al mundo: ropa, pañales, artículos de higiene… Pero no podemos olvidar que el parto es algo que sucede en tu cuerpo y del que vas a tener que recuperarte siguiendo unas pautas de cuidado e higiene específicas, que es necesario que conozcas y para las que debes estar preparada.
Las compresas tocológicas o ginecológicas son imprescindibles tras el parto, sea del tipo que sea, y aunque en el hospital te vayan a proporcionar las primeras que utilices, es importante que las conozcas y que cuentes con las tuyas al llegar a casa. Además, has saber que no tienen por qué ser del mismo tipo las compresas tocológicas que utilices en las primeros días tras el parto que las que utilices en las semanas posteriores.
Las compresas tocológicas están diseñadas especialmente para el postparto, ya que en ese período no se pueden utilizar compresas tradicionales, tampones o copas menstruales (más adelante te contamos porqué). El 90% de su composición es algodón, un material respetuoso con tu piel y capaz de absorber el sangrado que se produce tras el parto.
En el hospital te suelen dar un tipo de compresa muy básica, que en realidad es un rectángulo de algodón recubierto por una redecilla del mismo material. Son de gran calidad y económicas, pero normalmente no es suficiente con una y te recomendamos que te coloques dos a lo largo para evitar escapes. En la farmacia puedes encontrar compresas de un tamaño mayor, que también sirven para los primeros días, y luego existen modelos con alas, que pueden resultarte más cómodas cuando el sangrado empieza a disminuir y pasas más tiempo de pie o en la calle. También hay salvaslips especiales para el postparto, para los últimos días en los que el sangrado es mínimo, pero aún así te gusta ir cubierta y protegida.
Tras el parto tiene lugar un sangrado que puede prolongarse durante varias semanas y que no tiene nada que ver con el de la menstruación. Este sangrado se caracteriza por la presencia de loquios, que están formados no solo por sangre y flujo vaginal, sino por todo aquello que debemos eliminar tras la salida del feto, como los restos de placenta de mucosa que se encuentran tanto en la vagina como en el útero. Se considera que la expulsión de los loquios dura aproximadamente dos semanas, pero el sangrado puede durar algo más, y comienza con un intenso color rojo y rosado, luego es más parecido a una menstruación y termina siendo algo blanquecino.
Tanto por la cantidad como por la densidad, las compresas habituales no pueden absorber este sangrado, y esta es una de las razones por las que se utilizan compresas tocológicas, que son especialmente grandes, sobre todo para los primeros días.
La otra razón, de gran importancia, es la relativa a la higiene y cuidado de las posibles heridas, puntos, desgarro o inflamación que se producen en la vagina como consecuencia del parto. Las compresas tocológicas, al ser de algodón al 90% de su composición, permiten que las posibles heridas transpiren mejor y no se produzcan infecciones. Además, se recomiendan las que no tienen adhesivo en los primeros días, sobre todo si se ha realizado una episiotomía y hay puntos, para evitar que se puedan pegar por accidente a la compresa y resulte doloroso o se infecten. Este es otro motivo para descartar las compresas tradicionales, ya que los materiales y compuestos químicos que se utilizan para fabricarlas puede provocar irritaciones y malestar.
En cuanto a los tampones y copas menstruales, tampoco se recomienda su uso puesto que la vagina está inflamada y con heridas que podrían agravarse, además de que tanto introducirlos como llevarlos resultaría muy molesto y doloroso.
Tal y como te contábamos, hay diferentes modelos de compresas que puedes ir utilizando en los diferentes momentos del postparto, según evolucione tanto el sangrado como la inflamación y posibles heridas. Todas ellas puedes encontrarlas en las farmacias y variar de tipo a medida que vayas necesitando cambiar.
Las más básicas, las que te proporcionan en el hospital, son perfectas para los primeros días, cuando necesitarás cambiarte más a menudo. Además, no llevan adhesivo, que ya hemos dicho que puede acabar pegado a los puntos y eso es algo que es preferible evitar. El único inconveniente de estas compresas es que no son todo los grandes que necesitarías, por eso lo habitual es utilizar al menos dos, colocadas a lo largo.
En la farmacia hay compresas similares pero algo más grandes que te pueden resultar más cómodas, pero ninguna garantiza que tu ropa interior vaya a permanecer impecable.
Cuando el sangrado disminuye y comienzas a moverte más, las compresas con alas resultan muy cómodas y es más difícil que se originen manchas. El salvaslip deberías reservarlo para los últimos días de sangrado, y no llevarte así ninguna sorpresa desagradable con tu ropa.
En cuanto a su utilización, el cambio debe ser frecuente, sobre todo al principio. Es habitual cambiar de compresa cada 4 o 5 horas y lo recomendable es lavar la zona con agua y jabón neutro antes de poner la siguiente. Tras el lavado, sécate con mucha delicadeza, incluso dejando la zona al aire, para evitar irritaciones.
La ropa interior para esta etapa ha de ser amplia, para no comprimir la zona vaginal, y muchas madres optan por las bragas desechables. Da igual lo que elijas, lo importante es que sean braguitas que no aprieten y que transpiren, y sobre todo, que no tengas miedo manchar.