Uno de los mayores miedos que tienen las mujeres embarazadas es que tengan que practicarles una episiotomía a la hora del parto. Antes de ese momento, la piel del perineo sufre una gran presión y tensión durante todo el embarazo, algo que se agrava en el momento de dar a luz. Por esa razón, cuanto más elásticos y flexibles sean los músculos de la zona, mejor será para la madre y el bebé, ya que el trabajo en el parto será menor, así como sus consecuencias. Además, habrá menos posibilidades de que haya un desgarro y la necesidad de practicar una episiotomía será mucho menor.
La episiotomía consiste en un corte quirúrgico que, en ocasiones, realiza el ginecólogo en el momento del parto para facilitar la salida del bebé. En el pasado se practicaba con bastante frecuencia, pero, actualmente, son cada vez más contadas las ocasiones, ya que no siempre es necesario. Además, puede tener consecuencias dañinas para la mujer, como hematomas, edemas, cicatrizaciones dolorosas e infecciones, entre otras. Es por ello que solo se realiza en el caso en el que bebé venga de nalgas, sea prematuro o tenga un peso por encima de los cuatro kilos. Esta práctica no debe confundirse con el desgarro perineal, ya que este corte se produce de manera natural.
Pero, ¿qué es exactamente el perineo o la zona perineal?
El perineo, también conocido como periné, es la zona que une la vagina con el ano. Se trata de una zona imprescindible para la sujeción del suelo pélvico femenino, ya que está formada por una red de músculos que rodean la vejiga y el ano y sirven de soporte para el suelo pélvico. Su papel se centra en que la uretra y el ano se encuentren cerrados cuando deben estarlo. De esta manera, no existirán escape de gases, incontinencia urinaria o fecal. Además, también interviene de forma directa en la vida sexual de la mujer, haciéndola más plena y satisfactoria. Tener una mayor conciencia de la zona perineal te hará mejorar la circulación sanguínea de la zona y tener orgasmos más intensos.
El masaje perineal es una técnica sencilla y muy efectiva que proporciona elasticidad a la piel y a los tejidos de la zona del perineo y de la vagina. Está indicado para evitar episiotomías, así como desgarros durante el parto. La idea es conseguir cierta elasticidad en la zona, aumentar su flexibilidad y favorecer la circulación sanguínea para disminuir el riesgo de lesión durante el momento del parto. Otra opción será buscar ayuda en un profesional, como un fisioterapeuta de suelo pélvico. Eso sí, esta elección siempre dependerá de cómo te encuentres y cómo esté tu suelo pélvico. Las ventajas del masaje perineal serán variadas. Según la Federación Española de Matronas, este masaje es recomendado a partir de la semana 32 de embarazo.
Este hará que se aumente la flexibilidad y la elasticidad de los músculos, facilitando el momento del parto. También, reduce las posibilidades de necesitar una episiotomía y conocer de antemano la sensación de presión que tendrá lugar durante el parto, lo que ayuda a relajar la zona para la expulsión del bebé. Además, los masajes en la zona facilitarán la recuperación tras el parto. Antes de ponerte a masajear la zona, tendrás que seguir una serie de recomendaciones. Lo mejor será que te laves bien las manos y asegúrate de llevar las uñas cortas y limpias. Además, se recomienda que este masaje se realice tras una ducha de agua caliente porque será cuando los músculos estén más distendidos. También, será muy conveniente ir antes al baño, para relajar la uretra.
Lo ideal será escoger un lugar cómodo y buscar una posición confortable, ya sea tumbada con las rodillas flexionadas o de cuclillas contra la pared. Ten a mano un espejo para saber identificar bien el perineo y, si es automasaje, utiliza el dedo pulgar. En caso de que lo haga tu pareja, lo mejor será que haga uso de sus dedos índice y corazón. También, será muy importante contar con la ayuda de un lubricante o un aceite natural para esa zona tan delicada. Una vez que ya hayas realizado estos pasos, lo mejor será ponerse manos a la obra. El primer paso será separar las piernas e introducir los dedos pulgares, unos tres o cuatro centímetros, por la vagina. Deberás empujar en dirección al recto, hacia abajo, y a ambos lados de la vagina. Es importante estirar la zona hasta sentir un leve escozor. Mantén la presión en la zona durante unos minutos.
El segundo paso será realizar unos movimientos de vaivén durante unos tres o cuatro minutos estirando los músculos y la piel del perineo. Durante el masaje no deberás presionar la abertura de la uretra situada encima de la vagina. Así, evitarás la aparición de posibles infecciones de orina. Si lo haces cada día, en una semana comenzarás a notar los resultados sobre la vagina y el perineo, aumentando su resistencia.