Cuando una mujer da a luz, lo más probable es que esté cansada y exhausta de todo el esfuerzo realizado. Es en ese momento cuando podemos observar que el bebé ha nacido con una mancha en alguna parte del cuerpo, como puede ser la cara o las extremidades. Este hecho se trata de algo totalmente normal y de lo que, en la mayoría de casos, no habrá que preocuparse. Alrededor de un 80 por ciento de los bebés presentan algún tipo de mancha de nacimiento.
Unas se irán solas y otras podrán perdurar o necesitará algún que otro control médico. Por tanto, será muy importante realizar un seguimiento para comprobar que todo está bien y que estas no suponen ningún problema médico. Este tipo de manchas se forman por un aumento de pigmentación o por el desarrollo anormal de los vasos sanguíneos que están debajo de la piel. Eso sí, son muchos los mitos que apuntan a que este tipo de manchas aparecen debido a los antojos de la madre. Pero, ¿es esto cierto?
Las manchas que se desarrollan por el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos bajo la piel se denominan manchas vasculares y su color es rosa, rojo o azulado. Además, varían en función de la profundidad de los vasos sanguíneos. Así, las manchas de nacimiento podrán cambiar de color, pero también de tamaño y de localización. La más común suele ser la mancha mongólica, que es de color gris azulado y aparece en la zona del glúteo y se puede extender hacia la espalda. Además, tenderá a desaparecer a lo largo del primer año de vida.
Puede ser que el pequeño tenga un angioma plano, pico de cigüeña o beso de ángel. Este está formado por capilares, que son muy superficiales, de color rosáceo y se deja ver en la zona de la nuca, los párpados y la frente. Además, estos acentuarán su color en el caso de que el pequeño tenga fiebre o calor, pero se irá o se atenuará durante los primeros meses. También, la mancha café con leche, que tiene un color marrón claro o tostado. Además, puede encontrarse en cualquier parte del cuerpo y siempre tendrá el mismo tamaño. Su tono podrá cambiar si el niño se expone al sol con bastante frecuencia.
Los lunares, en su mayoría, suelen ser de marrón oscuro y pueden ser planos o con relieve e, incluso, tener pelo. También, el pequeño podrá presentar un hemangioma, fresa, antojo o deseo, que se trata de una formación anormal en los vasos sanguíneos y, por lo general, suelen crecer bastante rápidos hasta que se detienen, involucionan y desaparecen.
En las primeras visitas rutinarias, el especialista valorará si el pequeño tiene alguna mancha que debe observar para comentarlo en la siguiente visita o bien si este tiene que hacer algún tipo de seguimiento. En esas ocasiones en las que habrá que prestar una atención especial será en el caso de que se produzca un angioma en el ojo y en la mejilla, ya que podrá ser profundo y afectar a órganos internos. También, la mancha de café con leche; a medida que el niño crece podrá aumentar su tamaño o de cantidad y, por eso, habrá que descartar algún tipo de enfermedad asociada.
Otras manchas que habrá que vigilar son los lunares y, sobre todo, si al nacer ya son grandes o crecen demasiado, cambian de color, son irregulares o molestan. Por último, en el caso de que tenga un hemangioma en la línea media de la columna vertebral. En este caso había que hacer una ecografía para asegurarse de que no existe una afección más profunda. También, en el caso que estén en una zona donde dificulte comer, ver o respirar.
Pero, ¿por qué se producen estas manchas? Alguna de las afirmaciones que hay sobre esta pregunta son, en su mayoría, mitos. Uno de los más extendidos es que aquellas madres que no hayan cumplido sus antojos tendrán bebés que nazcan con una mancha en su piel, que representan esas ansias no satisfechas. Pero esto no es cierto. Hay numerosos niños que nacen con manchas en su piel, de distintas formas, pero estas pigmentaciones nada tienen que ver con el hecho de que, a la mujer, en algún momento, le apetecieran unas fresas con nata o unos pepinillos en vinagre.
Como ya hemos comentado, estas manchas son comunes y, además, la mayoría de ellas suelen estar causadas por un problema en los vasos sanguíneos de la piel del niño. Estas suelen ser rojas o moradas y, de ahí, que se diga que pueden recordar a unas fresas o a unas frambuesas.