Adiós a las temidas crisis de lactancia: consejos para gestionarlas y superarlas con éxito
La crisis de la lactancia más importantes se suelen dar a los tres meses y a los seis meses desde el nacimiento del bebé, debido a que este está creciendo.
Para que la madre no se vea superada por la situación deberá seguir a su instinto y seguir dando el pecho, ya que se trata de un bache que no durará para siempre.
A lo largo de sus primeros doce meses de vida, los bebés pueden sufrir las llamadas ‘crisis de lactancia’. Estas se producen también durante la crisis de crecimiento y puede hacer que el bebé tome hasta más de doce veces al día la leche materna. El aumento de las tomas durante la crisis de crecimiento es algo temporal y no suele durar más de tres semanas. Cuando esta acabe, el bebé volverá a tomar el pecho de forma normal, como lo hacía con anterioridad.
Sin embargo, muchas madres, sobre todo las primerizas, podrán preocuparse al ver que su hijo quiere pecho demasiadas veces al día. Además, suele pasar que piensen que no están produciendo la suficiente leche y, por eso, su hijo demanda más, algo que no tiene por qué tener nada que ver con la realidad. Si la situación te preocupa, siempre puedes acudir a tu médico especialista, que te informará sobre estas crisis de lactancia y te contará qué las produce.
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No todas las crisis son iguales, por tanto, las crisis de lactancia son periodos en el que bebé mama más o más a menudo, después de un tiempo de estabilidad. Eso sí, hay una razón concreta que explica la alta demanda del bebé: está pasando por una etapa de crecimiento y necesita más leche para saciarse. Como ya hemos comentado, esta crisis puede producirse a lo largo de los primeros doce meses de vida en varias ocasiones.
La crisis de la lactancia de los tres meses
Puede que a los quince días del nacimiento se produzca una pequeña crisis de lactancia, pero la primera gran crisis se producirá más tarde: aproximadamente hacia los tres meses de edad. Suele ocurrir cuando el bebé se despierta demasiado por las noches y durante sus siestas de día. También, reclamará más el pecho. Sucede justamente a los tres meses porque coincide con un proceso de crecimiento mucho más acelerado del niño. Por tanto, la demanda de leche coincidirá con la necesidad del pequeño de cubrir esas necesidades específicas de momentos concretos.
Además, durante esta etapa, el pequeño podrá llorar más y demostrará que siempre tiene hambre. Algunos bebés también pueden manifestar una cierta inquietud en muchas ocasiones, algo que puede hacer aumentar la preocupación de la madre, tanto que acabe dudando sobre su capacidad de dar el pecho. En estos casos, lo más importante será mantener la calma y no dejar de lado la idea de seguir dando de mamar. La crisis es transitoria y la lactancia logrará estabilizarse de nuevo.
La crisis de la lactancia a los seis meses
Aunque sí que es más probable que suceda a los tres o a los cuatro meses, la crisis de crecimiento también puede darse a los seis meses. Y, por tanto, es importante que los padres sepan identificarla. Alrededor de los seis meses suele producirse un rebrote de crecimiento, con lo que la necesidad de alimentar al bebé se verá aumentada, de nuevo. Se trata de un momento crítico para la lactancia, puesto que suele coincidir con la introducción de los primeros alimentos en su dieta. Es decir, el inicio de la alimentación complementaria. En ese momento, la madre puede sentirse cansada de dar tanto el pecho y, también, tener la sensación de no alimentar tanto. Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece los seis meses como el periodo mínimo de lactancia a demanda exclusiva.
Los síntomas de la crisis de la lactancia
Por eso, a partir de los seis meses, la leche se complementará con otra alimentación añadida. Será muy importante continuar con la leche materna, hasta que la madre y el niño lo deseen, pero si no es posible se podrá utilizar una fórmula de continuación hasta los doce meses.
Pero, ¿cómo podemos identificar esta crisis de lactancia? ¿cuáles son sus síntomas? En estos casos, el bebé mamará menos y podrá comenzar con tomas más cortas, pero mucho más seguidas. También, los pechos de la madre estarán más blanditos y esa sensación de pecho vacío podrá generar dudas sobre la producción. Puede que el bebé no gane demasiado peso y se metá la mano en la boca más a menudo. De la misma forma, las deposiciones del pequeño se verán disminuidas.
Cabe destacar que la crisis de lactancia no es un desajuste, sino que la oferta y la demanda se van ajustando. El bebé ha aprendido a comer de una forma más eficaz y, por tanto, no necesita tanto tiempo. Por eso, la cantidad de leche se ha ajustado a lo que el pequeño necesita realmente. Él está creciendo y su apetito lo hace de la misma forma. Por eso, también se denomina crisis del crecimiento. La madre deberá adaptarse a esta nueva situación y alimentar al bebé cuando lo necesita. Pero, ¿cómo se supera una crisis de lactancia?
Consejos para superarla
Lo primero será que dejes que tu bebé mame todo lo que quiera, sin ningún tipo de miedo. Es conveniente pedir ayuda a tu pareja o a tus familiares en las tareas domésticas para que puedas dedicarte, en exclusiva, a la lactancia y a descansar. Mientras continúes dando el pecho no deberás dar suplemento de leche artificial. Si el bebé se distrae durante las tomas, lo mejor será hacerlas en la intimidad, con una luz tenue y sin mucho ruido. Y lo más importante, no tendrás que dudar nunca sobre tu capacidad para amamantar, ya que será sencillo, pero habrá que superar ciertas dificultades. Otra buena opción será buscar un grupo de apoyo a la lactancia; ver a otras madres en esa situación te ayudará a comprenderla mejor y te servirá de refuerzo.