Una de las complicaciones que pueden sufrir los niños, cuando son pequeños, son las lombrices intestinales. Estos parásitos intestinales producen infecciones que pueden darse tras la ingesta de quistes de protozoos, huevos o larvas de gusanos. Puede aparecer en cualquier momento de la vida, aunque son más comunes entre los menores de cinco y catorce años.
Según informa la Asociación Española de Pediatría, esta infección producida por oxiuros -el nombre técnico para las lombrices- afecta al 40 y al 50 por ciento de los niños que se encuentran en edad escolar. “Se trata de unos gusanos muy pequeños y finos que suelen darse en niños menores de diez años”, explica la pediatra Ángeles Bascones. Después de entrar en la boca, los huevos atraviesan el sistema digestivo, eclosionando en el intestino delgado, desde donde las larvas avanzan hasta llegar al grueso.
Pasadas unas semanas, las hembras de la lombriz recorren todo el conducto hasta el final del aparato digestivo y salen fuera del cuerpo. Esto suele suceder, generalmente, durante la noche. En ese momento, ponen los huevos. Estos, mediante una secreción especial, se adhieren a las paredes del ano y de toda la piel circundante. Desde aquí, se podrá producir, de nuevo, un contagio, ya que el niño se rascará con la mano y luego se la llevará a la boca.
Este proceso se suele alargar uno o dos meses. Una vez que llega al ano y estas son expulsadas con las heces, las lombrices pueden medir diez milímetros. Es decir, una longitud suficiente para ser captada por el ojo humano y que reconoceremos por su forma fina y alargada, así como por su color blanco. Por tanto, la infección se producirá “al ingerir sin darse cuenta los huevos de estos parásitos oxiuros”, explica la pediatra Ángeles Bascones.
El principal síntoma de los niños con oxiuriasis es el picor en la zona del ano o los genitales, también puede aparecer una cierta irritación. Este síntoma se manifiesta, sobre todo, por la noche, ya que es cuando las lombrices salen hacia el ano. Este hecho suele producir, en los niños, cierta irritabilidad, sueño intranquilo, bruxismo y trastornos como pesadillas y sonambulismo. El picor, como ya hemos mencionado, se podrá extender hasta la zona de los genitales, que se irritarán e inflamarán por el rascado.
También, se podrá dar una sobreinfección debido a las pequeñas heridas que suelen hacerse al tocarse la zona y que no suelen curarse. En las niñas puede llegar hasta la vagina o la uretra. Según explica la pediatra, los principales síntomas serán “picor en la zona anal sobre todo nocturno, irritabilidad e insomnio, así como heridas por el rascado”.
Si observamos alguno de estos síntomas, lo mejor será mirar la zona perineal del niño con una buena luz. Podremos echar un vistazo a las heces, donde tendrán que observarse las lombrices, que son como pequeños hilos blancos. Lo más importante es que sepas que las lombrices se pueden contagiar con facilidad. Por tanto, el vehículo más importante de transmisión son las manos de los niños, ya que es frecuente que se rasquen la zona afectada, debido a la irritación. A partir de ese momento, los huevos se adhieren bajo las uñas y puede darse la autoinducción, es decir, los dedos acabarán en la boca. También, los huevos podrán acabar depositados en algunas superficies como la ropa sucia o en el inodoro y los juguetes.
Los niños se podrán contagiar por el polvo atmosférico infectado y la arena de los parques, ya que ahí podrán depositarse los huevos. Cabe destacar que este tipo de gusanos solamente se pueden dar en humanos y no en animales. Además, se ha comprobado que no tiene ninguna relación el consumo de azúcar -como las chucherías- y la aparición de las lombrices. Esta es una creencia que se ha extendido durante muchos años. Así lo confirma la pediatra, que apunta a Divinity.es: “No están relacionados con la suciedad o falta de higiene ni con el consumo de azúcar y golosinas”.
El tratamiento contra las lombrices es sencillo. El médico recomendará un medicamento por vía oral, que matará los oxiuros adultos con una sola toma. Sin embargo, ninguno de los tratamientos que existen acabarán con los huevos, que pueden infectar, de nuevo, al niño o a los adultos que convivan con él. “Como tratamiento se administra un antiparasitario Mebendazol o Pamoato de Pirantel con una dosis y repetir la dosis a las 2 semanas para destruir los huevos. Se debe hacer el tratamiento a todos los miembros de la familia convivientes, aunque no tengan síntomas”, aclara la pediatra Ángeles Bascones.
Por eso, será muy importante repetir el tratamiento pasadas unas semanas. Es muy recomendable que aquellas personas infectadas se laven bien sus genitales y la zona del ano por la mañana, ya que por la noche se habrán depositado los huevos. También, se podrá prevenir el contagio de distintas maneras: habrá que lavarse bien las manos con frecuencia, especialmente antes de comer y después de ir al baño; además, será adecuado limpiarse bien las uñas con un cepillo para completar la higiene de las manos; no habrá que morderse las uñas y será muy importante cambiar la ropa interior a diario. También, como explica la especialista, será muy recomendable utilizar “pijamas cerrados para evitar el rascado”.