La meningitis puede afectar a niños y mayores es una enfermedad infecciosa provocada por virus o bacterias que hace que las meninges -unas membranas que rodean el cerebro y la médula espinal- se infecten o se inflamen. Cuando se infectan solamente las meninges se suele hablar de meningitis; hay otras ocasiones en la que la bacteria se introduce en la sangre y la disemina, causando una sepsis meningocócica. También puede ser que se den estos dos extremos a la vez.
La meningitis más común, y la menos grave, es la producida por una infección vírica que suele mejorar sin que se administre ningún medicamento. Por su parte, la bacteriana suele ser bastante peligrosa y puede llegar a provocar daños cerebrales. Además de por infecciones, la meningitis puede aparecer debido a hongos, tumores u otro tipo de virus como las paperas, el VIH, el herpes labial y el genital.
El contagio de esta patología se produce a través de la saliva y las gotitas que se expulsan al hablar, al estornudar o al toser; a través de objetos no suele ser habitual. Además, la meningitis suele aparecer en los meses de otoño y primavera principalmente, en lugares como las guarderías, las escuelas o las residencias, donde se propaga con rapidez.
Una vez contagiado, el niño puede presentar los síntomas entre dos y diez después. En ocasiones se puede presentar como una especie de catarro o una gripe y sus síntomas más frecuentes son la fiebre alta, el dolor de cabeza intenso, cierta rigidez en la nuca, vómitos bruscos, somnolencia, pérdida de la consciencia, agitación, delirio, convulsiones y hasta manchas de color rojo-púrpura en la piel. En los bebés lactantes las manifestaciones pueden ser fiebre alta, somnolencia o irritabilidad excesiva, llanto contante y rechazo a la alimentación.
Para prevenir la meningitis, lo mejor será vacunarse. En España, la vacunación contra el meningococo C es obligatoria. La protección se produce a las dos semanas, está indicada para menores de seis años y puede provocar ciertos efectos secundarios como inflamación y molestia o fiebre baja e irritabilidad.
La Asociación Española de Pediatría recomienda la vacuna a lactantes a partir de los dos meses de vida, además de para algunas personas inmunodeprimidas o para aquellos que hayan padecido una enfermedad meningocócica anteriormente. Hoy en día existen vacunas para casi todos los tipos de meningitis bacteriana. La mayoría de ellas están dentro del calendario de vacunación de cada comunidad autónoma. Es el caso de las vacunas contra el haemophilus Influenza B, meningococo C y neumococo. Gracias a estas, las incidencias por meningitis producidas por bacterias han caído considerablemente. Recientemente, debido a los movimientos migratorios, han aumentado las meningitis por Meningococo W e Y por lo que se ha añadido al calendario oficial la vacuna tetravalente contra Men ACWY.
Como ya hemos comentado, la meningitis se divide en dos tipos. La vírica es aquella que tiene un pronóstico leve, mientras que la bacteriana requiere la hospitalización del paciente. El diagnóstico se realizará mediante la extracción de una muestra de líquido cefalorraquídeo. Dicha muestra se obtiene mediante una punción en la columna vertebral. Respecto a su tratamiento, este consiste en unos cuidados específicos en el hospital y una terapia intensa de antibióticos.
Es imprescindible que la meningitis bacteriana se diagnostique cuanto antes. En algunos casos, la enfermedad suele avanzar con gran fuerza y afecta a las personas con el sistema inmune débil y puede provocar desenlaces muy graves. Si el diagnóstico se realiza tarde, esta enfermedad puede provocar lesiones y secuelas en el paciente como, por ejemplo, hipoacusia, hidrocefalia, convulsiones, hemorragia subdural, daño cerebral y edema cerebral. También, podrá provocar una trombosis de los senos venosos, una parálisis de nervios craneales, crisis epilépticas, choque séptico y hasta insuficiencia renal.
Por ello, para combatir la meningitis lo mejor será vacunarse cuánto antes. Además, si presentas alguno de los síntomas debes acudir a la consulta de un especialista para que rápidamente haga un diagnóstico, ya que esta rapidez será fundamental para el buen progreso de la enfermedad.