El endometrio es la mucosa que recubre el interior del útero y consiste en un epitelio simple, con o sin cilios, glándulas y estroma. Es el lugar donde se desarrolla la placenta y su función es la de alojar al cigoto después de la fecundación, permitiendo la implantación. Por su parte, la endometriosis es una enfermedad ginecológica crónica en la que se produce una implantación y un crecimiento del tejido del endometrio fuera del útero y suele ser progresiva en, al menos, el 50 por ciento de las mujeres que la padecen. A pesar de que socialmente la endometriosis continúa siendo una gran desconocida, se estima que afecta a 1,5 millones de mujeres en España y alrededor de 176 millones en todo el mundo.
Por tanto, la funcionalidad del endometrio será la de preparar el útero para la implantación potencial del endometrio. Además, se caracteriza por ser un tejido mucoso muy vascularizado y que cambia a lo largo de las diferentes etapas que vive la mujer. Durante la etapa fértil de la mujer da lugar al proceso de menstruación, al llamado ciclo menstrual. Pero, entonces, ¿cuándo se habla de endometriosis? Esta afección se produce cuando el endometrio aparece y crece fuera del mismo. Es decir, se produce una situación anómala que está caracterizada por la implantación y el crecimiento benigno del tejido del endometrio fuera del útero, dando lugar a una reacción inflamatoria crónica. Este tejido puede desarrollarse tanto en los ovarios como en las trompas de Falopio. También, se puede dar en la vejiga, la vagina, el perineo o el tracto gastrointestinal.
Además, este crecimiento inusual puede provocar irritaciones en las estructuras que se tocan y, así, causar cierto dolor y adherencias que provocan tejido cicatricial en los mismos. Las lesiones que se producen durante la endometriosis tienen un pronóstico muy incierto, ya que pueden mantenerse estables, progresar e, incluso, retroceder. En cuanto a las causas de la aparición de esta enfermedad, lo cierto es que son variadas. Por tanto, hay varias teorías y ninguna de ellas es específica. Eso sí, existen distintos posibles factores relacionados con la enfermedad como son la menstruación, la reproducción, el estilo de vida y los factores genéticos.
El sangrado abundante durante la menstruación, así como la presencia de ciclos cortos, puede hacer que aparezca la endometriosis. También, lo hará en situaciones estructurales anormales que afecten al paso correcto del flujo por la vagina. Este tipo de enfermedades se ha asociado, también, con la menarquia -la primera menstruación- precoz o con la menopausia tardía.
Hay que tener en cuenta que la reproducción también puede influir y no haber estado embarazada puede incrementar el riesgo de padecerla. También, será muy importante el estilo de vida de la mujer, ya que el consumo de alcohol, de café, tabaco y mantener una dieta alta en grasas saturadas son factores que también influyen. Además, la falta de ejercicio y el sobrepeso pueden ser causa de la endometriosis.
Algunas teorías apuntan hacia la menstruación retrógrada, un fenómeno que se observa en el 90 por ciento de las mujeres sanas, tenga o no endometriosis. Esta consiste en que el flujo menstrual fluye hacia atrás en vez de en el sentido correcto. Así, distintos factores hormonales, medioambientales o malformaciones podrían favorecer este proceso. Los síntomas de esta enfermedad son variados, e incluso se da de forma asintomática. Sin embargo, en otros momentos hay que intervenir quirúrgicamente para la eliminación de los injertos de tejido endometrial y adherencias peritoneales. Además, esta enfermedad se divide en cuatro estadios (I, II, III, y IV), siendo el primero el más leve y el cuarto el más grave.
Como ya hemos comentado, los síntomas pueden ser diversos y se pueden presentar con mayor intensidad durante el periodo menstrual y modularse en la gestación y la menopausia. Los más habituales serán el dolor pélvico y el abdominal; un dolor intenso, continuado e incapacitante. También, las mujeres que padecen endometriosis tendrán menstruaciones dolorosas, dolor durante las relaciones sexuales e incluso pueden darse casos de infertilidad. Esta es una de las consecuencias más graves de la enfermedad y se estima que entre el 25 y el 50 por ciento de las mujeres con endometriosis tienen dificultades a la hora de tener hijos. Además, podrán presentar otros síntomas no ginecológicos, como hemorragias o dolor en otros lugares del cuerpo, como en la espalda.
Para combatir la endometriosis, lo primero que deberemos hacer será someternos a un tratamiento individualizado, teniendo en cuenta la gravedad de los síntomas. El tratamiento suele ser médico, quirúrgico y, en algunos casos, psicológico. Para ello, se seguirán cuatro objetivos. Se intentará eliminar los síntomas haciendo uso de terapia hormonal y de analgésicos. También, se buscará eliminar la endometriosis visible mediante una laparoscopia, que permitirá diagnosticar con más precisión. Además, habrá que restaurar la fertilidad y actuar sobre la progresión de la enfermedad. Eso sí, será muy complicado prevenir la enfermedad. Si presentas alguno de los síntomas, lo mejor será que acudas a un médico especialista.