Las enfermedades infantiles no dejan nunca de preocupar a padres y madres que en ocasiones se ven superados por no saber qué le ocurre a los más pequeños. Por eso siempre, ante cualquier duda, hay que acudir al médico. Una de esas patologías que pueden preocupar bastante a los progenitores es la enfermedad de Kawasaki, que según la Asociación Española de Pediatría (AEP) afecta a los vasos sanguíneos de tamaño pequeño y mediano, siendo un proceso inflamatorio agudo que puede agravarse por las complicaciones cardiacas que se pueden producir.
Podría decirse que es una enfermedad nueva, pues fue descubierta por Tomisaku Kawasaki en 1967 tras analizar a 50 niños con un cuadro febril. Es una patología común en países asiáticos pero que con el tiempo se ha expandido convirtiéndola en universal y que, según la AEP, un 85% de sus pacientes son menores de cinco años, por lo que es una enfermedad pediátrica.
Es una patología de la que a día de hoy se desconoce exactamente cuál podría ser su causa, aunque según expone la Fundación Española del Corazón podría haber un componente genético que cause cierta predisposición a la reacción inmunológica tras una posible infección provocada por un virus. Aún así, no se ha encontrado la causa exacta que desencadene la enfermedad de Kawasaki.
Lo que sí se ha podido establecer con más claridad son los síntomas que los más pequeños sufren. Entre ellos el principal es la fiebre alta, que suele ir acompañada de otras manifestaciones que permiten detectar la enfermedad de Kawasaki como sarpullido cutáneo, ojos rojos, o la garganta y la lengua inflamados y enrojecidos. El sarpullido, según la AEP, suele aparecer en los primeros días de fiebre, principalmente en la zona del torso del niño, aunque en ocasiones puede salir en la zona perineal del pequeño, por lo que se debe revisar.
Hay otros síntomas que pueden desencadenarse en algunos casos específicos pero que no suelen aparecer en todos los pacientes, como trastornos gastrointestinales con dolores abdominales, vómitos o diarreas. Además puede haber irritabilidad o dolores articulares, así como manifestaciones cardiacas en fases muy agudas de la enfermedad, según la AEP. Por su parte, es normal notar cambios en las extremidades con enrojecimientos o edemas en las manos y los pies y una posterior descamación en esa zona.
Para un correcto diagnóstico se necesita que varios de los síntomas más comunes de la enfermedad de Kawasaki estén presentes, además de fiebre prolongada en al menos cinco días. En ocasiones, si no se presentan todos los síntomas puede ser necesaria una ecocardiografía para observar las posibles lesiones de las arterias coronarias, establece la Fundación Española del Corazón.
Tal y como la AEP expone, por lo general la enfermedad transcurre en tres fases que se diferencian por el grado de afección y la sintomatología. La primera de ellas es la aguda, que abarca las dos primeras semanas con fiebre alta en las que poco a poco se van añadiendo el resto de síntomas. La segunda fase suele durar unas tres semanas, en las que la fiebre va desapareciendo y el resto de manifestaciones se van debilitando, una etapa en la que por lo general aparece la descamación de pies y manos.
La última fase es cuando los niños ya no presentan síntomas, en las analíticas de sangre se comienzan a encontrar valores normales pero se sigue teniendo cuidado, pues los aneurismas coronarios, aunque pueden desaparecer, también pueden no hacerlo.
Para tratarlo, la AEP apunta a la gammaglobulina para combatir los síntomas y evitar el desarrollo de los aneurismas coronarios. Además, se suele utilizar ácido acetilsalicílico en dosis altas para un efecto antiinflamatorio. El tratamiento se debe empezar lo antes posible, pues la mayoría de niños en los que se diagnostica con rapidez y se ponen en manos de los doctores suelen recuperarse por completo, aunque tras superarla es necesaria una revisión cardiológica para corroborar si pueden haber quedado problemas cardiacos debido a la enfermedad de Kawasaki.
Durante las crisis del COVID-19 se ha ido sabiendo más del virus, y la AEP localizó síntomas en algunos niños muy similares a los de la enfermedad de Kawasaki. Aunque no se ha terminado de relacionar, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra estudiando un posible vínculo entre ambas enfermedades por los síntomas que algunos niños están experimentado durante la pandemia.
Parece que aún queda mucho por saber sobre la enfermedad de Kawasaki, pero un diagnóstico precoz puede hacer que los más pequeños se recuperen por completo de una patología que les afecta en especial a ellos, a los menores de cinco años, por lo que atender a los síntomas más destacados es esencial para una correcta recuperación.