Para muchos padres y madres este es el momento de decidir a qué colegio irán sus hijos el próximo curso, y una de las primeras preguntas que se hacen es si matricularlo en un colegio bilingüe o no. La razón es que lo que en principio parece ser un modelo educativo que solo tiene ventajas despierta muchas recelos en parte del sector educativo y también en muchos progenitores.
Lo primero que hay que saber es qué tipo de enseñanza en lo referente al idioma ofrece un colegio calificado de bilingüe y cómo repercute esto en la educación de nuestro hijo.
Por mucho que nos seduzca el término “bilingüe”, hay que especificar que se considera como tal al niño que ha crecido en un entorno donde se emplean las dos lenguas y se maneja con ellas al mismo nivel, es decir, a de ser capaz de pensar y expresarse en los dos idiomas por igual y sin dificultad. Cuando un niño aprende un idioma dentro de un contexto educativo a partir de una determinada edad, por mucho nivel que adquiera, tendremos que hablar de un niño que habla una legua extranjera, no de un niño bilingüe.
Para que un centro sea considerado bilingüe ha de ofertar un mínimo del 30% de sus horas lectivas en otro idioma, que suele ser el inglés (aunque también francés e italiano), y no superan el 50%. Esta oferta ha crecido de manera significativa en los últimos años en la enseñanza pública, que ha convertido muchos de sus centros en bilingües. Por lo general, se da en inglés la asignatura de Conocimiento del Medio, tanto la clase, como las tareas y los libros de texto, y luego asignaturas que se consideran secundarias (aunque igual de necesarias) como Educación Física o Educación Plástica.
En cuanto al profesorado, lo que se hizo fue una habilitación y reciclaje idiomático a los docentes para que pudieran impartir estas asignaturas en inglés, y cada centro contrata a profesores nativos que realizan un refuerzo en el aula como auxiliares de conversación. Con ellos se pretende que los niños de familiaricen con la pronunciación del idioma y puedan mantener como mínimo pequeñas conversaciones. Existen centros que cuentan con todo el profesorado nativo, porque están adscritos al programa British Council, y los hay tanto públicos como privados. La edad en la que se incorpora el idioma a las clases varía en cada centro, porque los hay que ya empiezan a impartir horas en inglés desde la etapa de infantil, mientras que otros lo hacen al pasar a primaria.
La principal ventaja es que nuestro hijo va a aprender de una manera cómoda un segundo idioma, algo que puede serle de mucha utilidad en el futuro, sobre todo a nivel profesional, ya que vivimos en una sociedad en la que cada vez es más necesario tener un buen conocimiento del inglés para desarrollar casi cualquier puesto de trabajo.
Pero sin necesidad de mirar tanto hacia el futuro, el aprendizaje de una segunda lengua tiene muchos beneficios, tanto a nivel cognitivo como de formación. La flexibilidad mental y la predisposición a la adquisición de conocimientos aumenta con el aprendizaje de un idioma, del mismo modo que implica el conocimiento de otra cultura, porque no se puede desligar el modo en el que se utiliza cada lengua de su contexto y cultura. Esto supone una apertura nivel de pensamiento acerca de diferentes realidades que beneficia al niño durante su infancia, además de ampliar sus horizontes vitales y profesionales.
Otra ventaja es que al empezar a aprender un segundo idioma a una edad temprana, el proceso resulta mucho más sencillo para el niño que si lo hiciera más adelante, ya que hasta los 8 años nuestro cerebro está capacitado para adquirir idiomas sin apenas esfuerzo.
Tal y como decíamos al principio, no podemos hablar de un auténtico bilingüismo, pero eso no debería tomarse como una desventaja, ya que el niño habrá aprendido el idioma. Pero para que el aprendizaje del segundo idioma sea real y completo no basta con lo que se hace en el colegio, es necesario el refuerzo de los padres. Que puedan ofrecer a sus hijos actividades relacionadas con ese segundo idioma o que le ofrezcan contenido audiovisual en él es muy importante para que el aprendizaje se haga efectivo.
Por otro lado, se piensa que los conocimientos que se han adquirido en la segunda lengua son menos que los que se habrían podido adquirir si las clases hubieran sido en la lengua materna. Además, si hay niños que ya muestran dificultad de por sí para avanzar en determinadas asignaturas, que se impartan en una lengua que no es la suya hace que les resulte aún más complicado el aprendizaje, y puede hacerles sentir frustrados y desmotivados.
Pero seguramente la mayor desventaja es la distinción que tiene lugar dentro del alumnado, ya que al pasar a la secundaria en muchos centros se hace una división por grupos en función del nivel que tienen en el segundo idioma, lo que puede generar problemas en el aprendizaje o de tipo social.