En los primeros meses de vida, el tacto es el principal sentido por el que los recién nacidos se relacionan con el mundo exterior. Teniendo esto en cuenta, el hinduismo cuenta desde hace siglos con un masaje terapéutico que se basa en la presión suave y lenta sobre el cuerpo del bebé y que le aporta numerosos beneficios. Se trata del masaje Shantala que entró en Europa gracias al obstetra Frederick Leboyer, a mediados del siglo pasado. El doctor lo cuenta todo en su libro ‘Shantala: un arte tradicional’, que edita en español Lancelot.
“Las semanas que siguen al nacimiento son como la travesía de un desierto. Desierto poblado de monstruos: las sensaciones nuevas que desde adentro se lanzan al asalto del cuerpo del niño”, explica Leboyer. Y añade: “Después del calor del seno materno, después del loco abrazo que es el nacimiento, la soledad helada de la cuna. Y luego surge una fiera, el hambre, que muerde al bebé en las entrañas. Lo que enloquece al desdichado niño no es la crueldad de la herida”. En el libro asume que una de las mejores formas de calmar la angustia y alimentar al bebé es este masaje; conocimiento que pasa “de madres a hijas” desde hace miles de años.
Los beneficios de este masaje son múltiples. En Divinity te explicamos en qué consiste y cómo llevarlo a cabo.
Se trata de un masaje sencillo y muy fácil de aprender, que consiste en presionar suavemente y con movimientos descendentes el cuerpo del bebé. De esta manera, se relaja al recién nacido y se facilita el contacto piel con piel entre padres e hijos. Para ponerlo en práctica, debemos sentarnos en el suelo con las piernas cruzadas. Es importante controlar nuestra propia postura, manteniendo la espalda recta. Después, se coloca al bebé, acostado y boca arriba, sobre las piernas.
Una vez estamos preparados, nos untamos las manos con aceite o crema hidratante. Siempre usaremos los dedos índice y corazón, por lo que conviene echar más cantidad en esos. Nuestros movimientos serán fuertes, de dentro hacia afuera y desde el centro hasta las extremidades del cuerpo del niño, a un ritmo constante y moderado, pero firme. La fuerza ejercida no debe ser la misma en las zonas más sensibles que en el resto del cuerpo.
Iniciaremos el masaje en el centro del pecho e iremos progresivamente hacia los lados. Luego, podemos colocar al bebé de lado y subir y bajar nuestras manos por sus brazos, para después tocar los dedos, uno por uno, con calma y firmeza. Una vez repetida la operación en el otro brazo, se coloca al bebé boca arriba y se le masajea el vientre, con mucho cuidado, haciendo círculos en el sentido de las agujas del reloj. En esta zona, el masaje Shantala puede ayudar a que el bebé se deshaga de sus gases.
Una vez terminados los brazos y el tronco, se pasa a los mulsos del bebé, para masajear las piernas tal y como se ha hecho con los brazos, llegando hasta los dedos de sus pies. Después, se sujetan las piernas del niño para rotarlas levemente con movimientos circulares y enérgicos.
El siguiente paso es la cabeza. En esta zona hay que tener mucho cuidado y masajearla poco a poco: la raíz del pelo, las orejas, la nariz, la comisura de los labios, la frente, las mejillas… si quieres, durante el masaje puedes cantarle una nana o hablarle, para que esté más tranquilo. Después del masaje, que conviene repetir todos los días antes de acostar al bebé, conviene hacer el baño.
Estos masajes suelen funcionar como tranquilizantes para el bebé, ya que calman sus nervios. Para que funcione mejor, lo ideal es escoger un sitio de la casa aislado para llevarlo a cabo, en el que no haya ruidos desagradables ni interrupciones y que tenga una temperatura óptima para él. Ve probando poco a poco, y continúa con el masaje solo si tu bebé disfruta.